jueves, 19 de noviembre de 2015

Caidos en desgracia ¿o no?

Siempre ha estado apreciado como políticamente correcto ponerse al lado del débil o apiadarse del que ha caído en desgracia, supuestamente.
En tiempos de crisis, las empresas y más las grandes, toman a los trabajadores como rehenes: ”Si tu, Gobierno, no me dejas hacer lo que yo quiero como empresa, despediré a mis empleados”. Acaba de pasar con la Volkswagen y su trucaje –estafa de los motores diésel—: a la plantilla de la fábrica de Pamplona (como la de Barcelona) le ha faltado tiempo para, a través del sindicato mayoritario, pedir al Gobierno que no castigue a la multinacional pues ésta les rebajará salarios cuando no despedirá a parte de los obreros o ambas.

Noticia: ”Toda la comarca X y los trabajadores de E temen el cierre de la fábrica antes de los próximos 10 años”.
Los que se apiadan de los pobres trabajadores que se quejan temerosos de su incierto porvenir laboral dentro de 10 años les pido que piensen: ¿Cuantos de ustedes los tienen garantizado que dentro de diez años van a seguir teniendo empleo, clientes si son autónomos, pensión o Sanidad y Educación públicas sin copado?
Y como siempre en estos casos de uso de rehenes laborales por parte de las multinacionales no añaden ni una palabra del avance tecnológico que resta trabajo humano directo o de las reformas laborales que nos aboca al pan para hoy y hambre para mañana.
Los miedos o dramas individuales impactan porque tocan la fibra emocional. Hoy he visto un video en el que se veía y oía volar las balas de verdad, impactando contra sillas, mesas y paredes, en una terraza de los atentados de Paris. Se me ha puesto la carne de gallina. Estas balas eran de verdad. Sonaban diferente de las que estamos acostumbrados a ver en las películas o los videojuegos. Impacta porqué inmediatamente piensas que nos podría pasar a cualquiera de nosotros una soleada mañana de domingo en Las Ramblas. Que o incluso miles de empleados puedan perder su trabajo dentro de 10 años preocupa, pero es que la verdad es que no hay alternativas viables. 

La Revolución Industrial consiguió que para obtener una unidad de PIB hiciese falta menos de una unidad de trabajo, o que la suma de los trocitos de trabajo que fuesen necesarios fuera menor de una unidad. Todo fue bien hasta 1923: allí empezaron serios problemas porque para generar una unidad de PIB hacía falta cada vez menos trabajo y a la vez era posible generar muchas unidades de PIB y la capacidad de consumo llegaba hasta donde llegaba. Tras la II Guerra Mundial los Estados se pusieron a consumir y se ocupó a toda la población activa, por lo que el problema desapareció. Pero a partir del 2002 el consumo empezó a flaquear y se elevó a las alturas la capacidad de endeudamiento de quienes consumían, hasta que en el 2007 esta se agotó, y adiós.
Desde principios del siglo XIX siempre han habido alternativas aunque fuesen sangrientas, explotadoras, inhumanas o dictatoriales, pero ya no las hay porque hoy puede generarse una unidad de PIB con media unidad de trabajo y la tendencia es que se precise cada vez menos.
La tecnología crea empleo, pero sólo aquel que, de momento, no pueda ser automatizado. El ultra cualificado y el ultra especializado, en ningún caso es una alternativa para la población activa que ya no es necesaria.
La desazón de la crisis la crea esa falta de alternativas ya que hoy, a diferencia del pasado, ni siquiera la guerra lo es. Como ahora se quiere soñar se quiere creer que ya se ha salido de esta crisis, pero cuando cada uno cerramos la puerta de nuestra casa y no hace falta fardar ante nadie, la mayoría de las historias no hablan de abundancia, optimismo y recuperación. 
Sean sinceros y no se engañen a ustedes mismos. Cuando estas Navidades les digan por la TV que los españoles gastaremos X € cada uno, no se sientan desgraciados por no poder cumplir con su cuota y menos salgan disparados a cumplir con su parte. Antes hagan sus propias cuentas.
En algunas capitales europeas, las luces navideñas ya iluminan las calles y lo mercadillos, alentando el consumo. Aquí en España, todavía no. Tampoco disponemos de tanto dinero para gastar. Tal vez, aunque sea por fuerza, hayamos aprendido a realizar un consumo responsable. ¡Ojalá!
Por cierto, ¿Habéis pensado que les vais a regalar a vuestros hijos?

En su blog "Money Saving Sisters" Chrystie Vachon propone hacer cuatro regalos a sus hijos: algo que quieran, algo que necesiten, algo para vestir y algo para leer.
Antes de su divorcio, Chrystie siempre había relacionado la Navidad con los regalos, pero se dio cuenta que sus hijos acostumbraban a ser inundados por decenas de regalos procedentes de los padres, abuelas, tías, tíos, etc. Y lo peor de todo era que los niños eran incapaces de recordar lo que les habían regalado. 
A partir de entonces, harta de sacarles el polvo y ordenar juguetes decidió poner fin al gasto desbocado que suponía para su economía esa avalancha de regalos para sus hijos. Les hizo saber que desde entonces, pasarían a tener solo cuatro regalos. Lo más sorprendente fue la reacción de los niños que se mostraron encantados con la idea y no mostraron la más mínima queja. Es más, se muestran más agradecidos por los regalos que reciben y recuerdan cada regalo, además de que pasaron a tener más tiempo en familia sin dar tanto protagonismo al tiempo que pasaban abriendo todos los regalos y olvidándolos pronto.
¿Qué opinan de esta idea?
Teniendo en cuenta su presupuesto familiar, ¿qué van a regalarles a sus hijos estas Navidades?
Les dejo pensando y deliberando en familia.

©JuanJAS