martes, 31 de marzo de 2015

Normas, límites y toma de decisiones

Las familias tienen el deber de educar a los hijos, pero… 
¿Por qué nadie habla de la suerte y el privilegio de educarlos? Por desgracia, hay un planteamiento demasiado extendido en entender la educación como una carga, un añadido al exigente ritmo de vida personal de los padres. Muchos les sobrepasa la tarea y la delegan en los colegios.
Los padres deberían poder disfrutar de la educación de sus hijos y estar atentos para saber cuándo y cómo lanzarles ciertos mensajes. En todo caso lo único que no pueden delegar en nadie es la responsabilidad de lograr la mejor educación para ellos. Los padres junto con la escuela y la sociedad son el primero y principal soporte de la misma.
A todos nos han dicho: ¿Pórtate bien?, “¡deberías ser buena persona!”, “¡hay que ser buenos estudiantes!”… ¿pero en qué se concreta eso?. Hay que poner nombres a los objetivos, categorizarlos en función de los hábitos y fortalezas a desarrollar y obligarse a evaluarlos de manera periódica. 
La mejor escuela de la vida es el ejemplo de los padres, por ello estos deben dedicar tiempo a aprender que tipo de comportamientos hay que trabajar con los niños a cada edad, para que el niño perciba coherencia entre el mensaje que recibe y aquello que vive en el día a día. Tener conversaciones de fondo con sus hijos. Exigirles todo lo que son capaces de dar, la mayoría de las veces mucho más de lo que se imaginan, y exigirles comportamientos y rendimientos de forma positiva e ilusionante. El aprender no es un sacrificio, es un privilegio y el momento mejor del día para hacerlo es “ahora”.

¿Suele arrepentirse de haber tomado una decisión después de comprobar las consecuencias de la misma?
El proceso de toma de decisiones es un aspecto primordial en el desarrollo de cualquier persona. Es importante desarrollar la capacidad de desarrollar el autocontrol, controlar la conducta, plantearse metas a largo plazo y cultivar el uso del lenguaje interno y el raciocinio como autoguía, porqué así se pueden minimizar las dificultades y errores que se presentan al tomar decisiones. 
Esto guarda mucha relación con la adquisición de los hábitos de funcionamiento interno adecuados para seguir unas normas establecidas. Debemos ser capaces, a través del día a día, de dotar a los niños —y a los adultos que muchas veces se comportan como niños— de la autonomía suficiente para que sean capaces de ir desarrollando el sentido crítico que les ayude a desarrollar un proceso autónomo de toma de decisiones.
El límite es algo que está prohibido, una imposición negativa. Una norma, es aquello que se dice que hay que hacer, la conducta adecuada a seguir. 
Sin normas nuestras vidas serían un caos, son fundamentales e imprescindibles. Una norma recoge lo que se puede o no se puede hacer en una comunidad. En cada hogar, la familia pone sus normas y las va creando en función de las necesidades que van surgiendo. La mayoría de nosotros tiene muy claro cómo queremos que se funcione en casa. Algunos no deseamos gritos, ni peleas, ni que se tiren las cosas, ni que haya que estar continuamente detrás del niño reconstruyendo los efectos de un tornado destructor. La única manera que tenemos de conseguir que las personas aprendan qué conductas son adecuadas y cuáles no, es habituándolas a una secuencia de actividades que se repiten día a día y haciéndolas ver que tanto cumplir con ellas o no hacerlo, implica unas consecuencias. Todos debemos ser conscientes que las normas ayudan porque: 
- Facilitan la convivencia.
- Permiten que nos llevemos bien y que no haya discusiones.
- Nos ayudan a crecer y a “hacernos mayores”.
Si hemos ayudado a desarrollar el pensamiento crítico y la toma de decisiones en los niños, al establecer las normas del núcleo familiar, estos serán capaces de participar de una manera razonable en su elaboración, sintiéndose parte del proceso, descubriendo su utilidad y la posibilidad de ir tomando decisiones, en lugar de cuestionarlo todo y decir siempre “¡No!”. Una de las primeras palabras que aprenden a pronunciar de tanto oírsela a sus padres. Claro que para ello los “padres-educadores” deben tener las ideas claras al respecto y dar el ejemplo adecuado al tipo de convivencia que quieren conseguir en su familia.

Para que la implantación de las normas de convivencia y relación sean adecuadas y surta el efecto esperado, las personas que educan llevar a cabo una serie de aspectos importantes: 
- Claridad: Hay que ser muy claro tanto al establecer límites como al consensuar normas, porque si no somos muy específicos, queda como un vacío en el que el niño tendrá libertad de elección. Cuanto más claras, estables y concisas sean las instrucciones, mejor las recibirán.
- Estabilidad y consenso entre todos los educadores: Todos los educadores deben seguir la misma dirección y estar de acuerdo en las normas y límites impuestos. Por ejemplo, no es bueno que el padre opine una cosa, la madre permita otra, el resto de la familia otras, etc. porque entonces el niño no acatará una norma, sino que se inclinará por la que mas le convenga o por ninguna.
- Consecuencias establecidas: El incumplimiento de normas y límites deben llevar consigo una serie de consecuencias, positivas o negativas en función del comportamiento llevado a cabo. Si estas no se imponen, son desproporcionadas o no se siguen de una manera continuada, es muy difícil que las normas y límites impuestos se mantengan.
- Realistas: Las normas han de ser realistas. Es más importante ponerse pequeñas metas e irlas cumpliendo poco a poco, que no una muy alta y cumplir sólo la mitad.
- Independientes: Tener presente que las normas deben ser independientes las unas de las otras. 
- Pocas y de una en una: Las normas tienen que ponerse de una en una. De esta forma se van a enterar mejor y será más sencillo reconocer su correcto cumplimiento. 
- Sencillas: Ser explicadas en lenguaje sencillo y comprensible para el receptor: No basta con decir “es por tu bien”, hay que dar más razones sobre porque deben hacerse las cosas.
- Consecuencias inmediatas: Todo el mundo aprende de las consecuencias. Las consecuencias más efectivas son las que son inevitables y ocurren inmediatamente a la ejecución de la conducta. Por tanto, es mejor prometer un detalle si aprueban un examen que no un gran regalo si aprueban todo el curso. Las consecuencias negativas serán más efectivas si existe una cantidad de refuerzo suficiente, valorando y fomentando la autoestima. Es importante avisar de las consecuencias, aplicar siempre las mismas ante las mismas conductas y probablemente durante mucho tiempo para conseguir que esa conducta mejore. Con los adolescentes es importante negociar y llegar a acuerdos en las normas y consecuencias, hacerlo así pone en mejor disposición a los chicos para cumplirlas. Tanto el cumplimiento de la norma como las consecuencias deben estar bajo el control de los educadores. Estos deben estar presentes en el momento y lugar donde hay que cumplir la norma y asegurarse de que se aplica la consecuencia inmediatamente.
- Proporcionales: Las consecuencias tienen que ser adaptadas a la importancia de cada norma por separado. No es apropiado que si durante una semana cumple con la norma de tener su cuarto recogido, le compremos un regalo caro. 
No es lo mismo las normas que se tienen que cumplir por peligro físico o psíquico, por ejemplo, asomarse a una ventana o jugar con un enchufe y aquellas que su cumplimiento es menos trascendental. Por ejemplo, que elijan el horario de los deberes, el momento para jugar, etc. Las últimas son normas en las que podemos ser más flexibles y en las que ellos pueden tomar parte en la toma de decisiones. Cada casa y cada familia es un mundo, con gustos o tendencias más o menos diferentes y los límites de las normas pueden ser igualmente más o menos estrictos. Hay familias para las que un peercing o un tatuaje pueden ser un trauma y para otras un orgullo; las formas de vestirse, de relacionarse, etc. Lo que nunca debemos olvidar es que para todos hay unas normas de convivencia mínimas.
Al mismo tiempo deben evitarse una serie de comportamientos que dificultan el cumplimiento de las normas que se pretenden implantar:
- Responsabilidad y constancia: Hay que evitar que el educador no tenga clara la norma o no sea constante en su aplicación. Si no hay regularidad en las consecuencias positivas o negativas: Imaginaos que le decís al niño que no se puede gritar, el niño lo hace y nadie le dice nada, ¿qué hace él con la norma?. Olvidarla y seguir gritando cuando le parece, donde le parece y a quien le parece.
- Falta de referentes: Porque los modelos de referencia —educadores o padres— no las cumplen: Supongamos que queremos que los niños lean, aprendan y hagan los deberes y ven que sus padres no cogen nunca un libro para leer ni les ayudan a hacer los deberes porqué se les hace muy cuesta arriba. Esta norma no tendrá ningún valor para el niño, porque alguien tan importante para él no la cumple. Si los gobernantes son corruptos y roban, la frase “Hacienda somos todos” —todos debemos colaborar alimentando las arcas públicas por el bien común— producirá risa en los ciudadanos y nadie se sentirá en la obligación de cumplirla hasta que las “personas importantes” les den el ejemplo adecuado.
- Contradicción: Porque hay una contradicción entre normas. Si tu pareja dice que en casa no se grita, no se salta calzado por encima de los sofás, no se tiene la habitación desordenada o si uno enseña que ha que comer de todo y todo lo que se ponga en el plato y los educadores-responsables no lo hacen o le retiran el plato cuando el niño dice que no quiere más, entonces no existe una norma clara, por lo que dejará de tener efecto. Será hablar por hablar. Mucho esfuerzo para nada.

- Inconsistencia: Porque se comprueba que la norma sólo hay que cumplirla en determinados casos. Ejemplo: “Como ahora estoy cansado para insistir o no tengo ganas de discutir, permito que se salte una norma. En cambio, en otro momento en que estoy con más ánimo menos cansado o estresado, soy estricto en su aplicación”. Esta inconsistencia enseña que las normas no son importantes, porque todo depende del “estado” o libre albedrío de los “educadores” en ese momento.

educación en valores de los niños
http://openmotivation.es/que-es-open-motivation 
Los responsables de la educación (padres y maestros) nunca pueden delegar su responsabilidad en el establecimiento y aplicación de límites y normas en su justa medida: ni por ausencia ni por exigencia extrema. A la hora de establecer límites, deben tenerse presentes muchos factores que van a influir: las características del educado, el ritmo familiar, la autonomía y capacidad de responsabilidad del niño, etc. Por su parte, con las normas pasa igual; si atosigamos al aprendiz con muchas normas a la vez, va a ser incapaz de seguirlas todas y, por supuesto, va a fracasar en ellas, por lo que es más recomendable, para conseguir su implantación de una manera regular y exitosa, ir introduciendo las normas de poco en poco, en función de las posibilidades de asimilación del que debe cumplirlas y la capacidad de los educadores y padres para perseverar en ellas.
©JuanJAS