domingo, 16 de julio de 2017

Modelo social escandinavo

Periódicamente aparecen artículos en prensa, ampliamente difundidos en las redes sociales sobre las bondades del modelo social escandinavo en contraposición a las políticas neoliberales causantes de todos los males que se aplican en nuestro país.
Sucede a menudo que las políticas intervencionistas que los gobernantes aplican en nuestro país se confunden con las políticas verdaderamente liberales, que procuran facilitar la creación de riqueza para el mejor bienestar de todos los ciudadanos. Unas políticas que favorecerían la responsabilidad de los ciudadanos, que procurarían asegurar un mínimo de ingresos para todos, por ejemplo a través de una Renta Universal Garantizada para que todos tuvieran las mismas oportunidades (poco que ver con la Renta Garantida Ciudadana que se acaba de aprobar en el Parlament de Catalunya) y que luego fuera cada ciudadano, a través de su iniciativa privada y de su esfuerzo el que se costeara el nivel de vía que desee. De eso ya hablaremos otro día.
Es un hecho que los modelos sociales de los países nórdicos son caros y demandan ingresos tributarios elevados; sus presiones fiscales rebasan el 50% (y hasta el 60%) de sus bases imponibles. Aún así, dicen que sus ciudadanos se vanaglorian del llamado pragmatismo escandinavo, sacrificios a cambio de garantías en la obtención de sus suculentos dividendos, que les lleva a mantener, en estado de transformación perpetua, sus modelos del bienestar. Eso si, a diferencia de lo que sucede en nuestro país, con transparencia y rigor en las cuentas.
A los padres españoles les gustaría que su Gobierno les tratara como a los suecos que gozan de una de las bajas por paternidad más placenteras, prolongadas y gratificantes, económicamente, de todo el planeta. También les gustaría que sus hijos pudieran disfrutar   de un sistema educativo, uno de los de mayor prestigio internacional, como el de los finlandeses. Todos soñamos con que nos sucediera lo que a los noruegos, que han disfrutado del incremento de la riqueza familiar más súbita y espectacular, así como del mayor apoyo social al pago de impuestos. ¿A quien no le gustaría vivir en Dinamarca, que acaba de ser reconocida como mejor lugar para vivir? (Si se valoran parámetros como el acceso a Internet, la confortabilidad de las viviendas, la Sanidad o la libertad de expresión, entre otros).
Que bonito ¿verdad?  ¿No sienten algo o mucho de sana envidia de sus vecinos lejanos (lo digo por aquello de que también son monarquías) de los países nórdicos y escandinavos?
¿Tendrán los nórdicos, tanto los ciudadanos como sus dirigentes, un ADN privilegiado que les permite alcanzar estas altas cotas de bienestar? ¿Cómo lo consiguen?

¿De donde vienen los grandes ingresos público-privados que permiten mantener ese sistema de protección social?
Porqué no se publicita que en los países nórdicos no siempre se ha vivido como en las recientes décadas y que sólo lo lograron años después de convertirse en “estados ricos”, con economías que permiten prácticamente la independencia económica.
Una vez se consigue suficiente riqueza para ser independiente económicamente (o al menos ser poco dependiente), uno puede decidir gastarse el dinero en “caprichos” o en invertir para mantener el mejor estado de bienestar posible; pero no es posible mantener el estado de bienestar sin conseguir antes los medios económicos suficientes. No es ético aspirar a vivir del esfuerzo de los demás: ni robándoles, ni estafándoles, ni intentando obligarles a una solidaridad forzada obligándoles a que repartan lo que con su esfuerzo y legalmente han conseguido. No incluyo en este grupo a los que se han enriquecido ilegalmente, han defraudado al no pagar los impuestos progresivos que les corresponden, etc. A estos, habría que perseguirlos, hacer que devolvieran lo robado, pagaran la multa correspondiente y asegurarse de que sirvieran de ejemplo para que todos supieran que delinquir no es fácil ni sale gratis y así disuadir a otros, de actuar ilegalmente o incívicamente. Por mucho que se popularice, nunca será justo pensar: “¡Mira cuánto gasta el vecino!. Yo quiero que se reparta el dinero para que los dos podamos gastar igual”.
Suiza, otra economía “libre”, usa otro sistema distinto al nórdico. Deja el dinero en manos de los ciudadanos para que mejore el nivel de vida privado y también el comunitario. Tanto el modelo nórdico como el suizo parecen mejores que el español, y cualquier liberal estaría encantado de adoptarlos para sustituir al intervencionismo español. Pero adoptarlos “enteros”, no solo en lo referente al gasto e intentando que el dinero lo ganen otros, y repartirlo después entre todos.
¿Como consiguen los países nórdicos ese mercado de trabajo tan próximo al pleno empleo?
Al tener prácticamente pleno empleo los POCOS que no tienen trabajo, durante el corto periodo en el que buscan otro, pueden disfrutar de un subsidio por desempleo adecuado.
¿Como consiguen unas pensiones de indudable valor patrimonial, tan diferentes de las españolas? 
¿No será por la ayuda determinante del Fondo Soberano Noruego, el más rico del mundo, con casi un billón de dólares, que sólo invierte en empresas con sello ecológico y buenas prácticas en los negocios y que destina la mayor parte de sus beneficios a sufragar el retiro de sus mayores?.
¿De donde ingresa el dinero este gran fondo? ¿Los ingresa con la ayuda del turismo, del ladrillo o de la agricultura?  ¡No! Los ingresa principalmente por la venta del petróleo que lleva extrayendo del mar del Norte en inmensas cantidades desde hace unas pocas décadas y que vende a otros países no tan respetuosos como ellos con el medio ambiente.
Los gobiernos escandinavos han establecido unos planes de estímulo que no han escatimado recursos. Los “salvavidas” han sido tan numerosos como confortables y han merecido la pena. Sus recesiones han sido puntuales, manejan superávits fiscales, sus economías crecen y tienen sus deudas bajo control. Sin dejar de abanderar las clasificaciones sobre innovación, competitividad, equidad de género y riqueza per cápita (exceptuando el dato artificial de los paraísos fiscales) y con una ausencia total de conflictividad laboral en sus calles.
¿Todo es tan bonito como lo cuentan?
¿Porqué no reparamos en que, con objeto de restablecer el actual déficit laboral y posibilitar crecimientos a medio plazo superiores al 2%, se han establecido férreos controles de inmigración, instaurados por los partidos conservadores de la coalición gubernamental, pero también secundados por el partido socio-liberal?
Y si comparamos su clima a lo largo de todo el año, su gastronomía, su variedad de paisajes, la simpatía y ganas de vivir de sus ciudadanos, su tasa de suicidios, sus fiestas, etc. con lo que podemos disfrutar en nuestro país. Eso también es calidad de vida aunque no se cuantifique.
Los modelos nórdicos pueden parecer muy bonitos, pero hay que explicar toda la película, no sólo la parte que le interesa a cada uno.
En España, todos deseamos disfrutar servicios públicos de calidad....pero cuando nos hablan de cuidarlos, de usarlos con prudencia (sin abusar) y por supuesto de pagar mas impuestos, de eso nada,....y así nos va. Es muy difícil salir de la dicotomía:
- Unos aseguran que no pueden pagar su parte de la “fiesta” porque ni siquiera ganan para poder llegar a fin de mes, aunque tienen el mismo derecho que todos a recibir “servicios dignos y de calidad”... Gritan: ¡Que paguen mi parte los que tengan dinero!  Si los políticos que “redistribuyen a su clientela” estafan, miro hacia otra parte, mientras a mi me den parte del pastel. 
- Otros dicen: yo que he trabajado sin descanso y he ahorrado, llevando una vida frugal,  para procurarle un cierto bienestar a mi familia y asegurarme una vejez tranquila; ahora salen otros que, con la excusa de que “hay que vivir la vida”, se han gastado todo lo que ganaron e incluso se endeudaron y ahora quieren apropiarse de mi granero y del que les quiero dejar en herencia a mis hijos. ¡Pues no me da la gana!. Hermanos si, pero no tontos.

Y entre unos y otros, simplificando mucho, se perpetúa la dicotomía tan difícil de resolver.