martes, 5 de septiembre de 2017

El Estado del Bienestar: un bello recuerdo

Cuando finalizó la II GM en todos los países occidentales-capitalistas se puso en marcha el Welfare State (Estado del Bienestar). 

Su finalidad era tranquilizar al trabajador para que se supiese protegido en la enfermedad, en la vejez, en el cuidado de sus hijos y en los puntuales momentos de desempleo. Además, las subidas salariales solían estar indexadas a la inflación y se podían pagar gracias a una demanda de trabajo que no cesaba de aumentar.
Los trabajadores tenían que estar tranquilos y trabajar, consumir, pagar impuestos, y reproducirse. Las consignas que llegaban del bloque comunista tenían poco que hacer en ese oasis de bienestar y prosperidad.
Se desarrolló una clase media-media que incorporó paulatinamente a más gentes de estratos sociales más bajos. Por encima de ella el 1% y por encima de estos el omnipotente 0,1%. Todo garantizado por un Estado que sabía lo que tenía que hacer para financiar el mecanismo con unos impuestos crecientes que absolutamente nadie discutía. 
Este sistema funcionó como un reloj suizo hasta la década de los 80. A partir de ahí, lenta, pero imparablemente fue declinando hasta llegar a la situación actual acelerada desde el 2010 cuando se produjo el crash de la actual crisis. 
Hoy el trabajo es una mercancía más cuyo precio tiende a la baja debido a que su demanda es decreciente. Una commoditie importable y exportable que debe tener flexibilidad total para poder ser usada según necesidad de forma que se pueda prescindir de ella según conveniencia. Las “reformas” que van en esa dirección comenzaron con el Gobierno Thatcher a principios de los 80 y siguieron Schröder con su “Agenda 2010”, España con sus Reformas Laborales, y últimamente Macron en Francia con sus ajustes. Todo orientado hacia un solo punto: la reducción del desempleo, un desempleo que hay que resolver y que antes no existía. 
Hoy, en cuanto a “elemento productivo”, no existe prácticamente ninguna diferencia entre el cobre, la madera, el petróleo o el trabajo. El trabajo lo aportan personas y el cobre se extrae de las minas, pero si pensamos en términos de disponibilidad, no. La tendencia apunta hacia el “uso según necesidad” en una atmósfera de exceso de oferta, luego, ¿para que preocuparse de cosas como la redistribución de la renta, la reducción de la desigualdad, el salario digno, la protección del trabajador y cosas por el estilo si la oferta no va cesar de aumentar a medida que la tecnología vaya sustituyendo al trabajo y si, además, las revoluciones ya no están de moda?.
El tiempo del factor trabajo pasó, y el de las personas que no aporten un “estratosférico valor añadido” con su trabajo también. Existe un exceso de población activa, pero a la vez los recursos son escasos y la población inactiva consume recursos pero no los repone; en ninguna parte. Si piensan que estoy pensando en esa Nueva Normalidad en la que la Renta Básica Universal, la marihuana legal y el ocio gratis por Internet se hallen estandarizados, aciertan, pero ya estoy pensando en que dentro de muy poco eso ya no será suficiente. Y… ¿entonces que?.