martes, 20 de marzo de 2018

Inteligencia, autocontrol y éxito

¿Cuál es el factor determinante en la capacidad de ejercitar autocontrol, y de dónde proviene? 
Ninguno de nosotros por si solo puede controlar nuestro mundo, pero, sí que podemos controlar cómo pensamos y nos comportamos acerca del mismo. 
En tiempos pasados casi todos los psicólogos asumían que la habilidad de los niños para poder esperar dependía en la intensidad del deseo que tuvieran, por ejemplo de comer más golosinas. (Experimento del “chuche” de Walter Mischel - "The Marshmallow Test" ) 
Lo que estaba en juego para los niños durante el experimento fue la "distribución estratégica de la atención". En lugar de obsesionarse con el chuche, el "estímulo caliente", algunos niños se distraían jugando a las escondidas, cubriéndose los ojos, o entonando canciones infantiles. Mientras usaban estas técnicas de distracción, el deseo no se borraba, sino que se movía a un lugar secundario en la mente de los niños. En los adultos esta habilidad se conoce como la metacognición, o el pensar acerca del pensamiento. Lo que usualmente ayuda a algunos a sobreponerse a sus impulsos. Imaginen que están paseando por una calle y ven algo que les lama la atención y les gusta en un escaparate. Cuando sientan la tentación de entrar en la tienda y "comprarlo", díganse a si mismos que se concederán todo un día para pensar en su "objeto del deseo" y si lo siguen deseando ya volverán a comprarlo. La mayoría de las veces su tentación no será tan fuerte como la de Ulises (el de la Odisea de Homero que pidió que lo ataran al mástil de su embarcación porque era consciente de que nunca sería capaz de resistir el canto seductor de las Sirenas) y se ahorrarán un buen dinero en algo que seguramente dejará de cautivarles inmediatamente después de haber pasado por caja. 
Para Mischel y su equipo de investigadores, los resultados de sus estudios eran muy importantes porque creían ver en ellos una cierta capacidad predictiva de comportamientos futuros. De acuerdo a estos descubrimientos, podrán deducirse que si alguien se esfuerza en estudiar, preparándose para sus exámenes del colegio en lugar de ver la televisión, entonces, en el futuro esa persona seguramente será más capaz de evitar gastos innecesarios y será más capaz de, por ejemplo, ahorrar dinero para mejorar su libertad financiera. 
Seguramente que la capacidad de “posponer la gratificación inmediata” tiene un gran componente genético aunque me gustaría pensar que puede que haya métodos de aumentar la propia capacidad de posponer muchas gratificaciones inmediatas con las que nos tientan las “sirenas” que nos encontramos en la vida. Algunos experimentos han demostrado que a medida que la capacidad de dilación en los niños disminuye, se refleja en el número de errores cometidos como adultos, aunque parece que no son del todo concluyentes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la conclusión a la que el equipo de Mischell llegó, después del seguimiento de los niños al cabo de los años, demuestra una correlación (los que pasaron la prueba tuvieron más éxito en la vida), no una causalidad (si se pasa la prueba se tendrá éxito en el futuro, ya que se puede aprender a esperar la recompensa futura). 
¿Tienen ustedes la disciplina personal de quien construye al largo plazo y prefiere una gratificación final más importante frente a una recompensa inmediata en el corto plazo? 
¿Tienen “autocontrol” para resistirse a las tentaciones inmediatas del corto plazo y seguir un “plan a largo plazo” previsiblemente más beneficioso? 
La pregunta que todavía espera respuesta es si enseñar a los niños a controlar sus impulsos para "aprender a posponer las gratificaciones" tendrá algún valor justificable para su desarrollo como adultos responsables y exitosos. 
¿Qué piensan ustedes?