martes, 9 de mayo de 2017

REFLEXIÓN PARA LOS NUEVOS CATALANES

¡Hola vecinos y conciudadanos! 
Hace mucho tiempo que llegasteis a Catalunya desde vuestros "terrenos" de origen, que vuestro corazón nunca olvidará. Todos sabemos que la distancia y el tiempo edulcoran los recuerdos, es una reacción del cerebro que nos permite adaptarnos más fácilmente a los cambios. Muchos de vosotros tenéis familiares que escogieron quedarse en el lugar donde nacieron y que no experimentaron lo que vosotros; y todos sabemos no es lo mismo que te cuenten el resumen de una película que protagonizarla.
La vida ha cambiado mucho desde que tomasteis la decisión de emigrar de vuestra tierra natal. Seguramente habréis pensado en alguna ocasión que no es nada sencillo «volverse nativo», ser aceptado como tal y llegar a ser parte constitutiva de la escena cultural que se va configurando en un país al que se llega desde otro territorio. Como tampoco es sencillo para los nativos adaptarse a las alteraciones de la vida que acompañan la presencia de nuevas poblaciones con otras hablas y costumbres.
En los próximos años es probable que Cataluña y los Países Catalanes en general continuen participando activamente de los movimientos de población que se producen a escala más cercana y también a escala mundial, marcados por toda una historia pasada. Siempre ha sido así y seguramente seguirá siéndolo, y será la vía de evolución de nuestra sociedad. Una región dinámica de Europa, desde el punto de vista económico y cultural, con un puerto estratégico en el Mediterráneo y un aeropuerto importante. Es probable también que, como en otros lugares, se manifiesten aquí los efectos del exacerbación de la movilidad, con posible pérdida de referencias de lugar. Y seguramente habrá que competir con otros países con economías en expansión por la disponibilidad de mano de obra cualificada, y quizás también por la no calificada, y luchar contra una excesiva fragmentación del mercado de trabajo, en el seno de un entorno sometido a una crisis social.
Y también habrá que reconocer y no menospreciar el riesgo de que la identidad catalana quede diluida e incluso borrada si los elementos adversos prevalecen y si la respuesta no es la adecuada. Pero este riesgo no deriva del fenómeno migratorio, sino de unas políticas -ajenas y también propias- que juegan a la contra.
Finalmente, si las cosas van bien, mezclaremos los colores de la piel, aumentará la diversidad, modificaremos las costumbres, los rituales, las normas y los patrones de relación con los demás, y retocaremos el habla, como ya se hizo en otros momentos de nuestra historia más antigua y también más reciente. 
Favorecer la integración de todas las personas que viven en el país -las que ya están y las que llegarán- es apostar por la buena marcha del conjunto. La cuestión es ver hasta qué punto Cataluña será capaz de persistir una vez más en el mantenimiento de su idiosincrasia como pueblo, de sus rasgos diferenciales, de su lengua propia (catalán); si conseguirá tener y compartir un proyecto fuerte de cara al futuro, partiendo de la historia pasada. No es fácil, pero tampoco imposible. Por ello, todas las personas de buena fe que quieran lo mejor para ellos, para sus familias y para todos los demás deberían trabajar para que este “deseo” pueda hacerse realidad a pesar de las multiples trabas que encontremos en el camino.