lunes, 21 de agosto de 2017

¡Todos somos Barcelona! y ¡No tenemos miedo! ¿Seguro?

He oído decir que “Tu miedo termina cuando tu mente se da cuenta que es ella la que crea ese miedo”. Esto es cierto cuando se trata de un miedo irracional, pero tal vez no lo es tanto cuando es debido a causas externas comprobadas. El miedo es una emoción que experimentamos frecuentemente, frente a diversas circunstancias. Hay miedos de todo tipo y algunos son completamente razonables: ¿quién no le teme al sufrimiento que lleva a la muerte?
El miedo ha sido una de las principales razones para que el hombre elaborara explicaciones míticas y religiosas frente a la realidad. Nuestros antepasados de hace siglos daban una respuesta asociada con la magia a los fenómenos de la naturaleza que resultaban amenazantes. Como pensaban que tales amenazas provenían de una fuente sobrenatural, también idearon fuerzas protectoras para resguardarse del miedo. El mecanismo básico era el de invocar la protección de esos poderes, a través de sacrificios y ofrendas. Han pasado los siglos, la ciencia y la tecnología ha avanzado mucho; en cmbio otras cosas relacionadas con la mente humana no han cambiado tanto. Ahora ya no ofrecemos sacrificios, pero sí ofrendas; y hacemos manifestaciones para conjurarnos colectivamente y anestesiar el miedo razonable al sufrimiento que causan unos criminales, extremadamente difíciles de detectar y detener, con la esperanza de tocar su humanidad y que dejen de perpetrar sus fechorías.
Tener miedo no es malo ni nos convierte en menos fuertes.
El miedo pone en funcionamiento una serie de cambios en el cerebro. Esta emoción se refleja en el sistema límbico, que se encarga de regular las conductas relacionadas con la huida, la lucha y la conservación. Cuando sentimos miedo se activa la amígdala y se acelera el ritmo del metabolismo, aumenta la presión arterial, se incrementa la adrenalina, sube el nivel de glucosa en la sangre, se intensifica la tensión muscular, se dilata la pupila y se detienen las funciones no esenciales del organismo.
El miedo altera la percepción. Es así como se ha descubierto que cuando alguien está en presencia de un objeto al que le tiene miedo, tiende a verlo de mayor tamaño y más cercano de lo que realmente está. Esos efectos se hacen aún más potentes si ese objeto se aproxima a la persona que lo observa. El grado de miedo depende de una experiencia de control. Por ello las personas experimentamos un mayor grado de miedo frente a las situaciones sobre las que tenemos menos control (al tener mayor control cuando conducimos nuestro coche que cuando nos llevan en avión sentimos más miedo viajando en avión que conduciendo nuestro coche).
Hay miedos que son universales, sin importar la época o la cultura a la que pertenezcamos. Todo sugiere que se trata de una respuesta a estímulos que todos los seres humanos perciben como amenazantes. Así, por ejemplo, la ligirofobia es un miedo irracional a ruidos fuertes, agudos, normalmente repentinos, como los de las explosiones. Las personas que sufren esta fobia no pueden soportar el estallido de un globo, de petardos, cohetes, etc. Dependiendo de la intensidad de la fobia, ni siquiera pueden estar en presencia de globos hinchados por temor a que exploten. En todas las culturas, los niños experimentan temor ante la posibilidad de ser abandonados o quedarse solos, sin el amparo de un adulto. En todas las culturas occidentales y en varias de otras procedencias, los adolescentes experimentan miedo a hacer el ridículo frente a sus padres y, en general, temen a la opinión de los demás frente a lo que dicen, hacen o a la forma como se ven. También en todas las sociedades hay un temor natural a los extraños: personas que visten, hablan, o tienen una apariencia desconocida para lo que es “normal” en la comunidad.
Hay personas que jamás experimentan miedo y eso no es un don especial, sino todo lo contrario: es una deficiencia. La personas que no tienen la sensación de estar amenazados o no perciben inseguridad, sin importarles qué tan peligrosa sea una situación, o qué tanto riesgo implique una conducta tienen un grave problema; porqué estando en peligro, no ponen en marcha medidas de seguridad preventiva. Por supuesto que esas medidas no asegurarán una inmunidad completa a los posibles ataques, pero si disminuirán la probabilidad de sufrirlos o su intensidad.
La mayoría de la gente desconocemos la probabilidad estadística de riesgo que conlleva actuar de una u otra forma, o estar expuesto a uno u otro suceso, y por ello hay que combatir los miedos injustificados. Pero los miedos justificados no hay por que negarlos.
Un “saludado” mío en Facebook, que entiendo es humano y no está anestesiado frente a los peligros que nos acechan, escribía el día posterior al atentado terrorista en las Ramblas de Barcelona: “Alucino escuchando a mucha gente, repitiendo lo que les dicen en la TV, una y otra vez. "No se puede vivir con miedo". ¿Pues yo estoy cagado!. Por mi y por los míos. Desde que empezaron todos estos atentados y ahora que ha tocado tan cerca, aún más!”. Más claro agua. Puede que no sea políticamente correcto hablar así. Pero es totalmente compresible y estoy seguro que, en la intimidad, muchísima gente pensamos los mismo. Hoy ha habido una falsa alarma en la Plaça de Catalunya de Barcelona. Una mochila abandonada. Reacción inmediata: Se ha despejado la zona, cortado el tráfico hasta aclarar la situación y descartado el peligro. ¿No hay miedo? Pues claro que lo hay. Y responsabilidad por parte de los servicios de seguridad también.
La RAE define “Miedo” como “la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario” o como “el sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea”. El miedo es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano. El miedo está relacionado con la ansiedad y su máxima expresión es el terror. 
Una cosa es tener miedo a un peligro imaginario o infundado y otra cosa tenerlo a un peligro real. El peligro a un ataque terrorista es real. Por ello estamos desde hace años en ”alerta 4”, y para evitarlo o minimizar sus efectos hay que “tomar medidas” a nivel mundial y a nivel local. Ignorarlo, despreciarlo, minimizar su importancia y decir que “no tenemos miedo” es una temeridad o una irresponsabilidad. Pienso que manifestarse para decir que estamos en contra de estas prácticas criminales es un acto folclórico para autoconsumo, puesto que la inmensa mayoría de los occidentales y de las personas que sufren la barbarie de esos criminales lo tienen clarísimo, y los relativamente pocos en porcentaje, que cometen estas acciones criminales y los que los apoyan, por acción u omisión, no les afecta lo más mínimo.
Ya hace días que vemos crespones y lacitos negros, muchas velitas encendidas en los lugares de la tragedia, las declaraciones institucionales pomposas y adornadas por el dolor, las referencias a la solidaridad, esas repetitivas frases como "Todos somos Barcelona" como antes fuimos Madrid, París, Berlín, Niza, Londres... Y por supuesto, el consabido "No nos dejaremos vencer por esta lacra" y tal y cual... Y mientras tanto, a seguir contando nuestros muertos, a seguir asistiendo a funerales y a esperar el próximo atentado ¿Cuándo será? ¿Dentro de 3 días, de 4, de un mes, de dos? y ¿Dónde? ¿En Madrid, en Sevilla, en Granada, en París, en Berlín, en Bruselas, en Londres, en Roma, en Estocolmo, en Ámsterdam...?. Mientras siguen ondeando pancartas del tipo "Refugees welcome", las puertas abiertas para la “entrada descontrolada” de inmigrantes o de islamistas. Seguiremos permitiendo que sigan construyendo sus mezquitas y que les sigan dando todo tipo de ayudas para el alquiler de viviendas, las ayudas por hijo, las becas-comedor para los colegios de los hijos, y que no les falte su paga mensual por no trabajar. Sí, sí... por no trabajar y ayudando a la subsistencia de sus familiares en su lugar de origen, donde se construyen grandes casas en lugares semidesérticos, “buscándose la vida” y soñando con la tierra prometida.
Expresar todo esto está muy mal visto por muchos sectores mediáticamente influyentes e inmediatamente suscita comentarios recriminatorios. A cualquiera que clame contra todos los “buenistas” (de palabra y no tanto de hechos) y contra la demagogia barata, le acusarán de nazi, de fascista, de ser un racista xenófobo e incluso de ser franquista.
Todo es muy complicado y siempre hay puntos que muestran una de las dos caras de la misma moneda; pero todo el mundo debe tener derecho a decir lo que piensa sin ofender y debe censurarse la expresión de ninguna idea, ni siquiera la contraria a la tuya. Lo único que hace falta es comprensión, análisis y respuestas sin censurar ninguna “idea”.
¡Sí que tenemos miedo!, porque somos humanos. Los políticos en vez de lanzarnos sus consignas triunfalistas, saliendo en las fotos rodeados de grandes guardaespaldas y fortísimas medidas de seguridad, lo que tendrían que hacer es asegurar al máximo lugares previsiblemente expuestos a los ataques islamistas y terroristas de cualquier tipo, y tomar medidas políticas adecuadas al respecto.
Tan cierto como que tenemos miedo es que al mismo tiempo nos aguantamos, lo soportamos y seguimos con nuestras vidas al igual como lo hacemos sin que nos guste la corrupción, el paro, las políticas fascistas y demás desmanes que suceden a nuestro alrededor y que denunciamos pero no conseguimos resolver, porqué muchos niegan su importancia o toleran su existencia. Por desgracia cada día estamos más acostumbrados a tragarnos sapos, por educación, por prudencia, por no tensr la convivencia y por mantener la esperanza de que se resuelva algún día, etc.. Acostumbrarse vivir rodeado de gente que practica estas actividades nocivas es lo peor que le puede pasar a alguien.
Dicho esto y sin ningún ánimo de crítica ni directa ni encubierta, me hago estas preguntas a las que no encuentro respuesta de nadie y que creo que antes, durante y después de las manifestaciones deberíamos hacerles a los responsables para que las contestaran…
¿Por qué los gobiernos de los estados occidentales —sus ciudadanos son masacrados en diferentes atentados terroristas— no dejan de vender armas y de manipular los gobiernos de los países que apoyan, generan o toleran esos movimientos criminales?
¿Por qué no se controla la identidad y la actividad de todos los inmigrantes y asociaciones subvencionadas, máxime la de los que ejercen cargos públicos en mezquitas, escuelas coránicas, etc.?
¿Por qué a nadie le extrañó que en una vivienda de Alcanar entraran más de 100 botellas de gas butano, sin salir ninguna; trasiego de gente extranjera, etc.?
¿Cómo es posible que la comunidad musulmana de Ripoll y los dirigentes de la mezquita en donde el imán, supuestamente con antecedentes, nunca supieran nada cuando la Unidad de Proximidad de los Mossos d'Esquadra —realiza una constante vigilancia y supervisión de las mezquitas en Cataluña— les preguntara por el imán que habían contratado?
-¿Cómo es posible que los responsables de la mezquita no avisaron inmediatamente a la UP de los Mossos cuando les dijo que el imán quería irse a Marruecos tres meses y al no obtener el permiso, dejó su cargo y desapareció? No les hizo sospechar esta conducta?
- ¿Cómo es posible que aunque los Mossos han explicado que Abdelbaki, muy probablemente, sea uno de los fallecidos en la explosión del pasado miércoles de Alcanar, para algunos vecinos musulmanes de la comunidad el imán sigue vivo?. "No murió, no es el de la explosión", afirmó un familiar de los terroristas. "Nos han dicho amigos de Marruecos que este hombre se fue a Siria. Y que lo han ascendido por ser tan buen reclutador" Eso significa que estos familiares sabían de sus “actividades” aparte de rezar, ayudar y atender a los fieles, y por tanto se pone en tela de juicio la colaboración (por acción o por omisión) de al menos parte de la comunidad islámica con la policía y las instituciones catalanas.
- ¿Por qué no había ningún furgón policial en la entrada de la Rambla - Pelai, el día de la tragedia?
- ¿Porqué en aquella zona no hay pilones o cualquier elemento que impida entrar en la rambla furgones o vehículos asesinos? 
- ¿Por qué pudo recorrer la furgoneta asesina más de medio kilómetro sin que nadie la detuviera? ¿Por qué el conductor pudo bajarse, cruzar el mercado de la Boquería, andar hasta la zona universitaria de la Diagonal, matar a cuchillazos a un chico para robarle el coche, huir con el vehículo, abandonarlo en Sant Just y escaparse impunemente?
- ¿Por qué en zonas turísticas, llenas a rebosar de gente, en súper temporada alta, no está el tráfico restringido si estamos en alerta terrorista de nivel 4?
- ¿No había ningún agente de seguridad (Mossos, guardia urbana, policía secreta, etc.) cerca del medio quilómetro entre la calle Pelai y el Liceo? ¡Pues si que estamos protegidos!…
¿Quién es responsable de todo esto? Los agentes del orden no pueden estar en todas partes, por supuesto, pero estamos hablando de un lugar emblemático atestado de gente sin ninguna seguridad activa ni pasiva. ¡Irresponsables!
¿Por qué no se ponen —al menos en las horas de mayor afluencia de peatones— impedimentos a la circulación de vehículos en la Rambla y otros lugares como el Portal del Ángel, la Rambla Catalunya, Paseo Marítimo, la Sagrada Familia, etc.? 
Si a los dirigentes y servidores públicos les faltan ideas, que abran un concurso para que otros puedan proponer medidas de prevención. Será dinero bien gastado.
Mientras termino de escribir este post comunican que han localizado y abatido al conductor de la furgoneta en Subirats. Un pobre desgraciado que no había tenido ni las luces de cambiarse la camiseta que llevó durante el atentado para dificultar ser reconocido. De esos tipos seguirá habiendo y hay que hacer lo posible para proteger a la población de sus cruentas acciones.