martes, 10 de octubre de 2017

¿Porqué no se quiere entender? Los sentimientos siguen nublando la razón

Quedan pocas horas para dar un paso que puede representar un antes y un después. 
Tal vez los sentimientos sigan nublando la razón y se cruce un punto de no retorno. Tal vez haya suerte y se imponga el “seny”.
Las informaciones en los medios siguen espoleando los sentimientos del personal, ya suficientemente desbocados. Demasiadas personas dicen que no entienden de política y a continuación te sueltan una arenga política que el partido con el que simpatizan les ha inoculado directamente en su cerebro. No son conscientes si hieren la sensibilidad de su interlocutor, ni siquiera han pensado en ello. Inundan los móviles con WhatsApp que retransmiten compulsivamente a todo el que tienen en su directorio sin percatarse si le molestan o le agradan. Algunos se regodean de lo que los medios les han vendido como mal ajeno o como derrota del contrario. Pocos buscan conocer algo más profundamente el porque de cada información-propaganda. ¿Qué piensan los que actúan? Por ejemplo, en el tema del traslado de “Sedes sociales de Empresas” (no de sus oficinas ni fábricas que siguen en Catalunya) desde Barcelona a otras ciudades del Estado español… ¿Quién sabe el porqué? Los responsables que han decidido el traslado son los que deberían explicar exactamente porque lo han hecho y que consecuencias tiene y tendrá para Catalunya y para España. No he oído que lo hagan. En los medios solo se difunden interpretaciones de partes interesadas en propagar visiones sesgadas del tema a sus seguidores, que las retransmiten compulsivamente.
Parece que las autoridades de Madrid han provocado un clima para atemorizar a los inversores y estos, que tienen miedo de lo que pueda pasar, presionan a las grandes empresas para que trasladen las sedes y eviten la incertidumbre. El orden en el que han sucedido las cosas es difícil de discernir y por tanto nadie debería usarla para reforzar sus tesis a favor o en contra de la Independencia. En último término, la supervivencia de empresas depende de que sus clientes sigan siéndolo y les permitan mantener la cifra de negocio y sus márgenes de beneficios. Aunque muchos, atemorizados por la prensa han corrido a las oficinas bancarias a retirar unos cuantos miles de euros, las consecuencias del traslado de sedes para los impositores de los bancos son nulas.
Seguro que la situación en Catalunya tendrá efecto en la cotización de las acciones en la Bolsa del mercado de valores. Cuando hay incertidumbre, aumenta la volatilidad y se mantiene hasta que aparezca la certidumbre, en cualquiera de los sentidos. Eso es lo que les importa a los inversores: la cotización de sus acciones, que nada tiene que ver con el valor de la empresa. Recuerden que sólo los necios confunden "valor" y "precio de cotización".
En España y Catalunya, hace muchos años que una misma realidad es vista desde extremos diametralmente opuesta por el Gobierno español y por el Govern català. El profesor Antoni Castells (Conseller de economía durante el gobierno tripartito en la Generalitat) explica: “donde los de un bando ven un elefante, los del otro bando afirman que no hay tal elefante sino sólo una foca" y yo añado: y uno de ellos (el Gobierno español) no admite a ningún mediador experto en focas y elefantes que de su opinión y recete los correctores ópticos adecuados a los dos bandos; aunque luego cada uno decida tomarse la receta o seguir viendo distorsionada la realidad,  dando satisfacción a su criterio particular y a sus votantes.
Portavoces del Gobierno de España han afirmado que los catalanes que votan SI a la Independencia se han vuelto locos o cosas peores. En todo caso, estos millones de desafectos catalanes están en desacuerdo con la valoración sobre la realidad que hace el Gobierno español y piensan que, como este no acepta ningún mediador que intente ayudar a aproximar las percepciones del problema, la única solución es conseguir un Estat Independent en forma de República Catalana. El problema es: “¿Cómo piensan llegar a conseguirlo? y ¿Que coste tendrá el tránsito y cuanto durará?
Si el Govern Català consiguiera negociar con el Gobierno español de forma civilizada y democrática, ayudado por instituciones democráticas europeas, podría ser totalmente factible la independencia. Pero la terca realidad se encarga de demostrar, una y otra vez, que el Gobierno español no está por la labor de negociar nada, ni siquiera de que se consulte a los catalanes. 
La situación podría visualizarse como la de un matrimonio que decide divorciarse civilizadamente y consiguiera hacerlo con unas pérdidas mínimas y además quedaran amigos para colaborar en el futuro. Es una situación como la que nos presentan en muchas películas americanas. 
Una versión del tema más cercana a nosotros es la siguiente: "Uno de los cónyuges que quieren divorciarse, no está por la labor de negociar nada y quiere mantener cautivo al otro cónyuge a toda costa o dejarle sin nada si finalmente consigue el divorcio. Además hace lo posible para poner a los hijos en contra del cónyuge que desea dejar la relación". En este caso, la pareja suele perder prácticamente todo el patrimonio familiar en pleitos y disputas, sin contar con el daño psicológico que causará a hijos, familiares y a ellos mismos.
El Govern Català no tiene suficiente fuerza interna (no hay una mayoría abrumadora de catalanes que quieran la independencia a toda costa) ni externa (ningún gobierno-estado relevante apoya al Govern Català ni presiona con el éxito suficiente para hacer que el Gobierno español se siente a negociar con el Govern Català) para declarar y hacer efectiva la independencia. Guste o no guste, esta es la realidad y por tanto,  el President Puigdemont debería pensárselo muy bien antes de suicidarse épicamente.
Por la fuerza no hay solución para nadie, ni buena ni mala; ¡no hay solución!.