lunes, 9 de octubre de 2017

ANTES DE TOMAR LA DECISIÓN…¡REFLEXIONEN!

¡Quien tiene la fuerza, tiene la responsabilidad de administrarla proporcionalmente!
Hay que contener las emociones para proteger las libertades que tanto ha costado conseguir y poner todo el empeño en resolver los problemas.
Puede que sea muy placentero “hacer lo que te pide el cuerpo”, y hacerlo porque creas firmemente que tienes toda la razón, pero no siempre es recomendable. Y menos cuando lo que quiere tu adversario es que le des motivos para hacer todo lo que quiere, y puede hacer. Actuar así sería comportarse de forma muy torpe.
Puede que sea decepcionante para muchos, pero lo más inteligente es actuar para dificultar  al máximo que el Gobierno pueda aplicar “todas las medidas” que está deseando aplicar.
Puede que la EU haya decepcionado en la defensa de los Derechos Humanos y la democracia. Puede también que el PSOE y el PSC hayan decepcionado a algunos, pero tienen la llave para permitir un “posible cambio a mejor” en España para todos. Es un gran error confundir a los ciudadanos con las directrices que les dan los dirigentes de los partidos. Empeoran la situación las declaraciones de algunos “dinosaurios” que ya no tienen poder real dentro de los mismos y hacen declaraciones incendiarias, contrarias a lo que conviene a la mayoría: paz, progreso y mejora de las instituciones que los garanticen durante muchos años.
La resolución de los conflictos no tiene porque decantarse automáticamente a favor del que tiene razón; sino que suele hacerlo a favor del que tiene el poder de aplicar la fuerza de represión. Sería bueno recordar que por muy mal que estemos, siempre podemos estar peor y que a veces hay que pactar con el Diablo y votar con la pinza en la nariz, para conseguir, a medio o largo plazo, objetivos mejores y más duraderos. Sobre todo si el adversario político tiene suficiente poder y está dispuesto a usarlo para infligir mano dura a muchas personas. Los héroes sólo salen en los libros de historia que redactan los ganadores de los conflictos, pero son las familias de todos los ciudadanos los que sufren las consecuencias de sus actos. Los hiperventilados deberían recordar que lo de “¡Cuanto peor mejor!” no ha funcionado nunca.
Algunos intelectuales que lucían la etiqueta de progresistas parece que han bendecido la represión de la GC y PN en el 1-O o han hecho mutis por el foro. Ni se inmutan cuando algunos españoles están tratando a los catalanes como extranjeros, o como esclavos que quieren escaparse de la plantación y gritan ¡A por ellos…! para que los garantes de la ley los capturen, castiguen y vuelvan a encadenar.
No será bueno para nadie que alguien intente derrotar la legalidad y menos que quiera terminar con la paz social. Tampoco traerá nada bueno que alguien albergue la tentación de querer humillar públicamente a la sociedad catalana, porque hay por lo menos dos millones de catalanes que se atrevieron a desafiar los golpes de la GC y la PN; y esperemos que algún grupo descontrolado no decida ir más allá dependiendo de cómo actúe el Gobierno, si decide dar carnaza a esos que desean una humillación de los independentistas.
Quien piense que facilitar el traslado de empresas desde Catalunya hacia Madrid puede favorecer a la economía española en contra de la catalana no entiende la realidad económica española. Haría bien en enfriar su boca y aprender más sobre el tema.
Parece que estamos saliendo de una crisis que nos ha afectado a todos (a unos más que a otros). En estos momentos, alegrarse o delectarse del mal que pueda infligirse a los catalanes es una insensatez, porque perjudicando a la región que genera más del 20% del PIB de español, se está disparando a su pie, por no decir algo más arriba.
Los seguidores incondicionales del independentismo deben saber que ganar la batalla de la propaganda no equivale a ganar la guerra. Durante los próximos años será prácticamente imposible que el Gobierno central consiga revertir esa situación y lo más probable es que el relato independentista siga saliendo victorioso tanto dentro como fuera de Catalunya y de España. Ya ha impuesto su lenguaje al resto de España y, así, los medios de comunicación nacionales contraponen "el Gobierno de España al Govern de la Generalitat" (como si Cataluña ya no formara parte de España) e incorporan a su lenguaje el "derecho a decidir", la "desconexión"; el "Procès"; etc.
En el relato económico anti-independentista suele afirmarse que Cataluña fuera de España no sería viable. ¡Eso es pura retórica!. Numerosos estudios de expertos a nivel internacional afirman que sería totalmente viable y además, con el tiempo y las heridas cicatrizadas, volvería a la Unión Europea. Pero nadie habla del “paso del Ecuador” hasta llegar a esta tierra prometida, después de haber encajado durante al menos un decenio unos costes muy elevados que le vendrían por una triple vía:
1) La fuga de capitales y de empresas que trasladarían su sede social a otros lugares de España o del resto de Europa para poder así acceder sin trabas al mercado europeo de 510 millones de consumidores;
2) La carencia de una moneda propia en el mejor de los casos (o el nacimiento de una moneda catalana en el peor) y,
3) Un fuerte aumento del desempleo y una gran bajada de los salarios (para compensar la pérdida o dificultad del acceso directo a sus mercados principales (España y UE).
¿Cuántos ciudadanos catalanes, aunque estén totalmente desafectos del comportamiento de los Gobiernos de España y de algunos partidos españoles, están decididos a sacrificar los próximos 10 o 15 años de prosperidad cíclica que se avecinan?

El general de la tropa, antes de clavar las espuelas en el caballo y decir ¡Adelante mis tropas!, haría muy bien en mirar atrás, aunque sea de reojo y cerciorarse de cuantos y quienes les siguen; y de que fuerzas tiene a su disposición para asegurar la efectividad de la declaración que quiere realizar.