miércoles, 25 de noviembre de 2015

Opiniones económicas impopulares

Muchos economistas piensan que los “planes de austeridad” son necesarios para salir de las recesiones económicas. Otros piensan lo contrario; la austeridad sólo favorece los intereses de los países más ricos y poderosos. Los no profesionales opinamos según nos afecta el tema. El mundo económico y financiero está lleno de premisas como esta, en base a las cuales se desarrolla una estructura de pensamiento que no es políticamente correcto discutir. 
Cameron K Murray es un economista australiano especializado en los mercados inmobiliarios, economía ambiental y la corrupción, tema en el que realiza un doctorado en la Universidad de Queensland. Escribe en MacroBusiness, IDEA economics and Evonomics y en su blog “Fresh economics thinking”. En una entrada del pasado día 12 y en otra del 19, expone unas cuantas ideas económicas impopulares sobre las cuales les propongo razonar:

1.- La libertad no existe. 
No hay tal cosa como la libertad porque todo derecho implica una obligación del resto de la sociedad por aceptar ese derecho. Imaginemos que quiero entrar en bañador y camiseta en un Restaurante Chic. ¿Qué tipo de empresa “coartadora de mi libertad” me permitiría hacer eso? Casi ninguna, debido a que mi derecho a disfrutar de un almuerzo en traje playero-semidesnudo tiene una obligación igual y opuesta de los demás clientes vestidos ”Smart casual” de aceptar ver gente vestida “casual dress ugly naked”.

Dado que este tipo de “libertad” implica una obligación de “identidad", hay muchos ejemplos que podemos encontrar al respecto. Por ejemplo, mi derecho a disfrutar pacíficamente de mi casa implica una obligación del resto de la sociedad a no interrumpirme, a no poder dormir en mi cama sin ser invitado, a no poder usar mi cocina o no poder plantar su tienda de campaña en mi jardín. 

2.- El capitalismo no ha tenido éxito porque sea eficiente o productivo. 
La cantidad de servicios básicos duplicados —25 tipos de papel higiénico, de zapatos de gafas, etc.—, el hecho de que más del 30% de la comida se desperdicia, y los masivos costes invertidos en publicidad, sugieren que hay una buena cantidad de grasa en nuestro sistema económico. Sin embargo el capitalismo tiene éxito aunque sea ineficiente, porqué la redundancia crea una enorme flexibilidad. Una sociedad con una enorme panadería que suministrara pan a toda la población podría ser muy eficiente, pero conllevaría un enorme riesgo: Una avería mecánica, desastres naturales o brotes de enfermedades, podrían cortar la oferta total de pan. En nuestra sociedad con múltiples panaderías compitiendo, aunque la producción es más ineficiente, el riesgo de quedarnos sin pan, se reduce considerablemente.

3.- La inversión extranjera neta es un término idiota y engañoso para definir un superávit de la cuenta de capital. 
Debería llamarse saldo de los activos comerciales para bienes y servicios.

4.- Hacer cola a menudo es un buen mecanismo de asignación. 
La congestión es un tipo de cola. El método FiFo (el primero que llega es el primero en ser servido y el primero que abandona la cola) incentiva a la gente para madrugar y empezar la cola temprano, lo cual perjudica a todos en la cola, ya que aumenta el tiempo de espera global. Podrían tenerlo en cuenta en las colas de espera para embarcar en los aviones —quien no ha maldecido alguna vez al primero que se ha puesto delante del mostrador, media hora antes de embarcar y ha provocado una avalancha de gente que en menos de un minuto ha hecho que muchos se levanten de sus asientos y hagan aguardar a todos la cola media hora en pie—. La solución para que la gente no se levante media hora antes de embarcar, 5 horas antes de que abran la tienda para comprar en nuevo iPhone o 1 día para entrar al concierto de Malú o dos días al de Madona, es quitar el incentivo implementando una técnica LiFo (el último que llega es el primero que se atiende). En el ideal, si la gente llegara a un ritmo más lento que el avance de la cola, el tiempo de espera sería cero. 
Está claro que no todo en la vida es eficiencia y no tenemos en cuenta otras habilidades que benefician a la sociedad como la paciencia y la persistencia. Esperar es visto como un esfuerzo y cuando alguien trata de saltarse la cola la gente nos enojamos. 
Si les interesa el tema d elas colas pueden leer “Cómo elegir la cola que más rápido va: la compleja psicología de esperar en fila”.

5.- La cantidad de organización humana que está directamente determinada por los precios y los mercados puede ser redondeada a cero.
Cuando consideras la gran cantidad de bienes y servicios que podrían tener un precio y no lo tienen, te das cuenta del pequeño efecto que el mecanismo de precios tiene en la sociedad. ¿Por qué no tenemos derechos de propiedad privada en los mercados de
 carreteras, espacios públicos, espacio aéreo, océanos, Antártida, espacio exterior, Marte, producción familiar, crimen y organizaciones criminales, los departamentos gubernamentales, incluyendo los militares, comercio y servicios internos, todo el sexo fuera de la prostitución, todos los genes y especies animales posibles, la luz de sol, el viento, etc?. 
Históricamente se puede demostrar que la economía de mercados y precios juega un papel pequeño en la organización humana y la producción. Los precios suben y de vez en cuando, bajan. Pero durante 70 años — desde 1886 hasta finales de 1950—, el precio de una botella de Coca-Cola no cambió, costaba cinco centavos. 
Si analizamos la vida en su conjunto, vemos como los mercados y los precios juegan un papel pequeño en la organización humana.

6.- La condonación de la $1200 millones de deuda de los estudiantes de Estados Unidos sería probablemente una buena manera de estimular la economía estadounidense. 
Produciría el mismo efecto la cancelación de cualquier deuda. Podría hacerse “sin costo” porque sería sólo una transferencia del propietario de la deuda para el prestatario. Así que, aunque la deuda de los estudiantes es probablemente superior a la media de su riqueza, los que poseen la deuda son probablemente aún más ricos. Por lo tanto, sería una redistribución de los súper ricos a los moderadamente ricos, además de ser un estimulo económico como aquellos estudiantes cuyas deudas se condonan, para que aumentara el gasto en bienes y servicios, que beneficiarían a los propietarios de la deuda. 

7.- La escuela se basa sobre todo en el adoctrinamiento de la identidad nacional. 
La escuela también se utiliza como una especie de guardería para cuidar a los niños pequeños, mientras los padres trabajan fuera de casa, y también para mantener a los adolescentes y jóvenes fuera del mercado laboral, mientras se supone que “estudian”. Si fuéramos honestos hablaríamos de política educativa aunque pocos lo hacen.

8.- El chisme, el rumor y las insinuaciones son dispositivos de coordinación fantásticos, que nos permiten encontrar ideas afines, así como desechar cuestiones particulares de otras personas. La idea subyacente es que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Podría ser un factor de homofilia observado en las redes sociales, que una vez más, rara vez se discute.

9.- Los impuestos se cobran mayoritariamente sobre la distribución (99%) y sólo el 1% sobre crecimiento. 
No dejes que te engañen los economistas cuando argumentan que los impuestos corporativos más bajos aumentan el crecimiento, porque están suponiendo que todos los beneficios se dedican a nuevas inversiones en bienes de capital, lo cual raramente sucede.

10.- La microeconomía no es más científica que la macroeconomía, en particular cuando se trata de la teoría. 
Cuando la gente dice que hay avances en microeconomía se refieren en la psicología aplicada, donde se realizan experimentos masivamente, y en los trabajos empíricos donde los nuevos datos ayudan a responder preguntas localizadas.
La mayoría de los especialistas en microeconomía, piensan en los mercados, donde la agregación de individuos sigue siendo un gran problema, a diferencia del nivel de la macroeconomía.

11.- En Australia, los agricultores son uno de los grupos más ricos del país y no necesitan que se protejan sus negocios o estilos de vida. Podemos proteger la producción de alimentos, como industria, mediante la protección de la degradación de la tierra de usos incompatibles e irreversibles como la minería, urbanizaciones y demás. Pero algunas empresas agrícolas van a ir a la quiebra de vez en cuando y ello no es un problema. También Australia es un exportador masivo de alimentos, por lo que en realidad no hay argumento de "seguridad alimentaria de Australia". 

12.- Cuando se habla de seguridad alimenticia se pasa por alto que la primera causa de esta inseguridad-desnutrición es la pobreza, no la falta de controles en la producción. Si la gente más rica de este mundo tomara un pequeño porcentaje de su riqueza para dársela al 20% de la gente más pobre se resolvería gran parte de esta inseguridad. La redistribución de la riqueza mundial es claramente la política más obvia para un utilitarista.

13.- ¡Viva la globalización!
Los partidarios de la globalización claman: “Plantearse unas fronteras abiertas es una forma seria de luchar contra la pobreza y la desigualdad”. 
¿Cómo puede ser moral que debido a un accidente de nacimiento algunas personas estén encarceladas en países donde sus instituciones políticas o geográficas les impidan ganarse la vida? 
¿Como pueden defenderse fronteras abiertas cuando se trata de países y en cambio todo lo contrario cuando se trata de propiedades privadas con las vallas bien altas y las puertas bien cerradas?.
Las fronteras abiertas no pueden, por sí solas, eliminar la pobreza y la migración internacional sólo puede ayudar a una mejora relativa entre los pobres del mundo.
 

Los modelos económicos simples de décadas pasadas sólo pueden tener valor teórico o como guía para la política. Cada modelo tiene una parte real y una parte imaginaria y todos valoramos más una u otra dependiendo de nuestras creencias personales. Siempre hacemos más caso cuando leemos algo que está de acuerdo con nuestras creencias. 
Todos podríamos estar de acuerdo en que los gobiernos se endeudaran para aumentar el empleo y la producción en estos tiempos de recesión. Estaríamos de acuerdo siempre y cuando mantuvieran la inflación a raya, invirtieran bien el dinero para crear empleo estable, fomentaran el crecimiento y redujeran paulatinamente el déficit. Claro que esto no lo hemos visto nunca por estos lares a nivel público.
Los empresarios saben que el pleno empleo cambia el equilibrio de poder entre el capital y el trabajo. Por este y por muchos otros intereses privados, las teorías que avalan las ”políticas correctas” se difunden con el tipo adecuado de propaganda, muchas veces enmascaradas bajo sesudas teorías científicas.
©JuanJAS

Historias del pasado

La última hazaña de Montoro y del Gobierno de España imponiendo un férreo control del gasto público en Catalunya me ha hecho recordar las historias que me contaban de joven sobre aquellas familias de hace 70 años, con mucha prole de diferentes edades. Sucedía que los hijos solteros, aunque tuvieran 35 años y llevaran más de 20 años trabajando, entregaban todo el dinero que ganaban al padre y este lo guardaba en la bolsa familiar. Cada semana, el cabeza de familia entregaba a la mujer una parte de lo recogido para que mantuviera a la familia y una pequeñísima parte a los hijos que habían aportado todo su jornal, sin quedarse siquiera las propinas. Esta pequeña dádiva, no se la daba para que se lo gastaran en lo que ellos quisieran, sino para que lo emplearan en comprarse ropa o para arreglarse la bicicleta que empleaban para ir al trabajo. Si descubría que lo habían usado para otra cosa, les retiraba la asignación. 

No importaba la edad que tuviera cada hijo, ni si eran trabajadores y ahorradores, ni si sus aportaciones eran fundamentales para la subsistencia de la familia, ni si tenían proyectos para forjarse un porvenir si algún día decidían emprender el vuelo lejos del núcleo familiar. No importaba su criterio a la hora de decidir en que se empleaba el dinero, parte del cual ellos mismos habían ayudado a ganar. Se consideraba a los hijos como factores productivos y como tales se invertía en ellos lo mínimo necesario para que cumplieran su función. No tenían ni voz ni voto y sí toda la obligación de trabajo duro y obediencia ciega, por el bien del “clan”. Sólo importaba el criterio del cabeza de familia y todos debían atender sus decisiones sin rechistar. Como es natural, todos hacían lo posible y lo imposible para casarse y emanciparse lo antes posible, aunque fuera con el sólo fin de poder gobernar su propia “bolsa”. Recuerdos de tiempos pretéritos, tiempos de subsistencia en los que tal vez pudiera justificarse una dirección férrea rayana en la dictadura. Tiempos que parecían superados, pero la historia siempre se repite. 
Hace ya muchos años que esta forma de actuar pasó en nuestra sociedad. A los jóvenes les sonará a chino y la mayoría de adultos de mediana edad, tal vez se la hayan escuchado a algún abuelo. A tenor de los hechos, parece que en el pensamiento más íntimo de algunos también sigue viva. ¡Muy viva!
La pregunta es: ¿estamos dispuestos a volver atrás en el tiempo y permitir que se restauren aquellas viejas prácticas?
Aquello que no queramos y no estemos dispuestos a practicar nosotros mismos en el seno de nuestras familias, no deberíamos aplaudirlo ni permitirlo en los demás ni en la sociedad avanzada en la que aspiramos vivir.
©JuanJAS