sábado, 25 de junio de 2016

BREXIT, el día después

Ayer, amanecimos con un “suceso inesperado”. Lo que sucedió en UK era posible, pero no previsible según todos los sondeos que nos dieron a conocer los días anteriores. 
Al despertar la mañana después de la “revetlla” de San Juan, todas la cadenas de TV amplificaban la “mala noticia”. Los populismos de derecha e izquierda intentarán hacer su agosto con ella. Espero que Alemania sea la primera interesada en hacer una cruzada veraniega en favor de la sensatez que permita seguir el camino de las reformas necesarias en la UE. Querer asociar el brexit a que la puerta se ha abierto para que otros países de Europa sigan el mismo camino es no tener en cuenta el elemento crucial: los británicos han votado usando una libra esterlina y no un euro. Es de esperar que Francia o Alemania lancen mensajes favorables a una mayor integración europea, también que lo haga Draghi y eso puede resultar en un mayor fortalecimiento del compromiso con el euro y el proyecto europeo.
Los que piensen que vivirán mejor saliendo del euro para volver a sus divisas originales tendrían que asumir que la devaluación que se produciría en esos países haría inaguantable la deuda actual, los tipos se dispararían y las severas caídas de PIB e incómodas inflaciones harían que los propios alentadores del anti europeísmo pidieran asilo de nuevo. Es algo similar a lo que pasa cuando un crio enrabietado grita “me voy”. Cuando lleva unos minutos sin que nadie le haga caso, vuelve rápidamente a por comida y “asilo”.
Es obvio que los británicos, aferrándose a su particular sistema de medidas, a conducir por el otro lado (izquierda) y con su “libra”, siempre han querido de Europa las máximas ventajas y las mínimas obligaciones. Ahora que nos enfrentamos a retos tan importantes como la presión de salarios, la inmigración y los populismos, han decidido que no quieren ver estos temas en sus islas ni colaborar a resolver los de sus países colegas europeos. ¿Podríamos llamarlos “egoístas” y “cortoplacistas”? 
¿Son conscientes del alcance que puede tener lo que han votado? 
Muchos seguro que no. Muchos votan con el corazón o el estómago (que pide comida cada vez que tiene hambre y come sin preocuparse si tendrá suficiente comida para todo el día con lo que tiene guardado en la despensa). Muchos votan sin haber analizado mínimamente la información que se les ha suministrado (muchas son mentiras o poco realistas) y sin tener en cuenta las repercusiones a medio o largo plazo. Esa actitud y decisión de una parte muy ajustada de su población inglesa (adulta) perjudicará a sus jóvenes y a los inmigrantes de otros países en su isla, porqué les traerá un menor crecimiento y mayor inflación y habrá que ver hasta qué punto son capaces de manejarlos de manera aislada.
No soy muy optimista porqué los eventos que estamos viviendo son muy serios, pero sí creo que a partir de ahora y ante la caída de los mercados y la volatilidad que podemos sufrir durante la segunda parte del año, las “burbujas emocionales” se vayan diluyendo, la realidad se vaya imponiendo y no me extrañaría que en los próximos años los ingleses pidan una reorganización de las condiciones originales.
Europa se enfrenta a una serie de retos, para cuya resolución se precisa la colaboración entre países y regiones. Al mismo tiempo también es necesario hacer una redefinición clara de lo que queremos ser en el futuro y cómo afrontar los grandes retos que tenemos desde una estructura política más flexible, dinámica e integradora. 
El miedo a perder una buena parte de lo conseguido es normal en las personas conscientes e informadas, pero eso no implica que nos dejemos arrollar por el pánico y dejemos de buscar las oportunidades que acompañan a todas las crisis. Pasado el primer pinchazo, tampoco podemos hacer mucho más, ni menos, que intentar guardar la máxima calma, porqué las consecuencias, tanto las económicas como las políticas, ni son obvias ni son a corto plazo.
Nuestra industria más potente es la turística y vive momentos de miel debido a las circunstancias sociopolíticas del mediterráneo sur y este. Parece que los británicos “más soberanos y aislados” tendrán menor poder adquisitivo y tal vez podrán “gastar menos” en sus estancias vacacionales en nuestro país, por lo que tendremos que volver a encandilar a los rusos, alemanes, chinos, etc.
Lo aconsejable es guardar la calma, analizar las informaciones que nos lleguen con lupa, no sobre reaccionar en el corto plazo y hoy, día de reflexión, intentar pensar un poco más con la cabeza, aunque sufra un poco el corazón. 
Recuerden las palabras de Peter Drucker, padre del managenent moderno: La planificación a largo plazo no es pensar las en decisiones que deberíamos tomar en el futuro sino en el efecto futuro que tendrán nuestras decisiones presentes.
©JuanJAS

BREXIT, el día después

Ayer, amanecimos con un “suceso inesperado”. Lo que sucedió en UK era posible, pero no previsible según todos los sondeos que nos dieron a conocer los días anteriores. 
Al despertar la mañana después de la “revetlla” de San Juan, todas la cadenas de TV amplificaban la “mala noticia”. Los populismos de derecha e izquierda intentarán hacer su agosto con ella. Espero que Alemania sea la primera interesada en hacer una cruzada veraniega en favor de la sensatez que permita seguir el camino de las reformas necesarias en la UE. Querer asociar el brexit a que la puerta se ha abierto para que otros países de Europa sigan el mismo camino es no tener en cuenta el elemento crucial: los británicos han votado usando una libra esterlina y no un euro. Es de esperar que Francia o Alemania lancen mensajes favorables a una mayor integración europea, también que lo haga Draghi y eso puede resultar en un mayor fortalecimiento del compromiso con el euro y el proyecto europeo.
Los que piensen que vivirán mejor saliendo del euro para volver a sus divisas originales tendrían que asumir que la devaluación que se produciría en esos países haría inaguantable la deuda actual, los tipos se dispararían y las severas caídas de PIB e incómodas inflaciones harían que los propios alentadores del anti europeísmo pidieran asilo de nuevo. Es algo similar a lo que pasa cuando un crio enrabietado grita “me voy”. Cuando lleva unos minutos sin que nadie le haga caso, vuelve rápidamente a por comida y “asilo”.
Es obvio que los británicos, aferrándose a su particular sistema de medidas, a conducir por el otro lado (izquierda) y con su “libra”, siempre han querido de Europa las máximas ventajas y las mínimas obligaciones. Ahora que nos enfrentamos a retos tan importantes como la presión de salarios, la inmigración y los populismos, han decidido que no quieren ver estos temas en sus islas ni colaborar a resolver los de sus países colegas europeos. ¿Podríamos llamarlos “egoístas” y “cortoplacistas”? 
¿Son conscientes del alcance que puede tener lo que han votado? 
Muchos seguro que no. Muchos votan con el corazón o el estómago (que pide comida cada vez que tiene hambre y come sin preocuparse si tendrá suficiente comida para todo el día con lo que tiene guardado en la despensa). Muchos votan sin haber analizado mínimamente la información que se les ha suministrado (muchas son mentiras o poco realistas) y sin tener en cuenta las repercusiones a medio o largo plazo. Esa actitud y decisión de una parte muy ajustada de su población inglesa (adulta) perjudicará a sus jóvenes y a los inmigrantes de otros países en su isla, porqué les traerá un menor crecimiento y mayor inflación y habrá que ver hasta qué punto son capaces de manejarlos de manera aislada.
No soy muy optimista porqué los eventos que estamos viviendo son muy serios, pero sí creo que a partir de ahora y ante la caída de los mercados y la volatilidad que podemos sufrir durante la segunda parte del año, las “burbujas emocionales” se vayan diluyendo, la realidad se vaya imponiendo y no me extrañaría que en los próximos años los ingleses pidan una reorganización de las condiciones originales.
Europa se enfrenta a una serie de retos, para cuya resolución se precisa la colaboración entre países y regiones. Al mismo tiempo también es necesario hacer una redefinición clara de lo que queremos ser en el futuro y cómo afrontar los grandes retos que tenemos desde una estructura política más flexible, dinámica e integradora. 
El miedo a perder una buena parte de lo conseguido es normal en las personas conscientes e informadas, pero eso no implica que nos dejemos arrollar por el pánico y dejemos de buscar las oportunidades que acompañan a todas las crisis. Pasado el primer pinchazo, tampoco podemos hacer mucho más, ni menos, que intentar guardar la máxima calma, porqué las consecuencias, tanto las económicas como las políticas, ni son obvias ni son a corto plazo.
Nuestra industria más potente es la turística y vive momentos de miel debido a las circunstancias sociopolíticas del mediterráneo sur y este. Parece que los británicos “más soberanos y aislados” tendrán menor poder adquisitivo y tal vez podrán “gastar menos” en sus estancias vacacionales en nuestro país, por lo que tendremos que volver a encandilar a los rusos, alemanes, chinos, etc.
Lo aconsejable es guardar la calma, analizar las informaciones que nos lleguen con lupa, no sobre reaccionar en el corto plazo y hoy, día de reflexión, intentar pensar un poco más con la cabeza, aunque sufra un poco el corazón. 
Recuerden las palabras de Peter Drucker, padre del managenent moderno: La planificación a largo plazo no es pensar las en decisiones que deberíamos tomar en el futuro sino en el efecto futuro que tendrán nuestras decisiones presentes.
©JuanJAS