lunes, 8 de mayo de 2017

Progresistas en la plaza y fachas en la intimidad

Facha es una síncopa coloquial del adjetivo fascista. En España solemos llamar facha a quien es muy de derechas, aunque hoy en día esto no es decir mucho porque a veces los actos de algunos a los que se les califica de derechas parecen consecuencia de las ideas que podría tener alguien de izquierdas y viceversa. 
En estos tiempos líquidos las palabras se usan olvidando su significado más genuino y al tener a menudo más peso que los hechos confunden a las gentes que vocean y hasta votan lo contrario de lo que personalmente les conviene.
¿Que pasaría si un tonto o un autoritario lograra apropiarse de ciertos “slogans propagandísticos” alterando el sentido de las palabras? ¿Terminaríamos perdiendo la libertad?
Seamos conscientes pues que preservar y difundir el correcto significado de las palabras es esencial para garantizar la convivencia en unos tiempos en los que las «fake news» (las noticias falsas) difundidas por diferentes medios y por las redes —que suelen brindar poco espacio al raciocinio y a la meditación— son percibidas como verdaderas por demasiadas personas; y ya dijo Confucio que el sentido cambiante y confundido de las palabras puede cambiar actitudes, comportamientos, políticas y estados de opinión locales o globales.
A modo de ejemplo, intenten escuchar (sin mirar las imágenes) el siguiente discurso extraído del NO-DO. ¿Dirían que es de un político de izquierdas o de derechas? 
Lo pronunció en 1945 el ministro falangista Arrese y rechazaba el capitalismo.

Es normal ver que términos antagónicos como facha o neoliberal se apliquen a las mismas personas y aunque sea una gran inexactitud muchos lo usan sin pudor alguno y muchos ni siquiera entienden ni se cuestionan el porqué del error. Una mentira repetida insistentemente puede hacer que muchos la consideren verdad.
Actualmente hablar de la ideología fascista es políticamente incorrecto, a pesar de que hay mucha gente crítica con el capitalismo, con el €, con la globalización etc. En España, cuando se habla en público, la inmensa mayoría da por sentado que la democracia como sistema político es lo mejor de lo mejor. Algo incomprensible con la cantidad de “neoliberales” simpatizantes del franquismo, tantos “comunistas” admiradores del castrismo y tantos “populistas” admiradores de repúblicas bananeras que dicen tener la solución a todos los males que nos han sobrevenido en los últimos años en nuestro “paraíso” u “oasis” según donde estemos. De la misma forma que es difícil encontrar a alguien que no se declare culto e instruido y luego resulta que hay programas televisivos de bajísimo nivel cultural que se mantienen con buenas cotas de audiencia durante años. Somos así: una cosa es la fachada y otra la realidad.
Según el diccionario de la RAE, se llama “facha” a una ppersona o cosa muy fea, ridícula, extravagante o que viste inadecuadamente; a un adefesio o mamarracho. Otra acepción del termino es el que califica como “facha” a una persona de ideología política reaccionaria aunque coloquialmente se llama “facha” a una persona muy dictadora. 
¿Acaso no somos todos un poco (o un mucho) dictadores? ¿Acaso no es la “ley del embudo” la más practicada?
Por supuesto que cuando se habla de grados todo es relativo y todo depende de con quien nos comparemos, pero analicemos... ¿Cuántas veces juzgamos, censuramos, intentamos ordenar la vida de los demás?
Cuando hablamos de los “Gobiernos” ¿cuantos pensamos que lo hacen fatal y que cualquiera de los que no han gobernado nunca nada podría hacerlo mejor?
Cuando pensamos en los “ricos”… ¿cuántos somos capaces de evitar caer en la tentación de pensar que podemos saber mejor que Amancio Ortega, por ejemplo, lo que debe hacer con su fortuna?. Personas que hace décadas que perdieron la ambición profesional, que practican la ley del mínimo esfuerzo y valoran su ocio por encima de sus ahorros, ¿cómo pueden pretender entender a una persona anciana que aún se preocupa por seguir trabajando, por hacer crecer su hacer crecer sus empresas o negocios y obtener más beneficios?. 
Hay algunos pocos que se alegran que existan personas así, aunque no las entiendan del todo ni compartan todo lo que hacen. Si pudieran elegir, preferirían que hubieran muchas más personas así con sus grandes y exitosas empresas, ganando mucho dinero y también creando empleo y pagando relativamente bien a sus empleados que tantos “Ni-Ni-Ni-Ni” que prefieren vivir mantenidos por subsidios, caridades o regalos con tal de no dar un palo al agua.
Siempre se suele pensar que las personas ricas son de derechas y las pobres de izquierdas, aunque si miras las declaraciones de rentas de los políticos, con sus supersueldos, ves que declaran que no tienen ni un duro y a gente que se proclaman de izquierdas que viven a todo tren. En estos tiempos líquidos todo es un lio y los viejos tópicos se desmontan. Ahora hay personas ricas y famosas que se proclaman de “izquierdas”. El Gran Wyoming” fue de los primeros en quitarse la chaqueta del PSOE para abrazar la de Podemos y lleva años haciendo varios programas semanales cuyo principal contenido es criticar al PP y a los poderosos y “ricos”. Y él, aunque se califica de izquierdas y de Podemos es más rico que el 95% de los españoles. A finales de 2014 reconoció poseer 19 inmuebles en Madrid y los tiene porque sus seguidores le han hecho rico viendo sus programas, como lo es Amancio Ortega porque sus clientes compran en Zara o Justin Bieber porque millones de personas le compran sus discos. Ellos venden unos “productos” y sus “clientes” se los compran y, nos guste o no, es la recompensa a su trabajo y a su talento; porqué nadie ha obligado a nadie a que compre en sus tiendas y no en las de otros o se haga su ropa; o alegre sus tardes tocando la guitarra.
¿Le hace más pobre a alguien que Wyoming tenga 19 casas y otros ninguna? 
¿Debe tener un límite de beneficios por su trabajo? 
Mientras tenga audiencia ¿se merece seguir ganando dinero?. 
¿Por qué razón quien crea o genera riqueza, no debería tener derecho a quedarse con una parte, sin límites?. 
Lo que hace falta y debe asegurarse el “Estado controlador” es que las actividades con las que ganan dinero sean legales y que todos paguen todos los impuestos legalmente establecidos. Que el control sea eficiente y la justicia correcta y rápida.
Es difícil aceptar que una persona de izquierdas tenga más de una vivienda y menos que acumule 19 casas. Si fuera otra persona en lugar de un “famoso fan de Podemos” la acusarían de especulador inmobiliario, pero él tiene claro que lleva 30 años trabajando en televisión, ha ganado mucho dinero y lo ha invertido en lo que le ha parecido mejor. Unos se lo pulen en mansiones, fiestas, viajes, sexo, drogas y rock & roll; Wyoming compró casas y otros lo reinvierten mejorando sus empresas y generando beneficios.
¿Por qué tanta gente que dice defender la libertad juzga con tanta ligereza y no admite que la gente haga lo que quiera con el dinero que legalmente ha ganado?
¿Por qué esa manía de pretender “expropiar y repartir” algo que no es nuestro? 
No puedo evitar pensar que en el prejuicio contra los ricos hay más envidia que racionalidad y hay más incomprensión hacia sus actitudes que crítica social ya que no hay ninguna prueba, ni teórica ni histórica, que demuestre que una sociedad con menos ricos sea más próspera. Más bien todo lo contrario, porque a nadie ha hecho rico nunca repartir la miseria.
¿Y sabéis lo más curioso? Todos los españoles, incluso los de familias más humildes, nacemos con unos servicios asistenciales, una sanidad y una educación universal, un clima y una variedad de alimentos que nos convierte en ricos a escala planetaria, puesto que la inmensa mayoría de los habitantes de la Tierra no disponen de tanta riqueza social en los lugares donde nacieron. Y seamos todos conscientes que si no hemos nacido en ninguna de la mayoría de naciones/regiones del mundo donde no disfrutaríamos de estas ventajas, no es por nuestro esfuerzo ni por nuestro talento sino por la decisión de nuestros padres; que nacieron o vinieron a nuestro país/región/nación para labrarse un porvenir y nos trajeron al mundo en este entorno, siempre mejorable aunque privilegiado si lo comparamos con otros. Seamos conscientes que nosotros somos “ricos por herencia” y es nuestro deber trabajar y comportarnos adecuadamente para conservar y mejorar este entorno que recibimos en herencia de nuestros antepasados para las generaciones futuras. Reclamar derechos y también respetar deberes.
Ya saben, ¡menos pedir y más producir!