miércoles, 20 de marzo de 2013

ISLANDIA: La revolución de los ciudadanos

Elvira Méndez Pinedo, catedrática de Derecho Europeo en la Universidad de Islandia, hace 12 años que vive en Islandia y ha participado de manera directa en el proceso que llevó a los islandeses a hacer dimitir al gobierno y a pedir responsabilidades a los responsables de la crisis. Ha escrito un libro: “La revolución de los vikingos-La victoria de los ciudadanos”. 


Lo que pasó en Islandia, nos dice, es lo que está pasando ahora en España y en otros lugares de Europa: el hundimiento de un modelo de capitalismo especulativo-financiero, diferente del mercado y conectado con la economía real.
La ciudadanía se dio cuenta que se había despreocupado de la política y que había que salir a la calle a reclamar cambios de manera cívica y pacífica.
En Islandia el camino al desastre  vino de la mano de unas políticas de privatización que empezaron a finales del siglo XX. Primero se privatizaron los principales recursos naturales como la pesca y el agua. Luego se privatizaron los bancos públicos y por fin la red de energía pública.
En la pesca se estableció un sistema de gestión de cuotas de pesca que se podían vender, alquilar, hipotecar, etc. El pueblo islandés perdió el derecho privado de pesca. Se daba el caso que un islandés que está rodeado de bacalao, tiene que comer bacalao congelado, comprado a las empresas a las que el estado vendió los derechos de pesca. Este fenómeno caciquil es algo similar a lo que pasaba por ejemplo en las grandes zonas productoras de aceite españolas. Los ciudadanos vivían rodeados de olivos y aceitunas y en cambio tenían difícil acceso al aceite. Si lo querían probar debían comprarlo a precios desorbitados impuestos por los terratenientes que poseían las tierras, los cultivos y la industria transformadora.
A los diez años de privatizar la pesca, se privatiza los bancos y cambia el modelo de negocio de banca comercial (ahorro-préstamo) a banca de inversión especulativa para beneficio de empresas privadas-pantalla y actividades delictivas (información privilegiada, abuso de mercado, etc.). Sepan que la mejor forma de “robar dinero” legalmente es comprando un banco.
En Islandia siempre ha habido glaciares y grandes ríos que mediante el aprovechamiento hidráulico y las centrales geotérmicas han permitido disfrutar de grandes cantidades de energía, que mediante la privatización se vendieron casi regaladas a la industria pesada, del aluminio, etc. Actualmente está proyectando un cable submarino para exportar su energía limpia y barata a Europa.
En Dreamland, Andri Magnason dice que Islandia se había convertido en “Una sociedad donde la ciudadanía tiene miedo al futuro, donde se permite que una élite económica y empresarial extranjera decida en su lugar”. ¿Conocéis algún país donde pase algo similar?
En el año 2008 quiebran los bancos públicos islandeses. A la crisis bancaria les sucederán una crisis financiera y una crisis política, por la falta de legitimidad de la clase gobernante, y una crisis de identidad como sociedad.
Los bancos se habían endeudado en los mercados para financiar la agresiva expansión internacional de sociedades de inversión islandesas. Cuando el acceso al capital extranjero se cerró, los bancos quebraron de forma técnica. No había ningún banco central del mundo que se prestara a ayudar a Islandia. El país había quebrado y quedado sin reservas de divisas.
Los ahorradores e inversores extranjeros que habían puesto dinero en sucursales de los bancos quebrados islandeses en UK y Holanda, pidieron al fondo de garantía de la UE la restitución de su dinero conforme a las leyes vigentes. El fondo de garantía de depósitos de UK y Holanda les repuso el dinero y luego lo reclamaron como deuda soberana a Islandia.  Cada islandés veía incrementado su “drama particular” en 120000€ por islandés o 48000€ por familia. ¡Piensen lo que harían si les pasara a ustedes!
En enero de 2009 se produjo la revolución de las cacerolas. Cada día, familias enteras, hijos y abuelos incluidos, se acercaban hasta la sede del gobierno o delegaciones territoriales para protestar contra el gobierno y cuando salían los políticos, les tiraban huevos, harina, yogurts, etc. Siempre hay grupos más exaltados que querían tirarles objetos más contundentes y los manifestantes defendían a la policía porqué los cuerpos de seguridad no eran sus enemigos. Los enemigos eran los gobernantes que los habían llevado a esa situación desesperada. El papel de la sociedad civil es determinante para el éxito de este nuevo activismo político que se origina de abajo arriba.
En las manifestaciones, que los gobernantes intentaron desacreditar, se exhibían pancartas que rezaban:
  • “Una nación mejor que el FMI”
  • “El parlamento del pueblo es mejor que el parlamento de la traición”. Traición por qué el gobierno y el parlamento habían aceptado deuda a los ingleses y holandeses como deuda soberana del país
  • “Pongamos la prioridad en nuestros hijos y no en la clase política y en los ricos”.
  • Etc.
Los ciudadanos celebraban reuniones cívicas de discusión y cada lunes tenía lugar un foro nacional a las 9h Los políticos asistían y escuchaban lo que cada ciudadano tenía que decirles, para finalmente responder a sus preguntas. Estas asambleas eran transmitidas por la radio y la TV. Quedó en evidencia que los políticos del gobierno no tenían soluciones para salir del atolladero y toda la nación islandesa se enteró de ello.
El abismo entre ciudadanos y políticos cristalizó cuando la líder socialdemócrata perdió la paciencia, se encaró a los reunidos en el foro gubernamental y les dije “Pero vosotros, ¿Quiénes os creéis que sois?  ¡Vosotros no sois la nación! ¡Yo soy parlamentaria y os represento!”. (Esto mismo es lo que he oído decir muchas veces a sesudos tertulianos: Estamos en una democracia parlamentaria y tenemos que respetar el sistema. Votar cada cuatro años y dejar que los parlamentarios lleven como estimen oportuno las riendas del país. El poder reside en el parlamento. No en el pueblo)
Los islandeses no confiaban en sus políticos que les habían llevado a la ruina y no sabían cómo salir de esa tétrica situación, por ello pidieron que dimitiera el gobierno, los responsables de instituciones como el Banco Central, etc. Y por la presión de los islandeses, el Gobierno islandés fue el primero del mundo que tuvo que dimitir en pleno.
Como en Islandia hay una ley de responsabilidad civil y criminal que se aplica a “todos” sin excepción, en 2012, el Tribunal especial Landsdómur declaró culpable al Primer Ministro Geir Haarde de un cargo por negligencia y mala gestión gubernamental durante 2008, según la constitución Islandesa. También fue a la cárcel un alto funcionario de finanzas (tenía 100 millones de coronas en acciones y aprovechó información privilegiada para venderlas antes del crac) y más de 40 “delincuentes de cuello blanco” están procesados. Hoy aún permanecen abiertos 400 casos (más de un 1 por mil de la población). Se ve que en Islandia la “justicia” también es lenta.
Con el fin de diseñar un nuevo proyecto social y ético par Islandia, se preguntó a 1000 finlandeses elegidos al azar sobre los valores (integridad, justicia, honestidad, igualdad de oportunidades, respeto a los derechos humanos, etc.) que pensaban debía tener la sociedad finlandesa en el futuro.
Se designó a 25 islandeses para que redactaran un proyecto constitucional, que contemplara una nueva ley electoral y permitiera una democracia más directa y participativa, como se hizo en las reuniones cívicas y los foros nacionales. Posteriormente, el parlamento deberá aprobar este proyecto.
Los ciudadanos decidieron que no era posible rescatar a los bancos. La solución islandesa fue dejar que los bancos fueran a un proceso de liquidación ordenada. El Estado quedó al margen de enormes pérdidas del sector privado y evitó cargas excesivas para la sociedad y los contribuyentes. Un tribunal de Luxemburgo, después de cinco años les ha dado la razón en su forma de abordar la quiebra del Icesave.
Se rescató a los ahorradores y se liquidó a los bancos públicos quebrados. El ahorrador que tenía 100000€ en un banco antiguo se le depositó esta misma cantidad en uno de los bancos nuevos. Había que pagar la deuda interna que ascendía al 20% del PIB islandés; el nuevo gobierno devaluó la corona islandesa un 50% y no se permitió sacar del país coronas islandesas si no era para alguna transacción comercial real y demostrable. Un ciudadano puede sacar un máximo de 2000€/mes en metálico del banco, pero no del país (corralito).
No hay ninguna solución milagrosa en la que los platos rotos los paguen "otros". Ni siquiera en este caso la han pagado por completo los máximos responsables. 
La crisis ha obligado a los islandeses a un cambio de mentalidad, mayor austeridad, a apostar por la educación, por una sociedad más igualitaria, más ética y más democrática. El 27/4/13 hay elecciones legislativas en Finlandia y parece que  un 25% de islandeses que trabajan activamente para que cambien las cosas y que piden a los ciudadanos que ayuden, todos los que tengan capacidad para ello y todavía no estén “pillados” por el sistema, a conseguir un nuevo marco mejor. Otro 25% simpatiza con el poder fáctico y quiere mantener sus privilegios. El 50% restante, están en el limbo y no se implican abiertamente, porqué está cansadas, porque no se preocupan por saber y tienen miedo, porque no quieren riesgos, porqué esperan que los demás hagan el trabajo por ellos, etc. ¿Nos suena de algo? 
En estas circunstancias el tema todavía no está decidido. Ni mucho menos. El proyecto está frágil. Los privilegiados luchan con uñas y dientes por no soltar sus prebendas y muchos endeudados-indecisos piensan “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”. Entra dentro de lo posible que los islandeses vuelvan a votar y permitir que los que los llevaron a esta situación vuelvan a sentarse en el Parlamento y en el gobierno. De esto sabemos mucho en España.
Después de 5 años de crisis ya hemos visto diferentes tipos de "soluciones-robos-despropósitos" que diferentes gobiernos de todos los pelajes políticos han implementado. Es resultado ha sido invariablemente una extracción de las rentas, succionadas de las clases medias, que han engordado las arcas de los políticos poco éticos y los centros de poder financieros y un laminado cada vez más duro de los derechos sociales de los ciudadanos. Prácticamente todo el mundo lo nota en si mismo y en sus "ahorros para la vejez". El último atraco ha sido el de Chipre. (Aunque el parlamento no se ha atrevido a votar la primera propuesta, no les quepa la menor duda que de una u otra forma los que siempre pagan los platos que otros ha roto, los pagarán también allí. Unos han disfrutado del blanqueo y los pobres ahorradores pagarán la fiesta.)
Como dijo Salvador Espriu, “Las palabras importan muy poco, si no llevan en breve a una acción contra el poder”. Cada uno que lo interprete bajo su prisma y cuando nos pase lo que nos pasará, que nadie diga que no se lo esperaba.
Y aunque a muchos se lo pueda parecer, la solución no es sacar los ahorrillos del banco y guardarlos en el calcetín. Hay muchas formas de hacer salir al conejo de la madriguera.
©JAS2013

Si queréis leer más información sobre este tema podéis