lunes, 25 de abril de 2016

¿Debemos vacunar contra el "consumismo" a los jóvenes?

A pesar de lo que se dice, pienso que ya no estamos en la sociedad del conocimiento o de la tecnología porque hemos entrado en la “sociedad del aprendizaje”: a partir de ahora, tendremos que estar siempre aprendiendo, y muy rápidamente.
La educación no es un problema que afecte sólo a los padres con hijos en edad educativa; sino que es un problema que afecta a toda la sociedad. 
Atendiendo a estas dos verdades, les dejo unas pautas que pueden seguir como “vacuna para el consumismo” en la formación de los más jóvenes (y no tan jóvenes) en el seno familiar:

·No permitir que nadie, y menos a los medios de comunicación, que les diga lo que es mejor para sus hijos.
·No comparar a sus hijos con los demás niños. Cada ser humano es único y tiene unas capacidades y necesidades diferentes a las del resto.
·No entrar en una competición consumista a ver quién es el niño que tiene más cosas.
·Cuidado con las expectativas exageradas. No utilicen a sus hijos para cumplir sus deseos de prestigio o reconocimiento.
·Nunca satisfarán los deseos de compañía, cariño y dedicación de sus hijos con bienes materiales. Necesitan mucho más que eso, aunque lo pidan con ahínco.
·No confundir el amor de padres con satisfacer los deseos materiales de sus hijos. En muchas ocasiones, una demostración de amor puede ser decir “no”.
·Es importante satisfacer las necesidades de exploración y conocimiento del entorno sin recurrir al consumo. No por el hecho de salir a la calle hay que “gastar”. En las ferias también se puede disfrutar sin gastar dinero y también hay juegos “juegos gratis“.
·Es conveniente ofrecerles oportunidades para realizar juegos activos y creativos que desafíen el desarrollo de sus capacidades, y no siempre ceder y comprarles cosas que no necesitan para nada pero que creen que desean. Cuando las consiguen, suelen tirarlas y piden otra cosa. ¿Que más prueba que esa necesitan?

Si conseguimos aplicar estas pautas, podemos aprovechas para educar a los más pequeños en el ahorro: 

· Una buena idea es regalarles una hucha para que desde pequeños se habitúen al ahorro. Convertir alguna tarea doméstica en un reto para el niño y premiarlo con una moneda para su hucha sirve para potenciar el valor del trabajo y, a su vez, el ahorro. 
· Es necesario hablar con ellos y explicarles cómo funciona el dinero porqué no es suficiente confiar en que sigan el ejemplo de sus padres, en el caso de que tengan unos padres con “hábitos de ahorro”. Hay que hacerles entender que sus padres reciben un dinero mensual por trabajar y que ese dinero tiene que ser empleado para pagar cosas importantes como la casa, el coche, el colegio, la comida, etc. 
· No hay que esperar a una ocasión especial para hablar con el niño sobre el ahorro. La vida está llena de oportunidades para formar a los pequeños en buenos ahorradores para el día de mañana. Qué mejor momento para explicarles el ahorro y los gastos que ayudándonos a hacer la lista de la compra, acompañándonos a comprar responsablemente al supermercado, mirando las facturas del agua y de la luz… 
· Los niños aprenderán el valor del dinero si les permitimos manejar el suyo. Una fórmula para conseguirlo es asignarles una paga semanal, de acuerdo a su edad y necesidades. De esta manera, será el propio niño el responsable de organizarse y gastar en lo necesario, estableciendo un orden de prioridades. Entenderá así las explicaciones de sus padres sobre la gestión del dinero mensual que reciben en sus trabajos. 
· Los caprichos casi diarios de los más pequeños pueden resultar de gran utilidad para fomentar el ahorro. Fijar un juguete o una excursión como recompensa puede convencer al niño a destinar parte de su paga para tal fin. Nada más beneficioso para la autoestima del niño que ver cómo crecen sus ahorros y consigue finalmente su tan anhelado objetivo para pagarlo al contado después que haya conseguido ahorrar lo necesario. 

También es recomendable concienciar a los hijos sobre los perjuicios del consumismo excesivo y enseñarles a entender el sentido de la publicidad. En definitiva, se trata de fomentar en los hijos un consumo responsable, mostrándoles la variedad de marcas del mismo producto y haciéndoles ver la diferencia de precios existente entre ellos. 
Es bueno, e incluso aconsejable, implicar a los hijos en la elaboración del presupuesto familiar, haciendo previsión de los ingresos y los gastos de acuerdo a las necesidades reales de la familia y evitando gastos superfluos. De este modo, se consigue educarlos como consumidores críticos, racionales y, a menudo, solidarios con el medio ambiente. Claro que para poder enseñarlo, los padres son los que primeros que tienen que tener los conocimientos necesarios, saber y querer practicarlos y hacerlo habitualmente. 
¿Se pondrán en marcha para prevenirlo? o lo del “consumismo” les encanta tanto, que no piensan que “mientras se pueda… 
©JuanJAS