viernes, 9 de diciembre de 2016

Draghi nos aconseja ser más productivos

Los mandases siempre nos dicen que los trabajadores españoles estamos a la cola en productividad. Los trabajadores están hasta el gorro de oír eso y de que no comparen sus salarios con los del resto de Europa y hartos de estar un montón de horas fuera de casa y de casi no ver a la familia, piensan que "en el sueldo me engañarás, pero en el trabajo no.
El gráfico adjunto muestra la productividad de los países de la UE en euros por hora trabajada; la tabla numérica las horas trabajadas en el 2015 en una serie de países de la UE.
España tiene una productividad baja y por tanto una baja competitividad debido a su “ratio de capital” es reducido, una baja competitividad que tiene que compensar precarizando el factor trabajo, esquilmando en salarios, recurriendo a la economía sumergida y al fraude fiscal, lo que tiene un recorrido limitado. 
Pero a la vez en España se suele trabajar —mejor dicho, permanecer en el puesto de trabajo— muchas horas al año, siendo superada por economías que tienen una productividad aún más reducida que la de España. Esto es así porque España tiene que compensar metiendo horas lo que no puede obtener a base valor añadido e inversión. (Recuerden, a fin de completar el cuadro, que la tasa de actividad de España es de las más bajas de Europa: el 59,1%).
Una baja productividad que impide reducir costes por la vía buena: inversión, innovación, debido al bajo valor añadido que España genera, y que tiene que ser paliado a base de horas mal pagadas, en innumerables casos debido a que… la productividad generada por esos trabajadores es reducida. ¡Tremendo!.
¿Cómo puede arreglar este problema España? 
Si no imposible, difícil, ¿verdad?
Muy difícil, pero no imposible. Siempre nos quedará pedir ayuda al exterior. Ya saben que en España siempre hemos pensado que los extranjeros son más inteligentes, saben más que nosotros, que lo que fabrican es de mejor calidad, que son más trabajadores y que si queremos arreglar algo debemos asemejarnos a ellos e importar no sólo sus fiestas —esto ya lo hacemos— sino sus métodos de producción y trabajo.
Hace pocos días el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, pronunció en Madrid una conferencia sobre el futuro de Europa durante la celebración del centenario de la Deusto Business School, sobre el envejecimiento de la población y la escasa productividad en la zona euro. Alertó a los allí presentes de que si no hacemos frente a estos retos, el riesgo es que "el crecimiento per cápita europeo se estanque o incluso descienda", lo que "tendrá consecuencias directas para la cohesión de la zona euro".
Les aconsejó que "Si se redujese el paro estructural y se aumentase la proporción de gente trabajando hasta la media de las tres mejores economías de la zona euro, en muchos casos sería suficiente para neutralizar el problema demográfico".
¿Les dio Draghi un buen consejo? 
¿Porqué no dijo nada referente a que para aumentar la productividad hay que, 1) aumentar la inversión y 2) introducir mejoras organizativas que saquen el máximo jugo a esa inversión?.
Parece que nadie quiera admitir que ya no estamos en la década de los sesenta del siglo pasado. Estamos en la segunda década del nuevo milenio y ahora las cosas ya no son iguales. Ahora, aumento de productividad muy bien puede significar descenso de la producción. Por ejemplo: si en 100 horas de trabajo se obtienen 1.000 unidades y en un período siguiente en 10 horas de trabajo se obtienen 500 unidades, la productividad se ha disparado de 10 a 50 unidades por hora, aunque la producción haya caído a la mitad (de 1000 a solo 500 unidades). Los costes unitarios se han reducido y la competitividad ha aumentado, bajando los stocks y los costes financieros necesarios para mantenerlos.
Podemos ilusionarnos con que nos toque el Gordo de Navidad Mundial, pero si no nos cae el maná del cielo, ¿Qué razones tenemos para pensar que el desempleo estructural vaya a descender en España?. ¡Más bien al revés!. Es lógico que aumente el desempleo si la productividad mejora, porque tal aumento supondrá una caída de la demanda de trabajo, sobre todo de trabajo no creativo o superespecializado no robotizable. Tiene que ver con la tecnología, claro, pero también con la “capacidad de consumo” de los trabajadores: a menor demanda de trabajo, menores salarios, menores ingresos fiscales, menores ingresos públicos, menor capacidad de consumo tanto público como privado... 
La tasa de desempleo, juvenil o no, no compromete la productividad porque una cosa no tiene nada que ver con la otra si cambia el “escenario”, que es lo que sucede actualmente. En los años 60 del pasado siglo XX la productividad era elevada, el desempleo casi nulo, y la producción máxima; la competitividad era secundaria porque la demanda era casi infinita, por lo que el problema lo tenía la oferta. 
Hoy la productividad está en el centro de todo porque la competitividad es esencial ya que existe un tremendo exceso de oferta, y sólo se es competitivo teniendo una alta productividad; en consecuencia, el desempleo es secundario ya que todo consistirá en adaptar oferta a demanda y fabricar bajo pedido, y mejor aún de forma personalizada y a medida. Esto se puede lograr con la “inversión” adecuada… ¿en tecnología?.
Los jóvenes y los de mediana edad me temo que seguirán subempleados, precarizados y sobreviviendo como puedan. Tal vez, si los políticos hacen bien su trabajo, ayudados por un nuevo impuesto a los “robots” o con una “Renta Básica Universal”.
Lo peor que nos puede pasar es que nos autoengañemos. La verdad es como es y la actual da miedo. Por ello no hay ningún político que se atreva a contarnos como están las cosas. 
A nadie le gusta dar malas noticias y menos cuando se acerca la Navidad, pero para contar medias verdades o directamente mentiras, tal vez sea mejor estarse callados y dejar disfrutar en la inopia en su doble significado. Y no estoy animando a nuestro “Presidente plasma”, que conste en acta. 
©JuanJAS