miércoles, 10 de agosto de 2016

Quieras o no, la publicidad en las redes seguirá

Facebook ha decidido reaccionar ante el crecimiento imparable de los bloqueadores de publicidad. La compañía es, según la mayoría de los analistas, una víctima colateral dado que la mayoría de los usuarios que instalan un bloqueador de anuncios lo mantienen activado para todas las páginas que visitan y hacen un uso relativamente escaso de las listas blancas. Facebook se encuentra con un porcentaje creciente de usuarios que acceden a su servicio y no reciben su publicidad.
La reacción de Facebook ha sido tan sencilla como eficiente: hacer indistinguible el HTML de su publicidad del de su contenido orgánico, lo que impide que los bloqueadores la identifiquen como publicidad y puedan bloquearla. Una manera de forzar a sus usuarios a que vean publicidad haciendo que las estrategias utilizadas por los bloqueadores no funcionen, porque los anuncios aparecerán disfrazados como contenido y serán indistinguibles de este a efectos de código.
El fenómeno del ad-blocking, tiene ya suficiente entidad como para que una compañía como Facebook se vea obligada a actuar ante las pérdidas de ingresos que sufre. 
La aproximación de Google en este sentido ha sido completamente diferente: hablar con las compañías de ad-blocking, convencerlas de que su publicidad no es intrusiva, y pagar para que sus plugins clasifiquen por defecto los anuncios de Google en su lista blanca, algo que el usuario puede cambiar si lo desea (aunque incluso cuando es así, Google suele cambiar periódicamente el formato de sus anuncios para que pasen a través del bloqueo, obligando al usuario a una especie de juego de gato y ratón si quiere realmente mantener su pantalla libre de publicidad). 
Facebook no ha querido entrar en ese juego, no ha pactado con nadie, y simplemente ha actuado con los elementos que tiene a su alcance, eliminando la distinción entre publicidad y contenido orgánico, entre lo que el usuario quiere y no quiere ver. Cualquier actuación posterior precisa del uso de nuevos desarrollos tecnológicos en ad-blocking, muy posiblemente relacionados con el ámbito del machine learning y la inteligencia artificial. Facebook hace una oferta a quienes no desean ver sus anuncios y les dice a través de un post publicado ayer mismo
Vivimos de la publicidad, lo de ver nuestro contenido sin nuestros anuncios es algo que rompe las reglas y no te lo vamos a permitir, pero sí te ofrecemos elementos de control para que configures tu experiencia publicitaria de la mejor manera posible. En cada anuncio podrás hacer clic, decir si lo quieres ocultar y por qué, acceder a una explicación sobre por qué razón recibes ese anuncio, y configurar los filtros que regulan el tipo de publicidad que recibes. La publicidad no es una opción, es algo inherente al servicio que ofrece Facebook: Si quieres usar nuestra red con todos los servicios gratuitos que incluye, debes permitir la publicidad con un cierto control por tu parte, que le proporcionen más información sobre la experiencia y los sentimientos que generan los anuncios que publica y si no admites esto, siempre puedes dejar de usar Facebook. 
Para Facebook, ese tipo de métricas resultan fundamentales: si un anuncio es rechazado de manera sistemática por muchos usuarios, llegará a resultarle bastante más caro anunciarse, lo que muy posiblemente implique que el anunciante termine por cambiar de estrategia para tratar de generar menos rechazo, en la medida de lo posible (hay muchas posibles razones para el rechazo, y no todas tienen que ver con el uso de un formato determinado).
Retar a los desarrolladores a que bloqueen tu publicidad cuando eliminas los elementos que utilizaban para reconocerla es una manera segura de generar innovación en ese terreno. Ya veremos cuál es el siguiente paso…
Y tu que estrategia prefieres:
a) La idea de Facebook: Dejar los términos claros con el usuario. 
b) La idea de Google: Sobornar a las empresas de Ad-blocking para que permitan sus anuncios y obligarte a jugar al “gato y el ratón”.
©JuanJAS

lunes, 8 de agosto de 2016

Educación y orientación vocacional

Cuando éramos pequeños, a todos nos preguntaron muchas veces: "Hijo, ¿que quieres ser de mayor?". La mayoría solíamos dar una respuesta rápida que iba cambiando a lo largo del tiempo. Cuando nos hacíamos mayores –si habíamos tenido la suerte de nacer en el seno de una familia donde se nos diera la posibilidad de escoger– la dificultad para responder iba siendo cada vez mayor y tanteábamos el terreno respondiendo la profesión del hobby que más nos gustaba: futbolista, pintor, músico, etc. La respuesta del padre –la vida había puesto sus sueños en el trastero–, solía ser algo así como: “Hijo, con esto no podrás ganarte la vida. Ve pensando en otra cosa”. 
Nosotros insistíamos: “¡Pero a mi me gusta ser “xxxx”! ¿Porqué dices que no me podré ganar la vida con eso? 
Respuesta: “¿Es que te piensas que todos los futbolistas son Messi o que todos los pintores son Dalí? Esos ídolos de masas ganan muchísimo dinero, pero todos los que se dedican a profesiones como lo que a ti te gusta y ganan dinero suficiente para poder vivir holgadamente, no representan ni la millonésima parte de la población mundial. ¿Qué te hace pensar que tu tendrás las habilidades suficientes para sobresalir entre los 7343 millones de personas del mundo y ser de los primeros? 
Hace unas semanas vi en Facebook un vídeo titulado: “Papá: Quiero bailar
El vídeo nos presentaba a una niña que estaba en su casa jugando a las “marionetas”. Llegó su padre y le pidió que recogieran los juguetes (en realidad lo hizo él) porqué tenía que llevarla a clase de inglés. La niña protestó y le dijo que “ella quería ir a clase de baile”.
A partir de aquí se desarrolló un diálogo padre-hija en el que el padre, a veces tenía enormes dificultades para responder a las sencillas (o no) preguntas de su hija.
En “off” se oían unas risas haciendo mofa de algunas respuestas que daba el padre.
Finalmente, el padre abdicó de su responsabilidad: Llevar a su hija a clase de inglés y se quedaron los dos bailando en casa. Las imágenes finales mostraban estos mensajes mientras Carlos Vives, cantaba “Volví a nacer”:
“No hay nada que puedas hacer hoy que te garantice dinero en 20 años”
“El dinero resuelve situaciones pero no da sentido a tu vida”
“Hacer cosas que te apasionan pueden abrirte una puerta”
“Si tu vida no te permite cada día: jugar, bailar, vivir,… cambia de vida”.

Entiendo que el vídeo no va dirigido a niños sino a adultos —padres, abuelos, cuidadores, posiblemente a educadores–  y por ello me quedé con la sensación de que el mensaje no quedaba claro ni completo.
Por Internet, circulan muchos videos o artículos que ensalzan la educación que permite al niño hacer lo que quiere en la escuela. ¡Sólo veinte horas semanales y sin deberes para casa!.
"¡Fantástico! Eso si es educación de la buena", responden. Muchos se quedan con este titular y dicen "Los niños tienen que jugar, que para eso son niños". Razonan complacidos: Si los  deberes son malos es que esforzarse en repasar y practicar para aprender mejor es inútil e incluso contraproducente. Ya no serán necesarias más discusiones para que el niño se ponga a hacer deberes en casa. ¡Biennnnn! ¡En el fondo todavía queda algo de niño en todos nosotros.

La mala noticia es que esa es una visión sesgada y muy cómoda, si lo que en el fondo se desea es rehuir la responsabilidad de la educación de los niños, que tienen las familias y los maestros. No es lo mismo aparcar a los niños delante de la TV para que se estén quietos mientras ven dibujos animados o dejarles nuestra Tablet o móvil para que dejen de pedir “atención” y “no molesten”, que pasar tiempo de calidad con ellos. Jugando con ellos, satisfaciendo su curiosidad al explicarles lo que vemos cuando vamos de excursión para “explorar”, razonando con ellos sin ponerse a gritar todos como locos, explicándoles historias que les interesen, ayudándoles a solucionar los problemas que encuentren durante su “juego de aprender”, enseñándoles a comportarse en sociedad respetando la libertad y las propiedades de los demás, enseñándoles a compartir, enseñándoles a llevar una casa (cocinar para comer, comprar los productos necesarios con mejor relación calidad precio, hábitos de higiene y limpieza, primeros auxilios y conocimientos básicos de salud, nociones de economía doméstica y administración de los ahorros, etc.). Cuidarse de que practiquen los idiomas que aprenden en la escuela para que puedan comunicarse más allá de su entorno. Es importante que oigan música y también que aprendan a componer alguna melodía y a interpretarla con algún instrumento y no hace falta comprarles un piano de cola para ello. Basta con una flauta o una armónica. Lo mismo vale para el resto de artes y técnicas para que desarrollen ambos hemisferios cerebrales, etc.  Más que la cantidad importa la calidad y sobre todo, desarrollar la responsabilidad de pequeños y mayores, porque en esos “países tan avanzados y admirados” la implicación de los padres en la educación/juegos de sus hijos, y de los educadores en sus alumnos es total. Se trata de informarles y educarles 24 horas al día 365 días al año, porqué esta “implicación-seguimiento-tutela” no se puede delegar en los gadgets electrónicos ni en su libre albedrío.
Siempre es bueno compartir diferentes puntos de vista para mejorar el propio y por ello decidí hacer una “versión personal” de “Papa quiero bailar” en la que incluí algunos de los pensamientos que me vinieron a la cabeza. 
Al pié transcribo los comentarios añadidos siguiendo el desenlace del vídeo original y me encantaría recibir los vuestros.
©JuanJAS



COMENTARIOS al vídeo  “PAPA QUIERO BAILAR”
¿Sabe un niño lo que le gusta o simplemente lo dice para llamar la atención?
Muchas veces no han practicado nunca adecuadamente la actividad rechazada, ni han probado nunca la comida que rechazan. Entonces… ¿Porqué dicen que no les gusta?
Los adultos sabemos que, muchas veces, hasta para divertirse hay que esforzarse:
·       Para ir al gimnasio hay que mentalizarse, y “decidirse a ir” aunque no tengas ganas. ¡Luego te alegras de haber ido!,…
La mayor dificultad es… vencer la pereza para conseguir levantarnos del sofá y salir hacia el gimnasio.
·       ¿Cuantas veces te ha apetecido comer algo que sabías que no beneficiaría a tu salud, y después de “caer en la tentación”… No has recibido la satisfacción que esperabas y te has sentido culpable y tonto, porqué la “travesura” no ha valido la pena?
·       ¿Cuantas veces te has sentido obligado por la presión social a hacer algo que no te apetecía en absoluto, ni te aportaba nada personalmente?.
·       Antes de tomar una decisión,… ¿Piensas siempre qué es lo que realmente quieres, necesitas o te conviene, y actúas en consecuencia?
Si esto nos pasa a los adultos con toda la experiencia y todo el tiempo que hemos tenido para aprender…  ¡Qué no pasará con los niños!

Cuando los niños son pequeños, las decisiones del hogar, no se toman democráticamente con ellos. Los padres son los responsables de cuidar su salud, de darles de comer, de vestirlos y de dedicarles “tiempo de calidad” para “educarlos”.
¿Por qué no explicar a los niños que los padres tienen que trabajar para ganar dinero y así ellos puedan comer siempre que tengan hambre, para que puedan dormir en su camita calentita y cómoda en lugar de en la calle, para que puedan jugar en el parque sin miedo a que les pase nada, para que cuando enfermen el médico les pueda curar, para que puedan ir a la escuela y aprender a hacer bien lo que, con el tiempo descubran, que más les gusta y para lo que están más capacitados?.

“Ganarse la Vida” significa cosas distintas en la selva africana que en una ciudad Europea. Aquí, entendemos el concepto como “ganar dinero mediante un oficio o profesión para poder costearnos nuestras necesidades básicas de salud, alimentación, vivienda, vestir, energía, transporte, comunicación, etc.”
Todos necesitamos “dinero” porqué el dinero no es como el aire, al alcance de todo el mundo, que lo puede respirar sin esfuerzo. El dinero lo ganamos trabajando con ayuda de nuestras habilidades personales o prestando un capital para que otros puedan emplearlo en producir algún bien o servicio por lo que les pagarán un “interés”. Los productos o servicios que generamos los intercambiamos con otros y a cambio nos pagan un salario. 
Si sabemos emplear bien el dinero ganado con nuestro esfuerzo y habilidades, necesitaremos menos cantidad para satisfacer nuestras necesidades básicas. Si lo despilfarramos necesitaremos más; cifras astronómicas si somos unos derrochadores compulsivos o lo empleamos en cosas no básicas.
Así poco a poco, los niños entenderán y valorarán la “cultura del esfuerzo” y la “meritocracia”. Aprenderán el valor de la acción, la laboriosidad, la actividad y la fascinación-satisfacción por el trabajo bien hecho y el progreso; frente a la vagancia, la apatía, la dejadez, el desaliento y el miedo a competir para mejorar.

¿Cuantas cosas haría usted si fuera “libre financieramente”?
¡Ufuuufff!  Si yo tuviera mucho dinero…  ¡Buuuuuffffffffffff!  Mis hobbies serían muy caros…

¡No me refiero solo a bienestar material: muchas pertenencias, vivienda, coches, yates, vacaciones exóticas, etc.! Hay muchas más cosas que proporcionan bienestar y felicidad, y en nuestra sociedad, el dinero puede ayudarnos a poder disponer de nuestro tiempo para que emplearlo en mejorar nuestro:
·       Bienestar físico, cuidando nuestra salud y nuestra seguridad física,…
·       Bienestar social, cultivando las relaciones personales, amistades, familia, comunidad)
·       Desarrollo, cultivando nuestra educación, mejorando nuestra productividad y contribuyendo solidariamente al bienestar del resto de la sociedad,…
·       Bienestar emocional, mejorando nuestra autoestima, enriqueciendo nuestra inteligencia emocional y espiritualidad,…
Y estas risas, ¿A que vienen?
¿Acaso no les gustaría alcanzar los objetivos que expresa el padre? ¿Que medidas proponen para intentar conseguirlos? ¿Que están dispuestos a hacer, USTEDES MISMOS, para conseguirlos?
Si se limitan a “reír” seguro que no conseguirán nada.
No preocuparse por el dinero se puede conseguir de muchas formas: unas legales y otras no. Unas negando o reduciendo psicológicamente el deseo del mismo y otras mentalizándose para adquirir una conducta y una forma de vida que facilite y en muchos casos, ayude a conseguir ese objetivo.
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Todos tenemos dudas. Todos debemos tomar decisiones. A veces tomamos la menos mala, que en determinadas circunstancias es la mejor que podemos tomar, de acuerdo a los datos y conocimientos que tenemos en ese momento.
¿Por qué mentir, si no es para evitar un mal mayor? Decir lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa induce a error a los demás y crea falsas expectativas. Mentir hace daño a los demás,  a ti mismo, te genera ansiedades, te vuelve inseguro, te enreda la mente y es una mala costumbre que nadie debería adquirir. Además las mentiras tienden a descubrirse y entonces ya no puedes esperar o exigir honestidad de los demás.  Lo peor de todo es mentirse a uno mismo.
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Hay quien prefiere creer que el éxito es cuestión de suerte, pero el azar sólo influyó en un pequeño porcentaje en la consecución de los grandes logros.
Las personas que han alcanzado altas cotas en el mundo del saber, sean investigadores, médicos, ingenieros o deportistas, han llegado a conseguir sus metas sólo después de mucho estudio, entrenamiento y dedicación a su profesión.
Si quieres tener éxito en todos los proyectos que emprendas en tu vida, es imprescindible que te apasione dedicarles tiempo y esfuerzo.
¡El éxito no llega por casualidad!
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Vida sólo hay una y es tan larga que da para mucho:
Para jugar y también para estudiar.
Para trabajar y responsabilizarse y también para descansar y divertirse.

¡Aprovéchala y vívela responsablemente!

viernes, 5 de agosto de 2016

Educación obligatoria para adultos

Regularmente los medios nos dan a conocer el fantástico y deseable “Estado del bienestar” que disfrutan los ciudadanos de los 5 países nórdicos —Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega o Islandia—, verdaderos faros socialdemócratas de todos los Estados occidentales. Al mismo tiempo casi nunca hablan de los “deberes” que tienen que atender los ciudadanos de esos países para ayudar a mantener ese nivel de bienestar.
El Consejo Nórdico de Ministros (una organización interparlamentaria de cooperación entre los cinco Estados nórdicos) ha publicado recientemente un informe sobre los retos a los que se enfrentarán los mercados de trabajo de los países desarrollados en las próximas décadas. Se titula “Working Life in the Nordic región – challenges and proposals” y ha sido elaborado por el ex ministro danés Poul Nielson.
Una de las amenazas, específicamente mencionada en ese informe, es la presión que los refugiados y la migración ha puesto en el modelo de mercado de trabajo nórdico. Los 5 países nórdicos no han seguido un modelo conjunto con la UE y estiman que lo mejor es proporcionar a los recién llegados la posibilidad de obtener rápidamente un empleo combinado con una formación de calibre, en lugar de que pasen varios años preparándose antes de poder entrar en la vida laboral. Parece que “Aprender haciendo” es un buen lema para el esfuerzo de integración necesario. Saliendo del “lema” y entrando en el terreno práctico: Si estamos abocados a cambiar de trabajo constantemente y a reinventarnos laboralmente cada cierto tiempo… ¿dejará de ser necesario tener título, licencia o similar para optar al mismo? ¿Optarán los empleadores por un trabajador que aprenda su trabajo trabajando o por uno que tenga la formación necesaria y precise un periodo de aclimatación mínimo?
Será interesante conocer… ¿cómo piensan repartir los costes del programa y regular los derechos individuales?
El ambiente de trabajo es otro gran desafío del mercado de trabajo. La tecnología se desarrolla cada vez más rápido y la competencia mundial crece. En este entorno se recomienda más reconocimiento, más investigación y más atención política, priorizando los proyectos de interés conjunto para la zona nórdica.
La fragmentación del mercado laboral es una tercera tendencia que ya representa un desafío para los mercados de trabajo nórdicos. Los  sindicatos cada vez tienen menos peso y los empleadores cada vez se afilian menos a las organizaciones empresariales al tener más acceso a trabajadores extranjeros y a la contratación a tiempo parcial.
Sin embargo, hay una propuesta (p. 5 a 8) que llama más la atención: “extender la educación obligatoria a toda la vida laboral”. Nielson piensa que este es un tema central para asegurar el modelo de mercado de trabajo nórdico para los próximos años. Argumenta: “Del mismo modo que los países nórdicos están a la vanguardia desde la creación de un mercado de trabajo nórdico conjunto en 1954, hoy tenemos que estar a la vanguardia en el cumplimiento de los retos del futuro y por ello los cinco países nórdicos deben hacer de la educación de adultos y la formación continuada, un elemento obligatorio en el mercado de trabajo, e introducir una verdadera cooperación en materia de migración”.
Parece que a los nórdicos ya no les basta con una buena enseñanza obligatoria hasta los 16 años para evitar que algunos padres irresponsables no formen a sus vástagos y éstos terminen siendo ciudadanos disfuncionales en el momento de su emancipación. Parece que detectan una cierta dejadez o abdicación de autorresponsabilidad en muchos adultos —tal vez algunos carecen de incentivos o de capacidad—  a la hora de mantenerse “empleables” mediante la formación continuada. Estos políticos piensan que si son ellos quienes diseñen el itinerario educativo de sus gobernados durante toda su vida, aquellos tendrán, en una economía globalizada, más probabilidad para formarse adecuadamente y conseguir más y mejores empleos.
¿Como ven esta novísima propuesta socialdemócrata?
¿Prefieren que su gobierno se limite a asesorar a los adultos sobre los pasos a seguir en su vida laboral o que utilice todo el poder del Estado para forzarlos, incluso en contra de su voluntad, a participar en aquellos cursos de formación que los burócratas estatales escojan para ellos?
Pienso que es imprescindible que los adultos actualicemos nuestros conocimientos permanentemente para mantenernos “empleables” y podamos convivir en la sociedad donde hayamos escogido vivir nuestra vida. También pienso que tras buscar el asesoramiento adecuado, público o privado, la decisión última de hacerlo, como, cuando y donde hacerlo corresponde únicamente a cada uno de nosotros y no es delegable, ni siquiera en el Estado. Si no ejerciéramos esta responsabilidad y delegáramos la decisión en el Estado, asumiríamos un peligro que no reside solamente en el más que evidente riesgo de adoctrinamiento o de corrupción, sino en la pérfida filosofía de fondo sobre la que se apoya: el tiempo vital de una persona adulta no es realmente suyo sino del Estado, quien puede moldearlo como crea conveniente en aras del ¿interés general?.
Cuanto más se prolongue la edad mínima de estudios obligatorios, más tiempo depende una persona de sus padres y menos de sí mismo. Para poder estudiar, necesitas permanecer más o menos dependiente de tus padres y más en España, donde conseguir un trabajo que te dé para vivir sin estudios y sin enchufe raya en lo imposible.
Cuanto menos dependa la gente de sí misma, menos legitimidad tiene para defender que “esto me lo he ganado yo con mi esfuerzo”. Menos legitimidad, por tanto, para defender la propiedad privada, el reparto de la riqueza que otros han producido y más expedito el campo para las envidias y los rencores.

Parece que estamos ante una trampa de la autobautizada “ideología progresista” que lo que intenta es que no observes, no pienses por ti mismo, no te pongas en acción, no prosperes…  para que sigas necesitando siempre la tutela del “Partido Progresista”; y naturalmente te indignarás que el dinero que tanto te ha costado ganar vaya a ser utilizado para que el Partido Progresista, muy poco democráticamente, compre los votos de la gente necesitada o damnificada por su mal gobierno.
Hay que diferenciar entre conocimiento teórico y conocimiento práctico producto de la observación real aplicado a la acción que produce prosperidad personal y riqueza comunitaria; siempre que el Gobierno legisle poco y adecuadamente para facilitar que los que quieran “prosperar”, lo puedan hacer sin trabas artificiales.
Y prosperar significa producir riqueza económica e intelectual haciendo algo bien hecho y que los individuos necesiten y pueda o esté dispuesto a pagar. Nunca se generará ese tipo de prosperidad cuando se gana más dinero siendo “enchufado público” que especula con el suelo, chantajea al empresario para ganar más sin dar nada a cambio o incluso poniendo trabas a los trabajadores y emprendedores o simplemente cobrando el sueldo dormitando en el despacho.

La mayoría de la gente se sienten deslumbrados cuando entran en un despacho con paredes llenas de “diplomas”. Equiparan “diplomas” a conocimiento y experiencia intelectual cuando no dicen casi nada de la habilidad que el propietario del despacho haya podido atesorar y poner en práctica a lo largo de su vida.
Ya dijo Aristóteles que “La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza para aplicar los conocimientos en la práctica”. 
A lo largo de la vida, los que aprenden, van haciendo acopio de conocimientos y habilidades. 
El adquirir conocimientos nos puede proporcionar un delicioso divertimento intelectual para nuestros momentos de ocio, pero para producir riqueza –ganarnos la vida– tenemos que emplear los conocimientos adecuados para analizar las informaciones que nos ayuden a entender el mundo que nos rodea, a tomar decisiones sensatas y no dejarnos engañar...
Cuando aplicamos nuestros conocimientos a un proyecto concreto, desarrollamos nuestras habilidades que nos sirven para ganar maestría en un campo determinado.
No es lo mismo saberse de memoria la disposición de las teclas de un ordenador, que tener la habilidad de escribir rápido con los diez dedos. No es lo mismo saberse de memoria toda la anatomía humana y toda la teoría quirúrgica que tener la habilidad de operar a un paciente. No es lo mismo saberse de memoria toda la biomecánica de todos los estilos de natación que tener la habilidad de nadar rápido o cubrir una gran distancia. No es lo mismo saberse de memoria todos los principios de la contabilidad y la legislación que puede ser aplicable a una empresa, que tener la habilidad de dirigirla.
No es lo mismo saberse de memoria miles de palabras, preposiciones y verbos, que tener la habilidad de hablar un idioma ajeno al materno.
Los conocimientos se pueden memorizar pero hay que aplicarlos para adquirir habilidades: haciendo, practicando, trabajando.

En general son pocas las habilidades que pueden adquirirse dentro de un aula mirando a una pizarra y escuchando pasivamente a un señor que nos cuenta algo que luego, en cualquier caso, tendremos que terminar de memorizar en casa.
Por eso es tan difícil encontrar un trabajo sin tener experiencia, por muchos títulos que se tengan. Por eso el paro juvenil occidental suele ser tan alto, por confundir los conocimientos que se pueden memorizar –hay quien los ha memorizado sólo para aprobar el examen y conseguir el “titulo” y no para “saber”–, con las habilidades que capacitan para desarrollar tareas útiles y productivas. Por eso cualquier estudiante español de secundaria que a los 16 años intente buscar trabajo, con su flamante título de ESO, descubre que tras tantos años de enseñanza obligatoria de planificación estatal centralizada, realmente su capacidad para ganarse la vida es completamente “nula”.
 Por cierto, en España ya hace muchos años que existen “planes de formación continua” de los trabajadores en activo y también para parados. Es un modelo formativo oficial dirigido a los trabajadores asalariados que pretende ayudarles a mejorar sus competencias o adquirir otras nuevas, de manera que su preparación profesional sea cada vez mejor. De los costes de ese modelo, corrupciones incluidas y de su efectividad, tanto para las empresas como para los trabajadores, mejor no hablar para no tener que llorar.
Espero que los nórdicos en conjunto cuando deliberen sobre la propuesta de Nielson diferencien conocimientos de las habilidades. Por cierto, en España ya hace muchos años que existe la formación continua de los trabajadores. Es un modelo formativo oficial dirigido a los trabajadores asalariados que pretende ayudarles a mejorar sus competencias o adquirir otras nuevas, de manera que su preparación profesional sea cada vez mejor. De los costes de ese modelo y de su efectividad tanto para las empresas como para los trabajadores, mejor no hablar para no tener que llorar.
De llevarse a cabo la recomendación de Nielson parecerá que el servicio militar/social obligatorio moderno se dará en las aulas en lugar de en los cuarteles como antaño.
¿Se declararán ustedes insumisos o reivindicarán con ardor la adopción de esa medida en nuestro país?
Los que prefieren la tutela del “estado burocrático” estarán deseosos de que llegue pronto esta medida, los más liberales seguramente preferirán que no se atente contra sus libertades y se les deje decidir que hacer con su vida, su formación, sus lecturas, sus ideas y su tiempo libre.

©JuanJAS