lunes, 30 de octubre de 2017

Despertando del sueño

Estamos solos, como títere sin cabeza. El Govern está cesado, el Parlament disuelto y los dirigentes llevan tres días callados después de proclamar de palabra la República Catalana.
Ayer domingo, una gran multitud defendió la unidad de España en Barcelona. Un pequeño grupo de extremistas de ultraderecha dejaron su anecdótico sello, atacando Catalunya Radio, una escuela e incluso a los Mossos en la puerta de la Generalitat. La manifestación se desarrolló ordenadamente y sin incidentes. Como siempre sucede, para la organización asistieron cuatro veces más personas que para la Guardia Urbana. Siempre sucede que todos están orgullosos de “lo suyo” y lo valoran con sesgo positivo, aunque un observador que intente controlar los sentimientos y ver objetivamente las cosas sabe que las calles tienen un determinado número de metros cuadrados de superficie y que pueden acoger sólo un máximo número de asistentes; a no ser que hagan piña como en las celebraciones castelleras. Lo verdaderamente importante es que la pregunta ¿Cui prodest? ¿A quién conviene más la fractura social en Catalunya? siempre queda sin respuesta para la mayoría de los ciudadanos.
Los unionistas suelen repetir que cientos de miles de catalanes se han vuelto locos los últimos cinco años pidiendo primero que se pueda ejercitar el “derecho a decidir” y luego la independencia. Aunque se repita cientos de veces, en decenas de medios de comunicación, es algo difícil de creer. En todo caso, si algunas mentes perversas hubieran inyectado el virus de la locura a cientos de miles de catalanes (37%), al mismo tiempo que dejaba perfectamente cuerdos a otros cientos de miles (30%) y anestesiados a los demás cientos de miles (33%) ¿Qué pretendían conseguir estas mentes perversas que inyectaron el peligroso virus? Piensen. Piensen, que pensar es gratis, Aunque requiera un esfuerzo por su parte, encontrarán la recompensa.
Según los que se creen cuerdos, estas mentes perversas inyectaron el “virus indepe”—adoctrinando en las escuelas y “construyendo toda una ideología tóxica y una historia edificada exclusivamente sobre mentiras”— y provocaron que, alrededor de dos millones de infectados (la mayoría de ellos hace muchos años que dejaron la escuela), salieran a manifestarse durante cinco años seguidos y votaran en las elecciones a favor de una quimera. 
Si escuchamos a los separatistas, el plan que presentaron los oradores de la manifestación del 29/10/2017 convocada por SCC con apoyo de PP, Cs y PSC para preservar la unidad de España, tenía un objetivo muy claro: someter Cataluña a un proceso de desnacionalización, una especie de esterilización identitaria y folclorización cultural que erradique para siempre el virus separatista. Un ministro ya dijo que era necesario “españolizar a los niños catalanes”.
En la manifestación, los “vivas” a España, a Catalunya, a la Policía Nacional, a la Guardia Civil y al Rey, se alternaron con otras consignas como “¡Esta es nuestra policía!” (se referían a la GC y la PN, no a los Mossos), “¡Puigdemont a prisión!”, “¡Trapero cabrón, a prisión!”, “¡Votarem!”, “¡Yo soy español!” o “¡Barcelona es española!”, “¡Estas calles también son nuestras!”, “¡TV3, manipuladora!” (¿Qué hacen TV1?), etc.
La Policía nacional Twiteó: “Defenderemos el Estado de Derecho y la legalidad por todos, por la unidad y sensatez”. La masa aplaudía y levantaba las banderas cuando sobrevolaban los cinco helicópteros, cinco, de la GC y PN. El sentimiento principal de los asistentes podría resumirse “Todos unidos-Catalunya es España”; aunque podrían detectarse bastantes matices mas. Asistían una inmensa mayoría de castellano-parlantes. Muchos de ellos ondeaban, y algunos cubrían sus espaldas, con banderas españolas (todas constitucionales, sólo alguna con toro). También había algunos que llevaban “senyeras” pegadas a una bandera española y muchos corazones tribandera (Cs).
Aparte de lo vistoso y de las emociones que en cada asistente pudiera provocar el evento, resulta sorprendente cómo puede hacerse un discurso de la "concordia" cuando se acusa al otro bando de "racismo identitario" (Paco Frutos, partidario de Bashar al Asad) o de "golpistas" (Carlos Carrizosa). También resulta sorprendente intentar buscar “complicidades” y “concordia” entre todos los catalanes, cuando se acusa a los medios que tienen una línea editorial no coincidente con la de los organizadores, de "sembradores de odio" (Josep Borrell sobre el ARA). Como siempre, no se evalúa la posible implicación en la tarea de adoctrinamiento o “siembra de odio” que puedan efectuar los medios de comunicación de amplia y casi única difusión en toda España. Según los unionistas, todos ellos cuentan la verdad y opinan según una rectitud moral fuera de toda duda. 
Cuando alguien me dice que los malos, incorrectos o tendenciosos son siempre los “otros”, no puedo más que pensar que no me están contando toda la verdad; que me están vendiendo un discurso partidista. La vida me ha enseñado que siempre hay varias aproximaciones a los hechos y que el mapa nunca describe fielmente el territorio.
Todos podemos expresar nuestra opinión y defenderla con argumentos. Se puede defender que los independentistas son todo esto o cosas peores, pero si realmente se quiere sumar, lograr concordia entre todos, y alguien se piensa más razonable y en poder de más verdad que los independentistas, entonces no debería decir que se está a favor de la convivencia; porque nadie quiere convivir con un racista o un golpista. Tal vez la pretendida “concordia” sólo sean palabras. Tal vez, cuando algunos dicen “Catalunya es España”, lo que piensan es “Catalunya es propiedad de España”; y cuando dicen que los “catalanes son españoles”, lo que sienten es “los catalanes son súbditos del Reino de España”. ¿Será que los “líderes del movimiento nacionalista español” aspiran a diluir los avances en el autogobierno de Catalunya, obtenidos en cuatro décadas de gobiernos catalanistas?. ¿Pretenden arrasar el más preciado de todos: el modelo de escuela catalana inclusiva, que muchos de los asistentes ayudaron a construir y consolidar; y seguidamente todo lo que conforma los atributos nacionales de Catalunya?
En los últimos años, independentistas y unionistas se han hartado de usar sinónimos, de tergiversar el significado de las palabras, de ocultar verdades o directamente de mentir a la ciudadanía. Unos y otros “incitadores” han excitado los sentimientos de los ciudadanos hasta niveles difíciles de soportar y hasta puede que peligrosos. Algunos se consuelan con que el independentismo ha conseguido que el resto de españoles se sientan más unidos. Si lo que les ha unido es ir contra los “catalanes desafectos” vamos mal. Muy mal. Así no se consigue unión sino dominación. 
Borrell pidió a todos los manifestantes: “Iremos a votar, no como buitres que se comen un cadáver, sino como ciudadanos que saben que pueden hacer historia con su voto”. “Hacer historia” es otra de las palabras que últimamente están muy devaluadas, porque “días históricos” (y sin resultados o con resultados negativos para la ciudadanía) hemos vivido demasiados.
Urge que todos los catalanes despertemos de una vez, cambiemos rápidamente el chip y bajemos a la tierra (muy embarrada, por cierto) para defender nuestras legítimas ideas políticas, rebajando las emociones y aumentando el seny (cordura). Será muy difícil hacerlo porqué la excitación es máxima, pero es absolutamente necesario calmarse, meditar, valorar lo que todos nos jugamos, empezando primero por la salud, la convivencia pacífica (hay quien anhela un Ulster en lugar de una Escocia) y la economía. Tiempo habrá de hablar de todo lo demás.
Se ha suspendido la “ofensiva” por ausencia del director. Urge construir el relato de la “resistencia” para sobrevivir como nación próspera. ¿Quién dijo que la resistencia era la auténtica especialidad de los catalanes?. No digo que la resiliencia y la resistencia no sean buenos atributos, pero en estos momentos, mejor sería que nos hiciéramos especialistas en usar la cordura. Que nos hiciéramos especialistas en pedir a los que quieren ocupar los sillones del Parlament y formar Govern, que nos “clarificaran pormenorizadamente que quieren hacer con sus cargos” porque ello afectará a nuestro futuro y el de nuestras familias. Ya no nos sirven cantos de sirena con proyectos ilusionantes, pero ambiguas y nebulosos. Construir una reputación, un negocio, riqueza, estructura social cohesionada, cuesta mucho tiempo y muchos esfuerzos. Perderla, cuesta muy poco. No tenemos todo el tiempo del mundo para soñar en quimeras. Tenemos un tiempo finito para vivir, desarrollarnos y ser felices. 
Se ha visto que objetivos demasiado ambiciosos han quedado en nada bueno para nadie. Es el momento de actuar responsablemente, de plantearse objetivos razonables y abordables con un muy amplio consenso, de votar, de contarse, de aceptar el resultado democrático y de luchar para conseguir superar el bache. Por el bien de todos y sin enfrentamientos inútiles, que sólo aportan desgaste y pérdida para todos.

sábado, 28 de octubre de 2017

La República Catalana (5º round)

Hoy se ha declarado, por quinta vez en la historia, en el Parlament de Catalunya la República Catalana. Hay muchos catalanes que llenan las calles; parecen contentos. También hay otros catalanes que no creen que España sea un estado totalitario, aunque si quieren mejorar muchas cosas de su gobierno para que todos nos podamos sentir mejor.
Muchos catalanes piensan que las políticas de los últimos años que ha implementado el Gobierno del Reino han restado potencial económico a Catalunya y además han pretendido laminar el estado del bienestar y han socavado la convivencia de las últimas décadas y el respeto a la cultura catalana. Piensan que las políticas del Gobierno de España no ha sabido aprovechar el potencial de la economía catalana en beneficio de todos y que con otro proceder todo hubiera sido mejor. Eso no quita que muchos de los que piensan así, tengan dudas de que todo vaya a peor, al menos durante la transición a la pretendida República Catalana, máxime cundo el Gobierno de España, apoyado por tres grupos parlamentarios (PP, Ciudadanos y PSOE) ha dicho que haría todo lo que esté en su mano, para impedir que se produzca la independencia y no se pueda consolidar la República Catalana. Dudas que se acentúan cuando no se recibe ningún reconocimiento internacional relevante. También tienen miedo de que la “travesía del desierto”, hasta conseguir de nuevo la estabilidad perdida con el nuevo Estado, requiera unos sacrificios que algunos no pueden asumir y otros no quieren. 
Mucha gente respeta las diferentes banderas (cada pueblo, región, provincia, comunidad, etc. tiene una) tiene una, y eso no implica que hayamos de dividirnos a causa de ellas. Mientras nos dedicamos a confundir a las “personas” con los “territorios” no vamos bien, porque la diversidad es un hecho y existe dentro de cada país, de cada región, comarca, pueblo, inclusive en cada comunidad de vecinos. Demasiado a menudo los políticos hacen declaraciones que exacerban los nacionalismos, aunque previamente se hayan declarado “no nacionalistas”. Contradicción tras contradicción. Hacen discursos que tocan la "fibra romántica y sentimental de cada uno" y eso sólo contribuye a levantar muros de desavenencia en lugar de tender puentes de amistad, como dicen que pretenden. Cada comunidad, nación o Estado puede citar listas de Premios Nobel. Si no los tiene, cita lista de artistas de fama mundial. Si tampoco los tiene, cita a sus ídolos del futbol, etc. para ensalzar su orgullo nacionalista. Todo el mundo puede aducir motivos para justificar el orgullo que siente por su “nación” y con ello no se llega nunca a nada porqué no hay juez divino, que estando por encima del bien ni del mal, esclarezca quien tiene más motivos para estar orgulloso de su nación y, lo verdaderamente nefasto para todos, en contra de las demás.
Todo el que pretenda hacer un nuevo Estado escuchando solo a los que le aplauden, no conseguirá nada que valga la pena y no será nada duradero. Los independentistas más hiperventilados deberían tenerlo en cuenta y también (no lo olvidemos) todos los no independentistas y los “equidistantes”, no saben-no contestan. Nadie debería hacer eje principal de su política la “crítica del otro”, “el otro peor”, “el menos malo”, etc. desprestigiándole, contando medias verdades y ninguneando sus argumentos, porque en ese mismo momento, su discurso pretendidamente pacificador y unionista pierde toda credibilidad.
¿Qué país quieren construir los que esconden documentos que diseñan la estrategia para provocar una fase de alta inestabilidad económica y política como la que estamos sufriendo? Los que dirigen cualquier estrategia son conscientes de porqué pasa lo que pasa, a diferencia de los seguidores que, demasiado a menudo, se dedican a seguir las directrices acríticamente, porqué los constantes cambios no les dan tiempo para pensar a donde les están dirigiendo como colectivo. ¡Hagan la prueba!. Escuchen un discurso y resuman lo que han entendido. Luego, léanlo pausada y críticamente. Verán la diferencia. Si tienen la oportunidad, coméntenlo con alguien que tenga espíritu crítico y todavía descubrirán más matices, puntos de vista e incongruencias. 
Unos piensan: “Los independentistas parecen no ser conscientes de como están muchísimas personas, familias, empresarios, jubilados, etc. en estos momentos. No son conscientes de la preocupación y del miedo que se ha instalado en la cabeza y en el corazón de muchos catalanes. No son conscientes de que pronto se puede volatilizar una parte importante de la riqueza y prosperidad que, pese al trato injusto del Gobierno de España, hemos alcanzado los catalanes”. 
Catalunya siempre ha sido una sociedad plural que ha convivido en armonía hasta que los extremistas catalanistas y también los extremistas unionistas han inflamado a las distintas comunidades con sendos discursos llenos de tópicos y dirigidos a sus audiencias para fomentar el rechazo a lo desconocido. Y parece que a base de repetir mentiras y obviar verdades lo están consiguiendo en sectores crecientes de la población catalana y española.
unionistas se hartan de gritar: ¡Catalunya/la Generalitat es de todos! Esa es una afirmación ambigua. Para algunos significa solo propiedad: esto me pertenece o al menos es tanto mío como tuyo. Para otros significa algo más. Significa estar orgulloso del territorio donde has decidido vivir, haciendo tuya la cultura que has encontrado, sin querer cambiarla por la de tu lugar de nacimiento, el lugar de donde quisiste emigrar porque allí no podías desarrollar la vida que querías. También significa estar satisfecho de poder usar un idioma (el catalán) que es algo vivo que cambia con las aportaciones de sus hablantes, lo mismo que cambia la cultura de una nación —no por imposición de otras culturas— sino por asunción de algunas de las aportaciones de los que han emigrado a Catalunya.
Oido en el parlament: “…estamos al lado de la gente que no entiende las derivas y aventuras políticas que terminan en barcos embarrancando contra las rocas”. Cualquier persona que anteponga la razón a los sentimientos y más si está en la segunda mitad de su vida —la inmensa mayoría se vuelve mas conservadora con la edad— haría un buen análisis DAFO antes de tomar una decisión importante.
“Hoy ... ... estamos con aquellos que, angustiados han salido de casa pensando que viven en un país con garantías y derechos democráticos y volverán sin saber qué habrán hecho un grupo de diputados irresponsables”. Algunos piensan que la democracia que aplican algunos grupos políticos tiene poco de democrática aunque prefieren malo conocido a bueno por conocer. Todas las posturas extremistas, tanto las escoradas hacia los grupos “anti sistema” como los escorados a “posturas dictatoriales”, acostumbran a ser excluyentes y poco dialogantes, y por ello es difícil estar de acuerdo con las ideas de ningún grupo que admita en su seno tendencias como las descritas. 
En el mundo globalizado reina la “interdependencia” y cuando alguien afirma que quiere la “independencia” habría que explicar a que aspira realmente, porque “independencia” es una palabra que cada uno interpreta a su manera. Algunos les basta con ser “independientes económicamente” porque ello les permite “navegar relativamente cómodos en cualquier entorno. Otros tienen la ilusión de vivir como anacoretas y no depender de nada más que de la madre naturaleza. Otros simplemente, y no es poco, están artos de no poder decidir por si mismos y de que les impongan políticas con las que no están de acuerdo o las creen contrarias a sus intereses. Sea lo que fuere, sería bueno que cada uno de nosotros escribiéramos una lista con las cosas reales que consideramos necesarias para vivir en la sociedad que queremos y que no tenemos dentro del ordenamiento político y jurídico español. A continuación deberíamos valorar que probabilidades hay de que podamos conseguir esas mismas cosas con la proclamación de una “República Catalana” y así desarrollar con ciertas garantías nuestro plan de vida. El mismo ejercicio deberían hacer los que no quieren independizarse de España y seguir gobernados tal como lo hemos sido hasta ahora. ¿Cuál es el proyecto del Gobierno de España para Catalunya y los catalanes? ¿Qué le pedirían al gobierno español que cambiara? 
Solo concretando se puede llegar a algún acuerdo después de la negociación pertinente. Cuando “concretamos”, automáticamente descubrimos muchos puntos de encuentro entre los simpatizantes de las diferentes tendencias políticas que encontramos en Catalunya y que permanecían inexplorados si nos limitamos a exacerbar los sentimientos nacionalistas catalanes y españoles de cada uno.
Los ideales son ilusionantes, pero las cosas cotidianas son como son y negar la realidad sólo conduce al fracaso. Hace años que muchos catalanes se ilusionaron con la idea de “conseguir un Estado para la nación catalana dentro de Europa”. La realidad es que parece que eso deseo no va a ser fácil que se cumpla. Somos un país relativamente pequeño, que ha sobrevivido como nación durante siglos, con sus virtudes y defectos, que se ha expandido tanto que algunos cronistas cuentan que los peces del Mediterráneo llegaron a llevar el lomo pintado con la “Senyera”. Un país que se ha visto envuelto en guerras, ha recibido emigrantes de otras zonas de España y de otros países del mundo, y ha alcanzado cotas importantes de prosperidad. Ahora, las relaciones de poder y la coyuntura parecen augurar que nos podemos convertir en un país aislado de nuestros vecinos, con pocos reconocimientos, empobrecido, con la sociedad fracturada (unos tristes, otros desilusionados, todos insatisfechos),… ¿Es este el futuro inmediato que queremos? Hay que hablar claro, explicar claramente los pros y contras a corto y medio plazo, y preguntarnos si estamos dispuestos a pagar el precio para llegar a “algo mejor” pero que nadie nos ha concretado como ni cuando.
“El verdadero patriotismo se demuestra uniendo, y no separando”. Si los políticos no son capaces de diseñar estrategias para conseguir resultados anhelados por la mayoría de las personas, es que no sirven para desempeñar los cargos para los que les hemos elegido y por los que les pagamos su sueldo.
Algunos unionistas dicen: “Los que hemos trabajado por los puentes de diálogo ... ... y para el autogobierno de Cataluña, seguiremos trabajando por estos objetivos”. Siempre se ha dicho que las palabras se las lleva el viento — ahora no tanto porque es fácil acceder a los videos que se grabaron de los discursos de tiempos pasados y contrastar lo que se dijo con lo que se dice ahora. Es más fácil recordar y comprobar el cumplimiento de los discursos y planes escritos. Lo importante es hacer las cosas además de decir que se harán en el futuro. Lo importante es encontrar los “puntos a mejorar” en los que la gran mayoría esté de acuerdo (más del 75%) y luchar de verdad, todos unidos, por conseguirlos. Hasta ahora NADIE puede arrogarse el mérito de haber hecho esto y menos conseguido.
Suarez popularizó lo de “Puedo prometer y prometo”. En estos últimos años, prometer, muchos han prometido muchas cosas. Prometieron todos un montón de cosas que no podían prometer, menos cumplir y muchísimo menos hacerlo con unos costes asumibles por la gran mayoría de catalanes. Como en las crónicas mediáticas los porcentajes de cumplimiento varían según los cronistas y como suele suceder en las elecciones, todos ganan algo y también pierden, pero sólo resaltan lo ganado.
Hoy, en el Parlament han votado y proclamado la República Catalana y nadie ha explicado como van a hacerla efectiva sin las estructuras de estado necesarias, sólo con la posible ayuda de menos de la mitad de los catalanes y el Gobierno del Reino de España en contra y con la propaganda que alienta total y visceralmente el “nacionalismo español” en los habitantes del resto del Estado.
En el Senado, han aprobado poner en marcha el artículo 155 de la Constitución española y autorizar al Gobierno del Reino a poner en marcha las medidas para que no se pueda aplicar la República Catalana, interviniendo la Generalitat, destituyendo a sus representantes legales, etc.. 
Cuando se hacen declaraciones es fundamental ver quienes te dan apoyo, hasta donde puedes contar con ellos y porqué, pero lo definitivo es comprobar en que medida se podrá aplicar cada una de las declaraciones y que costes tendrán para todos los ciudadanos; principalmente para aquellos que nunca quisieron que la falta de diálogo entre los políticos les llevaran a momentos de estrés emocional y pérdidas materiales/sentimentales graves como lo están haciendo actualmente.
Ante estas horas graves para toda la ciudadanía catalana y española, algunos declaran que defenderán el Estado de Derecho, la convivencia, la Justicia Social, el Autogobierno y las Instituciones democráticas. El problema es que cada uno entiende de forma diferente la definición de estos términos y más aún la forma de implementar esa defensa, como lograrán cumplir estas promesas y a que coste para el país y para la ciudadanía.
Los mismos que han judicializado la justicia (PP) o los que han estado de acuerdo con que lo hayan hecho (Ciudadanos y PSOE) son los que acusan a los otros (Junts pel Si) de negar la política y de apropiarse de las instituciones que son de todos. Cada uno reconoce legalidades distintas y sólo explica las cosas desde su punto de vista. 
¿Cómo podemos entender lo que quieren los que afirman que “seguiremos trabajando para que, lo antes posible, vuelvan a la legalidad las instituciones de nuestro país y para dar la voz a la ciudadanía en unas nuevas elecciones autonómicas” y a la vez dicen que “Seguiremos trabajando para buscar un nuevo acuerdo político”?. ¿Que acuerdo y con quien? 
Nos siguen diciendo: “…los problemas políticos sólo se podrán solucionar con el diálogo, la negociación y el pacto. Un pacto que queremos que sea sometido a consideración por parte de toda la ciudadanía”. Pero ¿no se acuerdan ya de que esto es lo que se hizo con el Estatut de Catalunya cuando se aprobó en el Parlament y en el Congreso de los Diputados y que acto seguido vía el TC se desnaturalizó y se dejaron en nada los diálogos, las negociaciones, los pactos, las votaciones legales en los dos parlamentos y el refrendo de los catalanes? Tal vez lo que pretenden es mantenernos como hámsteres corriendo eternamente por la rueda sin movernos de sitio.
El tema catalán está complicadísimo y muchos nunca pensaron que las cosas irían como han ido. Tampoco nadie se lo hizo ver, ni siquiera se les apuntó la posibilidad de que pudieran ir las cosas de esta manera. No es de extrañar que ahora una gran mayoría de catalanes se esté preguntando ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer esto?
Siempre he dicho que la culpa no es sólo de los otros, también es responsabilidad de cada uno de nosotros. Tal vez nos teníamos que haber preocupado de informarnos bien a quien votábamos y de razonar cuales eran las congruencias o incongruencias de cada programa político. No nos olvidemos del cuento de La Lechera.
Cuando les llamen otra vez a las urnas, ¿habrán aprendido algo de esta experiencia?.
¿Habrán aprendido que el que no va a votar cuando le inviten a hacerlo, pierde una oportunidad de expresar su opinión, y puede que el resultado y las consecuencias que se deriven del mismo no sólo no le guste sino que le perjudique?
Siguen las demostraciones folclóricas en Barcelona: 
Las caceroladas independentistas siguen castigando los oídos de los vecinos. ¿Porqué no buscarán otro método de descargar adrenalina? Tal vez poner “la gallineta” de Llach. Las protestas hay que hacerlas para que las escuchen los responsables, no otros. Lo mismo con los reconocimientos. 
Otros sacan negocio grabando videos de guasa y vendiendo camisetas y otros merchandising al tiempo que excitan la vena nacionalista del españolismo más rancio. Mas de uno está tentado de poner “Viva España o Paquito el Chocolatero”.
Las cosas son mucho más serias que estas demostraciones folclóricas y nos lo recuerda el helicóptero de la Guardia Civil, el único que sigue sobrevolando a todas horas nuestras cabezas, atronando nuestras orejas con su molestoso y enervante ruido, recordándonos quien manda realmente en este territorio. 

miércoles, 25 de octubre de 2017

¡CONFIANZA!

Todos salimos ganando, si creamos confianza entre nosotros, algo muy necesario en nuestra sociedad individualista.
A nivel personal confío en otra persona, por ejemplo el empleado del taller al que llevo a revisar mi coche, cuando lo considero “capaz” de repararlo porque tiene los conocimientos y las capacidades adecuadas, porque “puede” hacerlo (no tiene impedimentos que le impidan realizar su tarea), porque “quiere” hacerlo y está dispuesto a no poner sus intereses por delante de los míos. 
El confiar en alguien, en algo o en nosotros mismos, implica depositar una serie de expectativas. Cuando éstas no se cumplen, se rompe la confianza, llega la desilusión, la frustración, y con estas emociones, van de la mano la rabia, la ira, la bronca.
Robin Dreeke, experto en contrainteligencia, que pasó décadas como agente de alto nivel del FBI, sabe cómo hacer que los extranjeros confíen en él lo suficiente como para ser reclutados como espías. Y no se trata de engañar o de ser un hombre que siempre asiente. En el libro, “El Código de confianza” expone las Cinco reglas de oro para tener éxito al generar confianza en todo tipo de personas con las que nos podamos relacionar. 
Se lo recomiendo a nuestros políticos porque acostumbran a perder la de sus votantes. Las recomendaciones de Dreeke y el co-autor del libro, Cameron Stauth, son:
1.- Entender las prioridades del otro, sus necesidades, deseos, sueños y aspiraciones, humanas y profesionales, a corto y a largo plazo. O sea, trata los demás como te gustaría que te trataran a ti. Suspende tu ego. Piensa primero en la otra persona.
2.- No juzgues. Si juzgas al otro, en lugar de tender un puente harás que levante una barrera.
3.- Honra la razón. Sé objetivo y no te dejes dominar por las emociones. Cada uno tiene la suya y no lograrás nunca convencer a los demás de que las tuyas son más importantes que las suyas.
4.- Valora al otro. Trata de entenderlo, sin juzgarle, y dale tu confianza: empodérale.
5.- Sé generoso. Dedícale tu tiempo, tu atención, sin esperar reciprocidad.
También es bueno saber que cuesta más “conservar la confianza” que conquistarla, ganándose la confianza de los demás. La confianza ganada se suele perder por un uso injusto de la misma, no usarla cuando debe usarse y haciendo un uso inútil de esa confianza. 
Piensen como ganarse la confianza de sus conocidos y saludados y hagan lo correcto para conservarla. Se harán un bien a si mismos y a los que les rodean.


Para saber más, leer...

Para controlar la infelicidad deberemos aprender a ser felices

Vivimos en una sociedad donde cada vez la gente se siente más sola. Estamos hechos para disfrutar de relaciones muy fuertes, y la sociedad de hoy, con este crecimiento espectacular de la incertidumbre, lo está complicando. Estamos más comunicados que nunca, pero a la vez más des-comunicados con una multitud de medios que pretenden engañarnos con sus informaciones cambiantes a gran velocidad, muchas veces contradictorias, y dirigirnos sin que nos den tiempo a meditar nuestras decisiones. Comunicar quiere decir pasar información y hacer relación. Y esto último lo hemos descuidado.
Los expertos dicen que la infelicidad se puede controlar y la felicidad se puede aprender, pero ¿quien nos enseña como ser felices?. ¿Están preparando emocionalmente a los niños, en las escuelas, para poder vivir más felizmente en el futuro?. ¿Se les enseña a controlar la infelicidad y aprender a ser felices?. 
Se vislumbra que viviremos en un mundo con una gran incertidumbre donde será muy fácil “no ser feliz”. Todos podemos comprobar que el exceso de información genera mucho ruido que desestabiliza y eso supone un problema, porque la mayoría no sabe manejar ese exagerado volumen de información con muchas ”fake news” escondidas en ese gran caudal.
Zygmunt Bauman hablaba de una sociedad líquida y desde entonces la sociedad ha evolucionado y todo sucede mucho más rápido. Las relaciones humanas son cada vez más débiles y nosotros tenemos una mente que pide relaciones muy fuertes y una historia en la que se han añadido fenómenos muy importantes, como el amor y el lenguaje.
Nuestra sociedad actual ha dejado de cuidar las relaciones personales. Hoy no está de moda que la gente tenga siempre la misma pareja de la misma forma que no está de moda trabajar 40 años en la misma empresa. Valoramos mucho el cambio porque nos parece que la estabilidad es símbolo de poca ambición. Tenemos multitud de contactos y así se multiplican las posibilidades de conocer superficialmente a otras personas. Puede que algunas de ellas nos deslumbren y nos dejemos cegar por el enamoramiento y, cuando esta fase pasa, nos damos cuenta de que nos hemos equivocado. 
En nuestra sociedad damos demasiado peso en la primera fase del amor y nos olvidamos del resto. Valoramos mucho el momento de la explosión del amor romántico, del sexo que según la propaganda debe ser abundante y muy placentero, y no se valora ni se reconoce que con el tiempo el enamoramiento se transforma en otro tipo de amor. Todo el mundo sabe que primero hay una subida emocional excepcional, pero esto sólo dura un tiempo y luego cambia, se convierte en otra cosa. Un amor largo es algo muy bueno y tiene grandes ventajas, pero las películas y la publicidad han llevado a mitificar esta primera fase del amor y a descuidar enormemente la segunda.
La nación y la identidad colectiva están heredados de emociones primarias. El sentido de identidad, el de formar parte de un grupo, nos satisface mucho. Al cerebro, formado a través de muchos siglos, le gustan las relaciones fuertes, pertenecer a una comunidad, a un grupo. Por eso nos satisface ser catalanes o españoles, del Barça o del Madrid, católicos o ateos. Es una emoción primaria contra la soledad. Tener un grupo siempre se ha percibido como muy bueno y el sentimiento de pertenencia a un colectivo es fundamental y da sentido a nuestra vida. Quien no pertenece a un grupo de Whatsapp, no tenga muchos likes en Facebook o no tenga muchos seguidores en Twitter es un paria social o directamente no es tenido en cuenta por la comunidad.
Por eso cuando nos atacan la "identidad" (la mayoría lo relacionan con el lugar de nacimiento mas que en el lugar de residencia, donde se han desarrollado y han formado su propia familia) reaccionamos de una manera extremadamente visceral.
La identidad por una parte une, y por otro separa. En estos momentos, en Catalunya el grupo que quiere formar una República Catalana tienen el elemento de unidad muy desarrollado y hace que la posibilidad de formar ese nuevo Estado en la península ibérica sea una alternativa que muchos ven posible. El territorio es algo muy importante desde el punto de vista cerebral, y esto está vinculado a una unidad lingüística, a unas creencias, a una manera de comer... Y eso da mucha certeza en un momento de grandes incertidumbres. El grupo que quiere seguir dentro de España está mucho menos compactado, porque si bien hay un grupo que simplemente está en contra del grupo que quiere formar una República Catalana y punto, hoy otros que no les gusta como el Gobierno español ha tratado a los catalanes y a Catalunya y por ello no es un grupo tan compacto como el otro.
Se detecta un grupo verdaderamente mayoritario, que se nutre de catalanes independentistas (principalmente los que no están dispuestos a pagar los costes de transición) y también de no independentistas, que si quieren que se mejore el trato económico y social que recibe del Gobierno de España y un reconocimiento de que España sea un estado formado por varias “naciones” con culturas diferentes que desean vivir juntas, en igualdad y en armonía. El problema es que este grupo verdaderamente mayoritario no encuentra un líder o líderes dispuestos a formar coalición y luchar de verdad para conseguir este objetivo común a la mayoría de la población y que sería el que tendría más posibilidad de conseguir el éxito.

lunes, 23 de octubre de 2017

En busca de la “solución apropiada”

Por el momento, los “inversores globales” no están castigando en exceso los “mercados españoles” debido al problema catalán. Tras el tira y afloja, esperan que al final se llegue a algún tipo de acuerdo que mantenga a Cataluña dentro de España. Para los bancos, el camino hacia una posible solución negociada en Cataluña sería una oportunidad de compra, pero no estamos ahí todavía. La presencia del Banco Central Europeo (BCE) como comprador de bonos del Gobierno, evita grandes fluctuaciones de la prima de riesgo.
Aún así, la cotización solo ha bajado de media un 4% desde el referéndum del 1O, por lo que la relación entre el riesgo y la potencial recompensa no es muy atractiva.
La situación va a ir a peor en Cataluña. Hay un claro juego de provocación-reacción y parece que los radicales incrementan su poder en Cataluña. Las líneas maestras de una posible solución son conocidas, pero nadie parece querer ceder terreno. En los próximos días se incrementará la tensión política en el país con efectos negativos para el crecimiento económico y para el mercado y falta comprobar si el Gobierno de Mariano Rajoy será capaz de aplicar eficientemente las medidas de control que ha proyectado para tomar el control de Catalunya.
Después de la reunión del BCE del jueves donde se podría autorizar una reducción del volumen de compra de bonos, y si se llega a aplicar efectivamente el 155, reaparecerá la volatilidad, sobre todo si el BCE decide subir los tipos de interés. La relativa minoría española que tienen algún dinero ahorrado o invertido, está deseando que suceda. En cambio aumentará el problema del Estado español porqué aumentará el dinero de los intereses (miles de millones) que deberá dedicar a saldar su deuda. Se comenta que el BCE muy probablemente, pondrá límites a la compra de deuda de los cuatro países PIGS (la S, como saben, es España), que está harto de inyectar miles de millones cada mes a los indisciplinados países del sur. 
Según los economistas del banco británico Barclays, "si el conflicto sigue su escalada, la actividad económica en Cataluña se va a estancar; en este escenario, el crecimiento en el conjunto de España podría caer por debajo del 2,5% el próximo año, frente a nuestra previsión del 2,75%".
En opinión de Bank of America Merrill Lynch, "para que la economía española y los mercados funcionen bien, el asunto catalán necesita una SOLUCIÓN APROPIADA. Si no, se cuestionarán volver a invertir en España. 
El Gobierno español acaba de recortar su previsión de crecimiento para el próximo año en 30 puntos básicos. El recorte implícito es en realidad de 50 puntos (0,5%), ya que el Gobierno quería mejorar sus previsiones en 20 puntos antes de los últimos acontecimientos".
La intervención del BCE, destinada desde un primer momento a apoyar a las economías de España e Italia como claves para el futuro del euro, ha funcionado como una anestesia para los inversores. No se descarta una respuesta de los defensores más radicales de la independencia, con la posibilidad de provocar manifestaciones, enfrentamientos con la policía y una mayor escalada de inestabilidad. Si se llegara a una situación de violencia y se viera sangre en las calles, la reacción del mercado será aguda.
Salvo algunos extremistas y llegados a este punto, la mayoría desean que la crisis desemboque en unas elecciones autonómicas inmediatas, donde defensores y detractores del separatismo puedan medir sus fuerzas antes de volver a buscar sus objetivos matizados.
Mientras, para los que odian a los mercados, deberían saber que cuanta mas volatilidad en los mercados, mucho mejor para los especuladores.
Algunos describen coloquialmente la situación como la esposa (Catalunya) que pretende abandonar el hogar, harta de ser maltratada por un marido patriarcal (España) prepotente, violento y desagradecido que alimenta a su familia con el sueldo de ella. La esposa sólo tiene dos opciones: o marcharse, o dejar de aportar trabajo y dinero. O República o desafección. Ni amor, ni respeto, ni confianza, ni compañerismo, ni solidaridad. En estas circunstancias, el juez o el cura pueden decir lo que les dé la gana. 
En la otra parte niegan que el marido trate mal a la mujer y la acusan de ser prepotente y conflictiva. Algunos llegan a afirmar como Jaimito que le decía a su padre: ”si no fuera por mi, tu no podrías tener el honor de decir que eres mi padre y no te dejarían entrar en ningún club”.
El diálogo y la empatía entre los independentistas y los unionistas se ha roto y falta alguien que les haga ver a unos y a otros la necesidad de seguir una terapia de reconciliación matrimonial si no quieren perder todo lo construido en tantos años de matrimonio, más o menos justo pero con una cierta connivencia. El porvenir de su familia está en peligro.
Los inversores internacionales no publican, ni en los periódicos ni en twitter, sus planes de contingencia ni de inversión; simplemente los ejecutan.
Los unionistas hacen circular, algunos regodeándose, el nombre de cada nueva empresa que traslada su sede social fuera de Catalunya. Algunos independentistas avisan que importantes inversores están desinvirtiendo en España, y revisando proyectos de inversión a corto plazo con más que probables redireccionamientos. Cada uno hace caso omiso de lo que dice el otro buscando el miedo del contrario o intentando aumentar el “orgullo nacionalista” de los propios. Parece que nadie es consciente de que las empresas y los particulares que tienen dinero o inversiones que perder (y puestos de trabajo), los van a proteger si o si. Se pondrán todas las pinzas en la nariz que precisen, pero todo el que tiene miedo de perder algo que le ha costado mucho trabajo conseguir, intentará protegerlo tan bien como sepa y pueda. Eso implica tráfico en diferentes direcciones según se desarrollen los acontecimientos.
Es fácil entender porque los principales bancos, todas las empresas reguladas y muchas empresas “dependientes” han trasladado su sede social (1). No sus centros productivos. Otras todavía no han hecho este paso —Seat permanece en Catalunya y Honda continua con su sede social y fiscal en Catalunya—, aunque no quiere decir que lo hagan en el futuro o que se vayan de España. Todo depende de cómo se desarrollen los acontecimientos.
¡Queremos sangre! ¡Que mueran entre terrible sufrimiento! ¡Hay que darles un escarmiento que les quite las ganas de intentar algo similar en muchos años! … se lee o se descifra de algunos comentarios. No hay forma de que entiendan que con esa clase de mensajes solo engendran rechazo y los que los difunden sólo generan desconfianza. 
¡Boicot a los productos catalanes! Gritan y difunden, tratando de influir en el máximo número de personas. No se dan cuenta de que el “boikot” no beneficia absolutamente nadie, sólo es una herramienta de agresión y perjuicio; también hacia los que lo promueven y efectúan. En todo caso los únicos que saldrían beneficiados son los consumidores inteligentes que podrán escoger más productos con una mejor relación calidad-precio. Los que asuman el boicot comprarán productos con peor relación calidad-precio, sólo porque lleven la etiqueta “TotalESP” o “FullCAT”. Si algunos o muchos dejan de consumir productos catalanes, los europeos o consumidores de otros países que sientan menos la llamada del “boikot” lo agradecerán; porque los productores CAT tendrán que bajar los precios para ser más competitivos y se los sigan comprando en otros mercaos. En correspondencia comercial, algunos o muchos comprarán productos “Non ESP”. 
Fuera como fuere, los extremistas de todos los bandos olvidan que si CAT entra en crisis, España quedará muy tocada. Casualmente en todos los medios, independiente de la postura que defiendan, siempre se olvidan de explicar los problemas que tendrán y se consuma una ruptura no negociada (o negociada). Así todos engañados, hiperventilados y cabreados o deprimidos. Unos venden la tierra prometida sin explicar como de duro será ni cuanto presumiblemente durará el purgatorio, al que nos inducirán los otros estados, antes de que podamos llegar al paraíso. Por su parte, para el Gobierno intenta legitimar el golpe de estado contra las instituciones catalanas manipulando la opinión pública con sus abundantes medios de comunicación, difamando a un gobierno elegido democráticamente llamándole "golpista" hasta la saciedad, incrustando esta visión en gran parte de los ciudadanos españoles que sólo reciben esta versión, con lo que están en un entorno favorable o al menos permisivo para que se “haga lo que se tenga que hacer” para restablecer cuanto antes la normalidad y la tranquilidad.
El Gobierno español nos decía que estábamos en camino de salir de una crisis larga y profunda, aunque la realidad es que todos sabemos que todavía tenemos un montón de problemas que resolver, principalmente trabajo que permita vivir mínimamente, recuperar una cierta normalidad en los servicios sociales y pensiones y poner coto a la corrupción endémica. Nuestros políticos, fantásticos prestidigitadores, han desviado nuestra atención de todos estos temas y muchos otros importantísimos y, lejos de ayudar a resolverlos, nos están hundiendo cada vez más en la miseria. En época de propaganda prebélica, es responsabilidad del lector aceptar que se alimente el fuego o señalar a los pirómanos. A todos, no sólo a los otros.
La tradición taurina catalana fue decayendo y extinguiéndose lenta y progresivamente desde hace décadas, mucho antes de la prohibición, pero la realidad es que no se ha dejado de practicar ni un solo día. No en las plazas, sino en la calle y en los parlamentos. Nos torean como quieren y demasiados van desbocados como en los encierros, corriendo hacia el matadero.


(1)
Las empresas que han decidido hacerlo dicen que es "por seguridad jurídica". En la actual situación política, un nuevo gobierno podría decidir que el marco jurídico actual que rige las empresas fuera diferente a lo que ha sido hasta ahora. Esta incertidumbre puede justificar el cambio de sede hasta que no se aclare el nuevo ordenamiento político y jurídico de la República Catalana. Las empresas buscan tener plena cobertura legal ante la situación política y por ello el cambio de sede es una decisión reversible en cualquier momento.
La recaudación de los principales impuestos de las empresas ingresan siempre en la Agencia Tributaria Española. El impuesto más importante -el de sociedades-, que es lo que afecta a los beneficios, no se reparte entre las autonomías, va todo al la AEAT. Si se declarara una República catalana, la Agencia Tributaria Catalana debería recaudar estos impuestos y falta por ver como garantizaría el cumplimiento de los contribuyentes, que en un principio recibirían requerimientos de las dos administraciones tributarias. Las empresas quieren evitar ese período transitorio. Cuando esté el tema claro tomarán la decisión más conveniente a sus intereses.
El traslado de sede social no implica el cambio automático de domicilio fiscal. La empresa puede decidir pagar los impuestos en el lugar donde tiene la mayor parte de su actividad. Por lo tanto, la afectación en cuanto a la recaudación de impuestos es mínima ahora, en el caso de declararse la República catalana, la afectación sería máxima.
Respecto al Producto Interior Bruto (PIB) o riqueza generada, cuando se haga el ranking de las empresas catalanas, las que ya no figuren en Cataluña no contarán como catalanas. Sin embargo, si la mayor parte de su actividad continúa aquí, es aquí donde se generará la riqueza, aunque no se contabilice estadísticamente y no pueda aprovecharse propagandísticamente por el Gobierno catalán y si por el español.

domingo, 22 de octubre de 2017

Bosques quemados: un crimen que da beneficios

Hace poco viajé por las regiones de Évora, Santarém y Portugal centro. Conducir durante cientos de kilómetros rodeados de bosques quemados producía un escalofrío en el cuerpo. A pesar de conocer la noticia por los medios de comunicación, que informaron del suceso este verano, no dábamos crédito a la magnitud del crimen cometido contra la naturaleza. Nos invadió una gran tristeza y no encontrábamos explicación para que alguien pudiera haber cometido ese horror. 
Por desgracia, hace poco se ha repetido algo similar en Galicia, donde se han provocado más de cien incendios en diferentes zonas, en un corto espacio de tiempo y aprovechando condiciones meteorológicas adversas para el control de los incendios. Unos criminales desalmados prendieron fuego a parte de la reserva de la biosfera de Os Ancares, en Lugo y unos días antes en el Parque Natural de O Xurés, en Ourense. 
El sr. Feijóo, el Presidente de la Xunta galega, , arremetió el lunes 16 contra los “terroristas incendiarios” y declaró tres días de luto para Galicia, afirmando que “Galicia no se quema sola” y que caerá el peso de la Ley sobre los culpables. Los culpables no suelen ser sólo los ejetutores del atentado, también deberían serlo los que ordenan esos actos criminales por la causa que ellos conocen. Siempre hay que preguntarse “Cui prodest?” (¿Quién sale beneficiado?)
Que casualidad que, sólo días después, cuando los parajes quemados todavía no se habían enfriado, y recién empezada la investigación para intentar encontrar a los culpables, con los votos a favor del PP, la abstención de En Marea y los votos en contra del PSdG y BNG, se aprobó la “Lei de Fomento de Iniciativas Empresariais”, que desregulariza la aprobación de proyectos de megaminería, así como la política forestal y favorece las expropiaciones forzosas.
Esta Ley —bautizada por algunos movimientos sociales como “Lei de Depredación”— permite la extracción de madera en zonas no protegidas sin autorización previa, así como la tala, mediante autorización, de árboles en zonas protegidas, excluyendo parques naturales. Pareciera que las empresas mineras y papeleras se estuvieran preparando para su “festín”, una vez aprobada la ley hecha a su medida porque a su amparo se eliminan requisitos para fomentar el cambio del uso del suelo para el desarrollo de sus negocios.
Esta Ley da amparo a que terrenos forestales o agrarios degradados puedan pasar a ser de otros usos económicos, o que el arbolado quemado pueda cortarse para hacer negocio con él ¿Tendrán algo que ver los recientes incendios con la aprobación de esta Ley y las minas a cielo abierto que quieren desarrollar en Galicia o los negocios de las papeleras? 
Los movimientos sociales y la oposición gallega están llamando a la movilización para defender su tierra y naturaleza frente a las suicidas políticas del PP. Su discurso recuerda al cinismo de los principales líderes europeos, que condenan el “terrorismo yihadista” pero hacen negocios con la dictadura saudí, o con el régimen autoritario de Erdoğan en Turquía, que permite el paso de petróleo robado del ISIS por la frontera, al tiempo que recibía 6000 millones de euros de la UE para no dejar pasar a los refugiados. 
Hay que cumplir la ley. Todos los que pensamos que la justicia es virtud fundamental, de la que no puede prescindir el orden social, estamos de acuerdo en ello. También estamos de acuerdo en que la justicia debe velar por el bien común de la sociedad y cuando se redactan ciertas leyes si nos preguntamos “Cui prodest?”, parece que los legisladores, más que tener en cuenta ese “bien común” han tenido en cuenta otros bienes más particulares. En este caso, parece que el gobierno del PP ha hecho una ley para los grandes grupos capitalistas estatales y extranjeros. Los mismos que ¿casualmente? buscarán beneficiarse de los incendios intencionados.
Poco se hace para establecer una perspectiva estratégica que ayude a lograr una planificación racional del territorio por parte de los trabajadores y campesinos, que acabe con la plaga del eucalipto y desarrolle un modelo productivo respetuoso con el medio ambiente y favorable a los intereses de la mayoría social. Lógico, porque contrariamente a su discurso, los políticos extractivos sólo se preocupan por sus comisiones que reciben de los lobbies empresariales que les presionan para que dicten leyes que faciliten sus negocios aunque supongan un infierno en la tierra para la mayoría de los ciudadanos. Eso si “todo legal” y ya sabemos que, como estamos en un Estado de derecho, lo primero que hay que cumplir es la ley. Como sucede a menudo se olvidan de contar que la ley debe ser justa y proteger a la mayoría de ciudadanos del territorio y no actuar en su contra.



Anexo.-
EL DESPERTAR DE LA HUMANIDAD
Alguna vez fuimos un gran equipo.  Una verdad, una familia.
Nacidos como Uno, nos dividimos.
Tribus, facciones, clanes, naciones, religiones, ideologías, ejércitos. 
Mi Dios contra tu Dios. 
Mi verdad contra la tuya. 
Nos matamos entre todos en incontables números.
 Dejamos de escuchar, dejamos de vernos a nosotros mismos en los ojos del otro. 
Caímos en el espejismo. 
Rendimos culto en el altar de la creencia.
Algunos de nosotros, ahora despertando. Una familia de nuevo; un Equipo. Reconociéndonos a nosotros mismos y a los demás como presencia; no muchas presencias, sino una. Sin religión, sin linaje. Con diferencias, sí; pero sin separación esencial. Celebrando nuestra diversidad, recordando nuestra naturaleza compartida.
A medida que lo ilusorio se intensifica, también lo hace el llamado a despertar. A medida que las sombras se hacen más ruidosas, oscuras, la fuente de luz se vuelve más aparente, clara. La oscuridad es sólo una llamada para la luz. A medida que el ego muere, ruge.
Dos no se pueden volver uno, por supuesto, pero Uno puede recordar que nunca fue realmente dos.
Tal vez aún tenemos una oportunidad, amor.
Jeff Foster