jueves, 14 de agosto de 2014

¡¿Ahorrar?! , ¿No puedes? o ¿No quieres?

Con la crisis se han puesto muy de moda los “libros de autoayuda financiera” y se han escrito multitud de artículos en periódicos, blogs, etc.
¿Cuantos se han leído? Seguro que muchos menos de los que se han publicado.
¿Cuántas ideas leídas se han puesto en práctica?. ¡Seguro que muchísimas menos.!
¡Se sincero contigo mismo!. ¿Piensas que seguir haciendo lo mismo que has hecho antes y te a llevado a la situación en que te encuentras, va a mejorar tu situación económica?
No hay soluciones mágicas. La lotería sólo es un impuesto voluntario sobre los sueños. Conozco personas que ganan mucho dinero y no son capaces de ahorrar y otras personas que ingresan poco, cubren sus necesidades vitales holgadamente y todavía ahorran. La solución a largo plazo que hay que conseguir, es gastar menos de lo que se ingresa y, esto conlleva aumentar los ingresos y sobretodo reducir los gastos. 
¿Tienes voluntad firme de ahorrar? 
¿Estás dispuesto a pensar como hacerlo y llevar a la práctica las acciones necesarias para conseguirlo?
Tal vez piensas que si quieres, pero realmente “no puedes”. Tal vez pienses que ya te has privado de demasiadas cosas y ya no puedes más. 
¡Te estás engañando a ti mismo!. Siempre se puede.
Muchos gurús han popularizado la frase: “Págate primero a ti mismo”. Seguro que la habéis oído aunque, no tengo muy claro que todo el mundo entienda su significado. Seguro que el listillo de turno dirá: “Yo lo tengo claro. ¡Me lo gasto todo en mi mismo y dejo de pagar a los demás!”. Nada más lejos de la realidad. 
Este sistema es efectivo para salir de los atolladeros económicos y no se ha descubierto ahora. Muchas personas, sin ser ninguna lumbrera ni haber estudiado masters en la universidad, pero con mucho sentido común lo han practicado con éxito.
De pequeño me contaba mi abuelo la historia de una mujer analfabeta que llegó al pueblo desde Andalucía en la primera emigración después de la Guerra Civil:

“La Manuela llegó con su marido y 3 hijos de cortísima edad. Su marido sabía leer, a duras penas firmar y las cuatro reglas. Ella ni eso.
El marido se puso a trabajar de peón en la construcción de una presa y cada sábado el capataz les pagaba la semanada en el bar. Después de varias rondas invitando a los amigos, la paga se reducía sustancialmente. Cuando Manuela le pedía dinero para comprar comida, le daba lo que le quedaba y ella no podía hacer milagros.
La Manuela no pudo ir a la escuela, pero la escuela de la vida y la necesidad la hizo lista y aguda observadora del entorno. Pronto convenció a su marido de que el dinero que ganaba con mucho sudor, debía destinarlo prioritariamente a la familia y que se lo entregara a ella para que lo administrara.
¿Pero tú que vas a hacer si eres analfabeta?
¡Yo me las apañaré!, le contestó ella. Peor que ahora, que no nos llega ni para comer, no estaremos.
Con las monedas de la semanada hacía 10 montoncitos iguales. Tres de ellos, los ponía en un bote que guardaba celosamente en un escondite que no conocía ni su marido; para que no le entraran tentaciones de convidar en el bar a sus amigos. De los restantes 7 montoncitos, gastaba uno cada día de la semana y si podía ahorrar algo, lo ponía en el bote. Nunca, ¡nunca!, gastaba más de un montoncito cada día.
Resultado: De realquilados en un establo, pasaron a un pisito, después alquilaron otro más grande. Mientras, sus hijos crecieron limpios y suficientemente alimentados y fueron a la escuela hasta los 14 años. Para ella eran como maestros. Compraron varios pedazos de tierra donde cultivaron avellanas, almendras y viña. Más adelante con el dinero ahorrado y la ayuda de sus dos hijos se construyeron una casa grande y espaciosa que a Manuela se le antojaba un palacio.
Manuela nació en un familia pobre de solemnidad. No siempre tuvo que comer. Se casó y tuvo que emigrar a una tierra extraña para sobrevivir y aún con todo ello, se espabiló, gobernó su casa con prudencia, crió a sus hijos, les dio la mejor educación que pudo, les enseñó el valor del trabajo y del dinero y de mayor pudo vivir con holgura y disfrutar lo que ahorró durante toda su vida. Hasta aprendió a leer y escribir con los libros y cuadernos del colegio. Sus hijos los habían dejado como nuevos y ella los estudió con ganas, como todo lo que había hecho en su vida. Manos y cabeza ociosa, las pierde el Diablo decía.
¡Gran mujer esa Manuela!  Sentenció mi abuelo al concluir la historia”

Cuando veía a Manuela por la calle yo siempre la saludaba con admiración y respeto. Está historia no es una batallita de abuelitos. Han pasado muchos años y Manuela ya murió, pero yo la conocí y también a sus hijos y a sus nietos y puedo dar fe que esta historia es cierta. 
Una vez leída y comprendida esta historia supongo que se comprenderá perfectamente lo que significa “págate primero a ti mismo”. No sólo cumplir responsablemente con las deudas y compromisos que puedas haber adquirido, porqué si no lo haces no te volverán a prestar en la vida aunque te mueras de hambre. También ser constante en evitar la tentación consumista y dedicar parte de tus ganancias al ahorro por poco que sea. Recuerden que grano a grano, se llena el granero.
Con esta experiencia, que nadie me diga que no puede llegar a fin de mes y menos que no puede ahorrar, porqué le sugeriré que vuelva a leer esta historia y le recomendaré que busque en su entorno otras experiencias similares de las que aprender. Seguro que algún abuelo le podrá contar casos similares y explicar como ahorrar. Basta con que le escuchen y se pongan manos a la obra.
©JuanJAS


MÁS sobre AHORRAR:

  • El valor del dinero en el tiempo es la recompensa de sacrificar consumo presente para poder consumir en el futuro. La medida económica de este sacrificio es la tasa de interés. 
  • Ahorrar e invertir son dos cosas diferentes aunque complementarias. Lo idóneo es invertir, haciendo que el dinero y el tiempo trabajen a nuestro favor para ayudarnos a lograr nuestras metas.
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¡Es hora de alcanzar tus sueños! Recuerda que en los 10 primeros años de trabajo, construyes cerca del 40% de tu pensión. Ahorrar y alcanzar tus metas sí es posible.
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Ahorrar y lograr tus metas ¡Si es posible!
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Abre una cuenta de ahorros, haz una diferencia entre antojos y necesidades, realiza presupuestos semanales y mensuales. Es hora de alcanzar tus sueños.
  • No permitas que un imprevisto cambie tu vida. Prepárate y afróntalos. Destina un porcentaje de tu salario para un ahorro voluntario. Que el ahorro sea un hábito para disfrutar tranquilamente de tu vida.
  • Aprovecha la edad de tus hijos e incentívales el hábito del ahorro. Enséñales el valor del dinero y los beneficios de guardar para hacer realidad sus deseos y metas. Demuéstrales desde pequeños que alcanzar sus metas sí es posible.
  • ¿Te ves cómo emprendedor? ¿Quieres tu independencia, tener tu propio negocio? Grandes proyectos comienzan con grandes ideas. Traza una meta, visualiza tus sueños y trabaja en pro de ellas. Ahorra para conseguir tus sueños y alcanzar tus metas sí es posible.
  • ¿Tú dinero desaparece fácilmente? Revisa en qué pequeñas cosas lo estás gastando, incluye éstos gastos en un listado para que los identifiques y los puedas transformar en ahorro.
  • Tu sueño tiene un número, conoce cuál es el tuyo y así será más fácil saber cuánto tienes que ahorrar para alcanzarlo.