sábado, 21 de febrero de 2015

La oratoria, el debate y el diálogo

Para empezar, os propongo ver este video dirigido a muchas de las personas de nuestra generación. Esos y esas que están permanentemente "en línea". Escrito, realizado y dirigido por Gary Turk, es una lección de vida importantísima para todos los jóvenes pertenecientes a la generación digital. Pulsar aquí encima.
Cada vez más niños están creciendo en un mundo donde no juegan y se comunican personalmente con sus amigos. Parece que hoy todo debe hacerse a través de comunicaciones virtuales por Internet. Para los más jóvenes es lógico que sea así porqué sus padres les dejaron una Tablet desde que nacieron, para que se distrajeran y los dejaran tranquilos y pudieron seguir con sus cosas. Los que no tuvieron esa suerte o desgracia, depende de cómo se mire, o ya no son tan jóvenes, lo hacen porqué creen que así se les considera más modernos. El caso es que las relaciones personales directas, mirándose a los ojos, se rehúyen y todo el mundo está ocupado mirando a una pantalla, en lugar de mirando a su entorno y a las personas que lo habitan. Muchas personas evitan entrar en conversación porque no saben de que hablar y además, al no hacerlo, se evitan sobresaltos emocionales. Este modo de vida empieza a ser angustiante y en parte, también me siento culpable de vivirlo.
Hay muchas personas que miran con extrañeza e incluso sienten un cierto miedo, si alguien más o menos desconocido pretende entablar conversación con ellos. Poco a poco se va perdiendo el hábito del diálogo y la conversación directa con otras personas. Esto es un gran hándicap para nuestras relaciones sociales y también, aunque no seamos conscientes de ello, para nuestra supervivencia en el mundo laboral.
Actualmente el paro es el mayor problema de nuestra economía y de nuestra sociedad. Impacta muy negativamente en gran número de familias españolas, por lo que todos deberíamos comprometernos en la búsqueda de nuevas e innovadoras soluciones que nos permitan salir lo mas rápidamente posible de esta gravísima situación. 
La prioridad en las políticas gubernamentales y empresariales debería ser la creación de empleo, la mejora de la empleabilidad de las personas y el desarrollo profesional de los que están empleados, impulsando la igualdad de oportunidades y la conciliación de la vida laboral y familiar de los mismos. Debería apostarse por el talento como un factor estratégico. Desarrollar programas para atraer talento y apostar por la diversidad como factor diferenciador, entendido como capacidad para generar valor añadido sin importar la discapacidad, religión, sexo... 
Las empresas deberían ofrecer a las personas con sentido común, la posibilidad de crecer, tanto personal como profesionalmente, asumiendo conjuntamente el compromiso de crear un mejor día a día para nosotros y para sus clientes; a la vez que ofrecen un proyecto de carrera para sus colaboradores. 
Las empresas líderes unen experiencias para buscar soluciones eficaces para todos: el empleo para jóvenes, la captación y fidelización de talentos y la integración laboral. Hoy en día, las empresas no pueden separar los conceptos de innovación y empleo si quieren ser competitivas. No hay nada que sea bueno para las empresas si no lo es también para los trabajadores. ¡Win to win!
Para construir un mundo mejor, lo importante es que las palabras vayan unidas a los hechos. Que los gobiernos y las empresas busquen medidas realistas, responsables y pragmáticas de empleabilidad. Las empresas, tanto privadas como públicas, al seleccionar profesionales, deberían ofrecer igualdad de oportunidades a todos los candidatos y utilizar los criterios y herramientas lo más objetivos posibles. Ofrecer a los empleados las mejores oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional en función de sus capacidades, porque lo que les interesa es contar con el mayor talento motivado posible.
La innovación no es patrimonio de las empresas de tecnología ni de los departamentos de I+D. Hay que aplicarla a todo, porque innovar es ver y hacer las cosas de otro modo, estar abiertos al cambio y arriesgar. Es trabajar al lado de escuelas, universidades y expertos en gestión, selección y atracción del talento para seguir avanzando en la excelencia y en la creación de empleo de calidad.
Las empresas no sólo deberían pagar impuestos en las comunidades en que operan y obtienen beneficios, tendrían que comprometerse con su desarrollo socio-económico y cultural.
Las grandes empresas españolas deberían apostar firmemente por los jóvenes recién graduados y en búsqueda de su primer empleo. Contribuir a su desarrollo profesional con iniciativas que permitan aumentar sus posibilidades de inserción en el mercado laboral español, en lugar de tener que emigrar a cualquier lugar donde les ofrezcan la posibilidad de ganar dinero; al tiempo que se desarrollan profesionalmente, aunque a costa del bienestar de sus familias. Una solución podría ser que ofrecieran becas remuneradas, para seguir aprendiendo en la práctica.
El Ministerio de Empleo, en lugar de pontificar y antes de legislar, debería conocer la opinión de estudiantes de últimos cursos (universitarios y de FP), jóvenes en sus primeros trabajos, profesores, intermediarios (agencias de selección) y empresas (profesionales de Recursos Humanos). Saber cual es su postura frente a distintos aspectos de la formación recibida, la búsqueda de empleo y las experiencias laborales con el fin de diseñar sistemas educativos eficientes para crear empleo.
Tal vez así se darían cuenta de que los jóvenes desconocen mucho acerca del mundo laboral: desde los tipos de contratos, hasta cómo afrontar la búsqueda de empleo. También les suele faltar preparación en competencias transversales como idiomas, conocimientos de informática, motivación, trabajo en equipo… y una mejor capacidad de comunicación. En España tenemos mucho miedo al ridículo y somos demasiado recatados cuando se trata de comunicar, trabajar en equipo y negociar. Muchos jóvenes aún teniendo una formación espectacular no se saben vender porqué no han dedicado interés a formarse en el campo de la oratoria
A las personas nos mueven las emociones y nos mantienen las razones, por ello el arte de la oratoria sirve para lograr una buena “venta personal" y abrir muchas puertas. Los profesionales de la venta y los políticos lo saben muy bien, pero todos deberíamos ser conscientes de ello. 
En el sistema educativo español no existen asignaturas obligatorias de oratoria. Ni siquiera en las facultades de periodismo, comunicación audiovisual y publicidad. En las universidades se enseña a memorizar, a recitar y a no participar. Ni siquiera hay exámenes orales.
En la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) se puede cursar la asignatura “Expresión Oral y Escrita” de cuatro meses de duración por un precio de 500 euros. En esta asignatura se enseñan los conceptos teóricos que ayudan a mejorar la escritura y la comunicación pública de carácter oral. Se aprenden los secretos de la retórica clásica adaptados para hacerlos útiles a los futuros comunicadores del siglo XXI. 
Los smartphones proliferan por doquier y cada vez se habla menos y se escribe peor. La mayoría de los estudiantes son incapaces de explicar verbalmente lo que aprenden, porqué muchas veces se limitan a “grabar” y cortar-pegar textos que han creado otros. Las materias de comunicación oral, independientemente de lo que se estudie, deberían ser obligatorias en todas las facultades y colegios. 
Las grandes empresas tienen delegaciones en diferentes países y los profesionales deben aceptar la movilidad geográfica si quieren progresar en sus carreras. Las pequeñas empresas también deben ser capaces de exportar compitiendo con otras similares, si quieren sobrevivir. Para vender algo a otro es preciso poder y saber comunicarse fluidamente con él, en su propia lengua o al menos en una que entienda. Nuestros competidores lo hacen y si queremos comernos un trozo del pastel, nosotros también debemos ser capaces de hacerlo; al menos igual de bien que ellos. 
En un mundo globalizado, interrelacionado e interconectado, la oratoria ejerce un papel decisivo en nuestras organizaciones y en nuestros perfiles personales y profesionales. Es preciso elaborar un discurso creíble, coherente y consecuente con nuestra marca personal o empresarial.
Ya se que muchos no suelen gustar de las comparaciones con USA, pero en este mundo globalizado es imposible no hacerlo. En USA, los jóvenes entre los 14 y 18 años tienen una materia voluntaria que se llama Public Speaking [Hablar en Público]. Para esta misma franja de edad, existe una liga de debate conocida como Speech and Debate en la que participan más de 130.000 estudiantes cada año. Después, en la universidad, pueden agruparse en asociaciones de larga trayectoria como la American Forensics Association, que promueve competiciones en todo el país. Y, por si fuera poco, las facultades pagan a jóvenes promesas del deporte cursos conocidos como Media Training [Formación en Medios de Comunicación]. Este entrenamiento consiste en enseñar dotes comunicativas a los alumnos para que sepan responder bien delante de las cámaras, porque la mayoría de los estadounidenses tienen muy claro que cuando tienen un micrófono delante representan una marca, una imagen y unos valores.
En España existe un factor cultural muy arraigado que ralentiza el despegue de las clases de oratoria. Entender y pronunciar bien las lenguas propias (castellano y autonómicas) más algunas extranjeras –al menos el inglés- y responder continuamente en clase, son dos pequeños ejemplos de situaciones cotidianas que están mal vistas por gran parte de los alumnos y profesores. Algunos profesores están más cómodos dando lecciones magistrales sin que nadie les interrumpa, cuestione o ponga en aprietos y algunos alumnos están más tranquilos diluidos en la masa, sin esforzarse en pensar y evitando exponerse a contrastar con otros, sus puntos de vista razonados. Basta fijarnos en cualquier aula: Las sillas están pegadas en hilera  dificultando cualquier práctica dialéctica que se quiera desarrollar.
A comunicar se aprende comunicando y la mayor parte es cuestión de práctica. Es muy importante que se nos enseñe, bien y desde pequeños, a dialogar, conversar y a expresar nuestros sentimientos y opiniones, para que se transforme en nuestro habito de vida.
Para los que no somos pequeños y no aprendimos a tiempo, recordemos que nunca es tarde para aprender. Nos vendrá bien repasar estas recomendaciones para hablar bien en público:

1. Gestionar el tiempo
¿Cuánto tiempo vamos a estar hablando? Esto es lo primero que debemos saber antes de planificar nuestro discurso. Se recomienda terminar antes de la hora pactada, nunca sobrepasarse. Hay que tener claro que lo importante no es contar todo sino contar lo más interesante.
2. Analizar tu auditorio en dos sentidos.
 Lo primero: no es lo mismo hablar ante universitarios que ante empresarios. Conocer el perfil de los asistentes a la ponencia varía el enfoque de la alocución y nos ayuda a estar preparados ante posibles preguntas. Segundo: conocer el lugar. ¿Hace frío hace, hace calor?.  ¿Tengo micrófono de mano o hablaré a viva voz?. ¿Las sillas de los asistentes son cómodas o incómodas. ¿Hay Wifi o no?
3. Hablar con entusiasmo
El 80% del éxito de una buena charla es nuestra actitud. Sonreír, subir y bajar el tono, mostrar énfasis, mover las manos... El público recordará lo que el orador les hizo sentir. La memoria está enfocada a las sensaciones. 
4. ¿Qué tengo que llevar?. 
El material tiene que ser un complemento. Es bueno poner vídeos y fotos. Las imágenes, al igual que las historias propias y las anécdotas, siempre se recuerdan mejor.  Suele suceder que a los 15 o 20 minutos de charla, el público desconecta. En este instante, sería bueno introducir el material audiovisual. 
5. Mensaje directo, al grano. 
A la hora de plantear un discurso, con independencia de la duración, hay tres conceptos: anticipo la idea de mi mensaje, la desarrollo y la recapitulo. El público tiene que entender que hay un beneficio en escucharte. Arrancar con el “bueno pues” se considera casi un atentado en la oratoria.
6. ¿Moverse o no moverse?. 
Es muy importante el movimiento. No hay que estar sentado pero tampoco bailando. Con naturalidad, con dinamismo, sin pasarse y sin extremos. No hay un estilo especifico ni un comunicador ideal. En función del tema, modelo, o público todo cambia. 
7. Preparar y practicar, preparar y practicar. 
A comunicar se aprende comunicando. Y así se gana naturalidad, convicción, credibilidad y confianza.

Las habilidades de comunicación son esenciales para que los jóvenes puedan convertirse en ciudadanos comprometidos, profesionales cualificados y líderes honorables en nuestra sociedad global o simplemente para ser capaces de expresar su opinión críticamente. 
Vivimos en un mundo competitivo y si nos dejamos guiar por los modelos que nos ofrecen ciertos programas televisivos, podríamos pensar que es normal ser agresivo, intolerante, poco respetuoso con las opiniones ajenas y que tiene más razón quien grita más interrumpiendo a los demás. Quien sigue estos estereotipos, pone de manifiesto grandes carencias para la comunicación y el diálogo inteligente y por supuesto no es lo deseable para nadie que quiera vivir en una sociedad armónica. Aprender a debatir y a expresar las ideas propias es fundamental para mejorar nuestra calidad de vida social. Practicar estas cualidades es fundamental para entenderse a uno mismo, para poder trabajar en equipo, para evitar malentendidos, para poder polemizar sin agraviar, para vivir asertivamente en comunidad y más si sabemos compartir esos dones con nuestro círculo de amigos, conocidos y saludados. 
Es verdad que los gadgets electrónicos crean adicción, porqué son cómodos de usar, pero… ¿Porqué desaprovechar todas las ventajas del buen diálogo que nos pueden enriquecer tanto?. 
Sobre todo en los jóvenes, tan aficionados a los smartphones, ¿Porqué no fomentar en ellos la excelencia a través de actividades de oratoria y debate competitivos? Sin malas palabras y por supuesto sin gritos ni agresiones.
Cada medio de comunicación es adecuado para cubrir una necesidad concreta, pero si tenemos la posibilidad de comunicarnos personalmente, no lo desaprovechemos. Conozco una persona que no está en Facebook porque dice que “su Facebook” está en la calle, con sus amigos y que el “chat” lo practica cara a cara. Piensen en ello cuando se encuentren personalmente con algún amigo o conocido. No se limiten a decirle: ¡Ya nos veremos!, ¡Tenemos que quedar un día!. ¡Tenemos que hablar!
Todos tenemos la agenda muy llena y estamos muy ocupados… ¿Lo estamos?...
Aprovechen la oportunidad y ¡Hablen ya!
©JuanJAS


Anexo.-
Si alguien quiere seguir un curso de oratoria, puede encontrarlos en:

1. En la UOC existe la asignatura Expresión Oral y Escrita de cuatro meses de duración por un precio de 500€. 

2. En la Universidad de Salamanca (USAL) existe un Máster en Protocolo Comportamiento Social y Corporativo, que, aunque se centra más en este ámbito, también incluye una parte de oratoria en público por un coste de 3.840€ y un año de duración. Además, la USAL cuenta con distintos talleres a lo largo del año, el primero de este 2015 empieza en marzo.

3. Oratoria. Un fin de semana al mes a lo largo de ocho meses. Precio: 1900 euros. Fechas de los cursos: Inicio el 27 y 28 de marzo y finalización 18 y 19 de diciembre. Se celebrará un módulo al mes; julio y agosto libres. Además existen monográficos opcionales: 230€ y talleres para niños. 

4. Speak and Span organiza sesiones de dos días para grupos reducidos. Teléfono: 91 630 11 91.

5. La Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE desarrolla un Taller de Oratoria y Dialéctica destinado a alumnos e interesados fuera de la universidad. Precio: 110 euros (alumnos) / 220 euros (resto)