martes, 8 de julio de 2014

La "herramienta" que nos deslumbra

Quien no ha oído a una abuela emocionada o a un abuelo henchido como un pavo real presumiendo que su niet@ de tres años es tan inteligente que ya sabe utilizar el iPad. No faltan ganas de responderle que si su niño fuera tan inteligente no pondría los dedos en el enchufe o no se pondría en la boca los dedos después de haber tocado el suelo sucio. 
Te vienen ganas de explicarle que el suyo es un niño que, como hizo él cuando tenía su edad aunque ya no se acuerde, explora con los dedos y que las personas realmente inteligentes son las que inventaron la tecnología táctil y los inversores-empresarios que tuvieron la visión de utilizar esta tecnología para poner la mayoría de conocimientos del mundo al alcance de la punta del dedo de cualquiera (inteligente o no). No importa que dedo se ponga encima de un Smartphone o de una Tablet, el de un mono o el de un humano culto; estos artilugios siempre cambiaran de imagen o emitirán un sonido. El mono aprenderá a obtener sonidos e imágenes por el método de prueba y error, como muchos humanos, en más o menos tiempo. La cantidad y variedad de información obtenida y el uso que se haga de ella, dependerá de la inteligencia, formación y motivación de quien toque con su dedo el artilugio y de la secuencia de movimientos que su dedo haga sobre la pantalla. 
Cuando se mezcla niños con tecnología, puede resultar cualquier cosa: desde genios desarrolladores de aplicaciones, hasta víctimas de accidentes por adicción a los gadgets electrónicos. La transformación en las relaciones sociales, el entretenimiento y hasta el modelo de pensamiento responde a una nueva lógica que acerca cada vez más a los niños y jóvenes a los estándares aparentemente deseables en un mundo globalizado, aunque los aleja de aquello que para muchos era la infancia. 
Unos cuantos años atrás parecía toda una proeza que un pequeño de dos años, que apenas pronunciaba palabra, usara una pantalla táctil para jugar. Hoy, la forma en que los niños y adolescentes se relacionan con la tecnología ha dejado de ser sorprendente para convertirse en un gran interrogante sobre cuál es el futuro que les y nos espera. Hoy casi ningún jovencito se entretiene construyendo castillos de naipes, escribiendo poesías ni haciendo nada con las manos que no sea pulsar botones virtuales en la pantalla del ingenio electrónico que sostienen permanentemente entre sus manos. Parece estos dispositivos generan adicción porqué les proporcionan tanta diversión que hace que se olviden de comer, de relacionarse con el entorno familiar y hasta de dormir si antes no terminan una etapa del juego que tienen entre manos. Mis padres solían recordarme que cuando los aparatos de televisión colonizaron nuestras casas, se acabaron las conversaciones familiares y la gente dejó de ir al cine. Hace años que ya no lo comentan porqué la llegada de los smartphones y tablets ha dejado aquello tan nefasto, que comenzaron las TV’s, en un juego de niños. 
En las relaciones extremas de los jóvenes con los gadgets electrónicos encontramos unos pocos pequeños genios contratados por los gigantes de Silicon Valley y otros acosados, estafados o víctimas de bullying informático. 
Mientras, la mayoría de los adultos entran en crisis por el aislamiento de los jóvenes y cuando se les pide conversación, responden con un lenguaje tan incomprensible como el de programación. 
La cosa ha ido tan lejos, que la tecnología digital pone en valor el pensamiento atribuido a Confucio: "Cuando el sabio señala la luna con el dedo, el idiota mira el dedo". Este es el peligro, confundir la tecnología con lo que nos ofrece la nueva puerta, que es muchísimo. Tanto como nuestra imaginación y destreza nos permita idear. 
Usualmente, las personas sensatas se han puesto metas y han luchado por alcanzarlas por mas grandes y difíciles que sean, relativizando el tiempo y sacrificio que deberían emplear en el proyecto. Otros muchos, muy preocupados por el status, han querido conseguir algo en la vida, sobre todo dinero, pero se suelen negarse a recorrer el camino de responsabilidades, trabajo y sacrificio que invariablemente conlleva alcanzar sus deseos. 
Con la crisis todos hemos visto mermados nuestros ingresos y muchos hasta niveles difíciles de asumir. En cambio, pocos son los que han asumido el cambio y se han reciclado mentalmente para adaptarse al mismo. La mayoría se resisten a cambiar su modus vivendi y se repiten a si mismos que lo hacen sólo hasta que puedan volver a permitirse el nivel de consumo anterior. A mi modo de ver, este comportamiento es un error que comete gran parte de la sociedad: al hacer sólo cambios cosméticos a corto plazo, nada cambia estructuralmente y hará que todo siga igual a largo plazo.
Resistirnos a cambiar o confundir el cambio de paradigma con un simple reciclaje en nuevas herramientas son errores graves. Máxime cuando se hacen desde colectivos como los de los maestros, médicos, periodistas o políticos, que deberían modificar radicalmente su posición y visión para mantener a ultranza su misión fundamental: educar, curar, informar y dirigir. A finales de junio se ha celebrado en Tarragona el I Foro Internacional de Educación y Tecnología (FIET 2014). Pretende ser un espacio de encuentro donde figuras de relevancia internacional relacionadas con el mundo de la educación y la tecnología reflexionen y hagan propuestas de manera conjunta sobre su papel transformador en un contexto digital. Esta es la novedad en un escenario de incertidumbre donde hay que formar, "aprendices permanentes", ilusionados por el pensamiento creativo, el conocimiento, con capacidad de emprender y que sepan auto motivarse y auto dirigirse para ser capaces de usar los ingenios tecnológicos con la suficiente eficiencia para que puedan serles de ayuda para lograr sus metas. 
Vivimos en una época que los descubrimientos científicos nos traen cada día avances tecnológicos que nos maravillan. Periódicamente las grandes compañías nos anuncian mejoras, actualizaciones, nuevos productos y nos publicitan las nuevas funciones que son capaces de realizar los ingenios que en breve pondrán a la venta. Miles de seguidores, están atentos en las redes sociales, a las publicaciones de posibles avances, predicciones sobre el color, la forma y las fantásticas prestaciones de los ingenios que están por venir. 
Los jóvenes, cada vez a más temprana edad, piden a sus padres, abuelos y familiares varios que les compren “lo último” que acaba de salir. En este ambiente parece que si no tienes lo “último” en tus manos no eres nadie! 
Los progenitores, no entienden ni papa, pero quieren que sus hijos/nietos tengan lo que ellos no pudieron tener cuando tenían su edad y sobretodo no quieren que se queden descolgados, como les pasó a ellos que viven fuera de la comunidad “Matrix”. 
Por ello, tanto si pueden como si no, les compran “lo último de lo último” y se quedan, con los bolsillos vacíos o las tarjetas temblando, pero muy tranquilos viendo como sus retoños aporrean frenéticamente el nuevo gadched con sus dedos, mientras se desconectan de su entorno familiar y se adentran en las profundidades de su vida virtual. 
Llegados a este punto, está claro que se necesitan más que nunca maestros sabios que señalen lunas con el dedo. Ahora que tenemos tanta oferta lúdica y también cultural al alcance de la punta de nuestro dedo; tantas posibilidades formativas en diferentes escenarios virtuales y corremos el riesgo de quedar deslumbrados por cómo brillan las pantallas en lugar de entrar a descubrir los mundos que nos abren. No cabe más que intentar formar el criterio y enseñar a los niños, jóvenes y a quien quiera aprender, a diferenciar el grano de la paja virtuales. En el extremo, a diferenciar el bien del mal.
El problema es que, como me confesaba hoy un maestro cansado de querer enseñar a quien no quiere aprender, estos se reciclen en vendedores tecnológicos para cantar las excelencias del producto. Tal vez tengan más suerte en las tiendas que en las aulas y encuentren entre los millones de usuarios que quieren sacarse el carnet para pilotar el “último gadget”, alguno que se anime a usarlo como puerta de entrada al mundo del conocimiento y a compartirlo con conocidos, saludados para crecer como persona, y no sólo para ponerlo encima de la mesa, a modo de tarjeta de presentación de su “estatus” digital. 
©JuanJAS