miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿QUÉ RESPONSABILIDAD TENEMOS LA CIUDADANÍA?

Entre monarquía y república la principal diferencia es quien ostenta la jefatura del Estado y el sistema por el que ese puesto pasa de una mano a otra. En el caso de las monarquías, el jefe del Estado es el Rey y el puesto es vitalicio y hereditario, pasa de padres a hijos. En las repúblicas, la jefatura del Estado se ostenta por un representante político elegido por los ciudadanos para un determinado periodo de tiempo. En el mundo quedan sólo 25 países que se definen como monarquía y España es una de ellas, aunque sigue siendo diferente. 
Verde: monarquías
Azul: repúblicas
La abdicación de Juan Carlos le fue impuesta y la tuvo que aceptar. El poder sabe que tiene que haber un consenso entre los dos partidos y lo ha habido. En este momento, convenía la figura de un Rey "joven, alto y guapo", que cumpliera un papel similar al que cumplió su padre en la transición y por cuestión de Estado pactaron. El pueblo se lo ha tragado. Ha creído, pese a todas las evidencias en contra, que el pobre monarca estaba cansado de trabajar por España y le ha cedido el cetro a su hijo JASP antes de que fuera demasiado tarde y fuera JESP (Joven Emigrante Sobradamente Preparado). Resultado: en lugar de convocar un referéndum para elegir entre monarquía y república, ahora tenemos dos reyes y sus dos familias, bien subvencionadas. ¡España se recupera y podemos con todo!
Nuestro gobierno se ha instalado tanto en la mentira, la corrupción y toda clase de desaguisados que los españoles han llegado a asumir que son ellos quienes atraen el mal fario y las responsabilidades se reparten:
¡El que no roba es porqué no puede, pero no por falta de ganas! Nos repiten algunos. 
¡El que esté libre de pecado que tire la primera piedra! Nos recuerdan otros. 
Es verdad que todos somos pecadores, pero unos muchísimo más que otros, tanto por el mal ejemplo que dan, como por el daño que sus actos y decisiones hacen a la ciudadanía. 
La negligencia de nuestro gobierno sobrepasa con mucho las dimensiones de lo tiránico: manosea a su antojo la democracia y la justicia hasta transformarlas a su imagen y semejanza. Nos pone ante los ojos el espejo del fracaso y parecemos aceptarlo; muchos lo hacen suyo. 
No hay perversidad mayor que robotizar a un pueblo. Los españoles sudan y se lamentan agotados desde su propia substancia. Pierden el futuro lo mismo que un tren. Nuestros quebrantos son el dividendo de unos pocos elegidos y aceptamos este hecho con morbosa naturalidad: “¡Es lo que hay!. ¡Así están las cosas!”.
 
Cuando el gobierno alardea de sus proezas económicas, me siento como el esclavo romano, encadenado a su remo en las galeras, al que un tribuno anuncia la conquista de tierras a los bárbaros por parte del Imperio. ¡Para el esclavo nada cambia!. 
El descenso de la prima de riesgo y el alza de las bolsas en nada mitigan la precariedad laboral, las agonías económicas, el estrés de la competitividad o la ausencia de coberturas sociales. ¡Sigue sin haber ganancias para el esclavo!. 
Los éxitos ficticios que nos pregona nuestros gobierno, propios de un país a saldo, son la manera de borrar el atisbo de principios nuevos, que podrían conducir a otro modelo de sociedad. La masa no informada del saqueo de este país puede creer que la solución de todo está en esos datos lejanísimos con que nos bombardea nuestra casta política. Quieren creerles con todas sus fuerzas. Tienen fe en la mentira que identifica la prosperidad de los amos del dinero, cada vez más ricos, con la de los cada vez menos dueños de su trabajo y que rayan cada vez más el umbral de la pobreza.

Nuestro gobierno cultiva la indolencia. Nos mantiene engañados, resignados, no tranquilos pero si tan aturdidos que el porvenir nos aúlla y no lo oímos.  
Hablan los expertos, que mayoritariamente se equivocan, sobre el próspero mundo al que nos dirigimos como reses al matadero. Al que disiente y alerta del engaño, le tachan de agorero, pesimista y antiespañol. Esta euforia sin motivos se contagia rápidamente con tan poco decoro y aún menos prudencia, que a uno le dan ganas de quedarse en su reducido círculo de confort personal y ni siquiera mirar por la ventana.
Es imposible que los partidos que se subvencionan irregularmente se regeneren por si mismos. La política se ha transformado en sólo ganar elecciones y para lograrlo hace falta dinero. Mientras eso siga así no veo como podemos salir del círculo vicioso. La corrupción es transversal y tiene anclajes en la actividad diaria de nuestra sociedad que no condena con sus actos, ni al corrupto, ni al “listillo” o pícaro que engaña al estado, a la autoridad, al encargado, etc. Además, los valores democráticos nunca han tenido gran fuerza en España y para revertir esta situación es imprescindible que los ciudadanos que no estén "contaminados" digan basta y actúen sin pereza ni miedo a lo que puedan perder. ¿Es mucho pedir verdad?
Mientras, más de lo mismo en el horizonte: pactos de entendimiento entre los grandes (PPSOE) para mantener el poder el mayor tiempo posible, aunque eso implique garantizar que la muerte lenta siga prolongándose (¿Recuerdan?...¡que se jodan!). Como alternativa, una dispersión de formaciones con propuestas populistas, muy bien sonantes para el pueblo castigado por la crisis pero descabelladas, con programas que parecen ser el camino mas corto para sumir las instituciones en un completo caos y para destruir la economía del país conduciéndolo hacia una completa quiebra del Estado del Bienestar.
Los cambios constitucionales necesarios, la nueva ley electoral, la reforma completa del sistema de pensiones, reformas de la legislación laboral, sanitaria, educativa, etc. requieren una "quiebra" en que la población asuma la verdadera situación del país y la verdadera realidad económica de sus instituciones, empresas y economías domésticas. 
El país no va a recuperarse hasta que no se hable claro, se afronten los problemas territoriales y sociales, se destapen todos los chanchullos y la justicia juzgue con celeridad a todos los corruptos, estafadores y vividores que fagocitan todas las instituciones y chupan todo el dinero que han ganado y ahorrado las, cada vez más escuálidas, clases medias de este país y devuelvan lo robado. Mucho me temo que esto sólo podrá suceder si se llega a un estado fallido que obligue a una intervención de Europa y de la OTAN que legitime la eliminación de todo el sistema de saqueo institucionalizado. 
En Catalunya muchos anhelan la "Independencia" porque puede suponer la oportunidad de crear desde cero un nuevo país, un nuevo gobierno y una nueva sociedad. Es bonito, esperanzador y legítimo, pero hay que recordar que cuando uno se va de viaje se lleva siempre a si mismo consigo, junto con los valores y formas de actuar propios y de sus compañeros de viaje. No hace falta recordar que ganas de huir de un mal gobierno que no trata con equidad a todos sus ciudadanos es lógico tenerlas. Las tienen muchos españoles de todas las regiones de España, pero hay que pensar que no basta con eso, ni mucho menos, porqué “en todos sitios cuecen habas” aunque pueda ser cierto que en unos sitios más que en otros.
A la gente cada vez nos interesa menos ser de izquierdas o de derechas, lo que queremos es que se nos trate con equidad y respeto, y salir de esta basura que llevamos años sufriendo y de la que estamos más que hartos. 
Es bueno hacer manifestaciones festivas para dar a conocer nuestros anhelos, pero debemos ser pragmáticos y pensar en el día después y saber hasta donde estamos dispuestos a llegar cada uno de nosotros. Nada se consigue sin perseverancia y esfuerzo. Un simple "cambio de nombre o de cara" no garantiza la felicidad y el bienestar. 
Ha habido en la historia reciente algunos políticos que han hablado claro y actuado horadamente. En todos los casos los poderes fácticos los han silenciado y eliminado de la política. Una gran masa de ciudadanos los han valorado positivamente en las encuestas, pero a la hora de votar… Está claro que, en ningún caso, los votos conseguidos no han seguido la proporción de aprecio que indicaban las encuestas. 
¿Será porque las encuestas son mentiras?. 
¿Será porqué la gran mayoría silenciosa no se molesta en informarse?. 
¿Será porque la mayoría sólo piensa en “circo” y no se esfuerza en formarse, informarse y pensar?.
¿Será porqué no se implica en el momento de la verdad (votando)?
¿Será porqué piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor y no quiere perder prebendas ni compartir?
¿Será porqué le molesta el cambio, le da miedo lo desconocido y le aterroriza tomar riesgos? 
¿Será porqué….?
Pensemos que el peor enemigo de un gobierno mentiroso y corrupto es un pueblo culto. Por ello debemos preguntarnos…
¿Qué responsabilidad tenemos los ciudadanos?
©JuanJAS