viernes, 16 de enero de 2015

La historia del cambio


Hablando con la gente te das cuenta que muchos compartimos una idea similar sobre cómo las cosas podrían ser mejores, no solo para unos pocos, sino para la mayoría. Constatamos que algunos hemos empezado por intentar cambiar unos pocos aspectos superficiales y que debemos seguir apuntando directamente al corazón del problema. Es imprescindible cambiar los sistemas que los poderosos no quieren cambiar. Ellos centran su ideario en maximizar sus beneficios corporativos y el resto de ciudadanos no deberíamos admitir que ello se haga a costa de nuestra seguridad, nuestra salud y nuestra felicidad. 
Durante las últimas décadas, muchos esfuerzos de cambio ambiental y social han llegado a reflejar el carácter central que tienen los "consumidores" en nuestra cultura, lo que sugiere que se puede hacer un cambio a través de alteraciones en nuestros patrones de consumo individuales. Estos esfuerzos ---comprar en comercio justo u ecológico, usar bolsas reutilizables, lámparas de bajo consumo o LED--- son un punto de partida, pero no debemos quedarnos con eso, ignorando la verdadera fuente de nuestro poder: unirnos como ciudadanos comprometidos.
En el video "La historia del cambio", lanzado en julio de 2012, Annie Leonard argumenta que no son los "malos compradores" los que están poniendo en riesgo nuestro futuro; son las "malas políticas" y las prácticas comerciales apoyadas por una desorbitada presión mediática. Si de verdad queremos cambiar el mundo, tenemos que ir más allá de “votar con nuestros euros” y unirnos para exigir reglas que funcionen.
En el video, Annie nos ilustra como a lo largo de la historia, grandes líderes como Gandhi en la India, Martin Luther King en USA con su movimiento de los Derechos Civiles, Mandela con el movimiento anti apartheid, las victorias ambientales de los años 70, han catalizado grandes cambios sociales.
Siempre que las personas han querido cambiar el mundo ha sido precisas tres cosas: una gran idea, un compromiso de trabajar juntos, y mucha acción. 
El video termina con una pregunta: 
¿Qué es usted?
Cambiar el sistema económico de nuestro entorno es un desafio gigantesco. 
Cambiar el sistema político, lo es también.
Si somos ciudadanos comprometidos con el “cambio a un sistema mejor” hay que esforzarse en informarse y aprender a desgranar el grano de la paja. Cada tiene un talento y puede tener su lugar en el cambio; lo que hace falta es querer. Se necesitan investigadores, comunicadores, constructores, resistentes y resilientes, organizadores y líderes.
En nuestra sociedad occidental estamos enfermos de sobreconsumo. El reciclaje es necesario pero no suficiente para cambiar las cosas. Necesitamos un mejor diseño de productos, mejores regulaciones industriales, mejores normas de consumo, y mejor reciclaje. Esto sólo podemos conseguirlo si trabajamos juntos.
¿Cómo puede cada uno de nosotros encontrar los productos menos tóxicos, duraderos y a un precio más justo?
Dado que hay una falta de requisitos de transparencia en la mayoría de los países, es difícil detectarlos. Algunas bases de datos en línea proporcionan buena información, pero parcial. En última instancia, tenemos que trabajar juntos para exigir a nuestros políticos reglas mucho más estrictas sobre la transparencia. 
¡Tenemos derecho a saber, sin ambigüedades, lo que hay en los productos que consumimos y cómo nos hicieron!
¡Hablando de democracia!. Ya sabemos que no es un sistema perfecto pero parece el menos malo de todos los conocidos. El problema es que la teoría difiere un poco de la práctica. La primera nos dice que cada hombre puede emitir su voto y vale lo mismo. En la práctica es más bien “un euro, un voto” en lugar de “un hombre un voto”.
Cuando gastamos nuestro dinero, es bueno hacerlo en algo que favorezca el desplazamiento hacia el futuro que queremos. 
La elección de productos alineados con nuestros valores apoya a las empresas que están trabajando para ser parte de la solución. Por el contrario, evitando (boicoteando) los productos que no son saludables, las comunidades y el planeta envímos un mensaje a las empresas que todavía están atrapados en la economía de los dinosaurios. A veces no comprar en absoluto, sino conformarse con lo que tenemos o compartiendo con un amigo, es la mejor opción de todas.
Comprar sólo productos de empresas o de países/regiones que cumplan con nuestra legislación o nuestras normas ético morales o nuestras estándares de consumo influirá en los “capitalistas que solo se mueven por los beneficios. El problema es que nuestra capacidad de gasto es eclipsada por la de las grandes empresas, cuyos intereses, seamos honestos, no siempre se alinean con los nuestros. Por eso tenemos que trabajar en la restricción del gasto corporativo facilitado por los políticos y la legislación que aprueban.
Una nueva política económica debería poner a la mayoría de la gente y al planeta primero. Debería mantener las mejores partes de la economía actual y crear nuevos sistemas que reconocieran los límites del planeta, promoviendo un verdadero bienestar para todos. Nadie sabe exactamente lo que va a venir, puede que no se haya inventado todavía, pero hay un montón de buenas ideas acerca de cómo empezar, desde una energía más limpia y barata hasta una tributación más justa. 
Antes de Internet la gente se organizaba y se reunía en las escuelas y las iglesias. Escribían, hablaban, cantaban pero era difícil y muy lento comunicarse unas organizaciones con otras y trabajar en red. Ahora Internet ofrece una gran cantidad de nuevas herramientas elegantes y adictivas y facilita la difusión de ideas, permitiendo que un gran número de personas asimilen conceptos como economía sostenible, alimentación ecológica, climatología, energías limpias y renovables… 
La información está disponible a distintos niveles desde los enfoques divertidos y sencillos de comprender hasta estudios científicos profundos. En todo caso toda esta difusión de información permite que la ciudadanía adquiera conciencia de la importancia que tiene ilusionarse por participar individualmente en la creación de una sociedad mejor. 
El voto es sólo una manera de participar como ciudadano. Lo más importante es que los que pueden e incluso aquellos que no tienen acceso legal a la urna, se preocupen por comprender lo que les conviene a ellos a su comunidad y a sus vecinos del mundo. 
Lo importante es que nos desprendamos de la apatía, que nos levantemos de los sofás y digamos lo que pensamos en todos los foros a nuestro alcance y por supuesto el día que nos llamen a las urnas. 
El problema es que faltan líderes y aglutinadores sensibles a las necesidades sociales. No me refiero a superhombres como Gandhi, Martin Luther o Mandela, me refiero a personas con capacidad de escuchar, entender cual es el anhelo de la ciudadanía, que tengan cintura para comunicar, negociar, ilusionados por liderar proyectos en los que creen, a los que la gente podamos votar. 
En nuestro país escasea la cultura del esfuerzo en pos del bien común y la perseverancia y determinación por resolver los verdaderos problemas. Además estamos huérfanos de verdaderos líderes. Mientras esto no cambie, desde abajo, el uno por cien que se enriquece cada vez más a nuestra costa no hará nada por cambiarlo a mejor. 
A veces surge una gran idea y algunos adquieren el compromiso de llevarla a cabo. Para que tenga éxito hace falta convertirla en una masiva. 
¡¿Qué nos falta para lograrlo?! 
©JuanJAS