martes, 20 de octubre de 2015

¿Debates o espectáculo mediático?

Cuando se hacercan las elecciones, los medios de comunicación se afanan programar “DEBATES”. Todos los políticos declaran que están de acuerdo en debatir con todos los demás donde quieran y cuando quieran. A la hora de la verdad, más que debates, ofrecen a la audiencia espacios propagandístico s enlos que vocean discursos aprendidos  de memoria y aderezados con gritos, muchas insinuaciones veladas y algún insulto directo y multitud de gritos y discursos solapados. El resultado es que los teóricos receptores del “espectáculo” salimos con la cabeza como un bombo y con la sensación de haber perdido el tiempo. Muchos medios, al día siguiente hacen una encuesta preguntando ¿quién ha gnado el debate?
Los que atienden la encuesta, responden: Albert ganó de calle, se comió a Pablo. Se notaban sus tablas en debates parlamentarios. Otros, se lamentan, el entrevistador estaba de parte de su conciudadano. Otros no albergaban ninguna duda de que los argumentos de Pablo eran los más convenientes para la ciudadanía. “Se nota que Albert representa al IBEX y a los banqueros, y de esa gente no se puede esperar nada bueno” concluían.
Parece que muchos confundieron el debate con una pelea de pollos. Tal vez es que por la falta de uso, la mayoría tiende a olvidar el verdadero significado de las palabras o al menos a degradarlo con el tiempo.
De vez en cuando vale la pena hacer un alto en el camino, aislarse de la influencia de los medios que nos bombardean con muchos mensajes de poco calado y reinformarse sobre el verdadero significado de las cosas para no confundir lo que nos ofrecen como “debate” y en realidad es espectáculo mediático.
El debate es un acto de comunicación y exposición de ideas diferentes sobre un mismo tema de dos o más personas. Será más completo y complejo a medida que los argumentos expuestos vayan aumentando en cantidad y en solidez de sus motivos.
La finalidad directa de un debate es exponer y conocer las posturas, bases y argumentos funcionales, de las distintas partes.
Un buen debate,  como medio informativo/expositivo puede ayudar al espectador a clarificar mucho acerca de los temas tratados o debatidos. También debería elevar el criterio para tomar una decisión si expone las ventajas y desventajas de cada punto de vista. Por lo menos es un medio para alcanzar la pluralización en cuanto a ideas.

En un buen debate, los participantes deben hacer gala de su capacidad para la escucha, el razonamiento y el pensamiento crítico, Deben ser capaces de capaz de estructurar las ideas y de dar respuestas rápidas y adecuadas. No de recitar discursos previamente memorizados sin relación con el hilo de la argumentación, como por desgracia suele suceder.

Para desarrollar y llevar a buen término un debate resulta muy importante que tanto el emisor como el receptor, consideren los siguientes puntos:
·       Ser breve y concreto al hablar.
·       Ser tolerante respecto a las diferencias.
·       No subestimar al otro.
·       No hablar en exceso para así dejar intervenir a los demás, evitando la tendencia al monólogo y la monotonía.
·       No burlarse de la intervención de nadie. Ni de sus argumentos a favor (pruebas) ni de sus argumentos en contra (objeciones)
·       Evitar los gritos para acallar al interlocutor.
·       Hablar con seguridad y libertad, sin temor a la crítica.
·       Acompañar las críticas con propuestas. (El espectador debera contrastar su factibilidad)
·       Oír atentamente al interlocutor para responder de forma adecuada y coherente y sólo después de responder, contraargumentar.
·       Articular correctamente los sonidos, empleando un tono de voz adecuado a la situación concreta de entonación y al contenido del mensaje (interrogación, exclamación, sonidos indicativos de fin de enunciación, pausas, etc).

La próxima vez que anuncien un debate por televisión, les pasaré esta criba para ver qué me han vendido.

©JuanJAS

Anuncios impertinentes

¿Les molestan estos anuncios que a veces se colocan impertinentes delante de los contenidos que desean leer en alguna web?. 

Si es así, puede librarse de ellos añadiendo la extensión AdBlock a su navegador. Está disponible para Android, Chrome, Firefox, Internet Explorer, Maxthon, Opera, Safari y Yandex. Esta extensión actúa como un “bloqueador de publicidad además de Malware, rastreadores de redes sociales, etc. Además es gratis, aunque puedes contribuir con una donación para que la empresa que lo ha creado en código abierto pueda seguir mejorando el programa. 
Es tan fácil hacerlo que algunas empresas han tomado la decisión de bloquear el acceso a sus contenidos a todo aquel que tenga instalado un “bloqueador de publicidad”, al que pasa a saludar con una página en la que le conmina a desactivarlo o a hacerse socio. 
Hay sitios en que la navegación es sencillamente insoportable: no es que vivan de la publicidad, es que se dedican a martirizar alevosamente con ella a todo aquel que se asoma a sus páginas. Los anuncios surgen de manera incesante por los laterales, en los fondos, en formatos de todo tipo, en intersticiales o incluso, en algunos casos, en modo pop-up, abriendo nuevas pestañas o ventanas que sobresaturan el escritorio. Navegar por estas web’s es como tener una pareja con tendencias sádicas: te puede gustar el contenido, pero tienes que aceptar leerlo mientras te pegan cada poco tiempo con un látigo. 
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Con el "Bloqueador de publicidad" desactivado
No hace falta decirlo: el editor puede hacer con su contenido lo que quiera y prohibir la entrada a quien le venga en gana. Pero plantar una prohibición en la puerta con un mensaje grandilocuente diciendo que “vivimos de esto, y sin publicidad no podríamos pagar a nuestros más de quinientos periodistas” supone una afirmación clara y evidente: no hemos entendido nada. Una cosa es tener un modelo de negocio, y otra faltar permanentemente al respeto a tus usuarios y creerte en el derecho de martirizarlos mientras consumen tu contenido. En mantener el equilibrio está el acierto. 
Simplemente, hubo algo que se perdió en el sentido común de algunas empresas editoriales cuando pasaron del papel a la pantalla: en el papel, la publicidad, por una limitación técnica derivada del soporte, se estaba quietecita en el lugar en el que estaba impresa. Nunca vimos, en el papel, un anuncio que se desplegase por encima del contenido impidiéndonos leerlo, que nos molestase y nos provocase estrabismo crónico moviéndose sin parar, y mucho menos que nos gritase. Sin embargo, por alguna razón difícil de comprender, todo eso, que sonaba completamente absurdo, pasó a ser aparentemente lícito en cuanto la tecnología lo permitió. En lugar de utilizar la tecnología para acercar al anunciante a su posible público, algunos la utilizan para una especie de guerra en la que si no molestan lo suficiente, tienen la impresión de que su publicidad no funciona. Y ahora, cuando, con toda la lógica del mundo, reaccionamos bloqueando aquello que nos molesta, se niegan a cambiar sus formatos, nos dicen que “es lo que hay”, y que si no queremos acepar este castigo nos podemos ir a leer a otro sitio. 
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El tiempo dirá quien está equivocado: los usuarios que reclaman sus derechos o las grandes corporaciones que quieren seguir implantando la ley del más fuerte. 
Ojalá los usuarios tomemos conciencia de que no debemos tragar con todo y aprendamos a utilizar los medios a nuestro alcance para defendernos de las injusticias. No debemos estar dispuestos a aceptar “castigos” infumables por consumir contenidos, No debemos estar dispuestos a que nos descarguen automáticamente decenas de trackers de todo tipo, ni a que nos ofrezcan opciones ni contenidos ni programitas que no hemos pedido ni queremos que se nos cuelen en nuestro ordenador. 
Nadie dice que no a la “buena publicidad” y todos entendemos que para pagar los sueldos de los empleados, hay que gestionar el negocio como es debido y no insultar la inteligencia ni poner a prueba el aguante de los usuarios. 
Si alguien quiere compartir o regalar algo colgándolo en las redes que lo haga, pero que no insulte a los usuarios diciéndoles que sus contenidos son gratuitos y luego machacándolos a anuncios y ofreciéndoles contenidos en abierto sólo los de dudosa calidad. ¡Las cosas claras! 
Vergüenza es la que debería tener a estos “mas medias”, cuando precisamente ha sido su conducta la que he llevado a que cada vez más usuarios se hayan instalado el bloqueador de publicidad para poder resistir aproximarse a sus páginas. No son “víctimas inocentes”. 
A los prepotentes que actúan de esa guisa, no les espera más que sus antiguos usuarios les den definitivamente la espalda y se vayan a consumir contenidos a otro sitio. ¡Que de haberlos, “ailos”! 
©JuanJAS