domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Sufres olvidos?

¿Cómo se llama esa película en la que sale esta artista que es guapísima, muy linda?... 
¡Sí, hombre !, la alta, de pelo rubio, que salió con este actor maravilloso que se llama, que salió en una obra de teatro muy famosa. ¿ya sabes cuál digo, no? …

Así comenzamos
A partir de los treinta años, por lo general, empezamos a notar que tenemos pequeños olvidos:
• ¿Cómo se llama este hombre? Lo conozco muy bien. 
• ¿A qué hora era la cita, a las 5:00 ó 5:30? 
• ¿Esto cómo me dijeron que funcionaba? 
• Mis llaves, ¿dónde las dejé?. ¡Móvil!, ¿dónde estás?
• En una gran superficie, ¿En qué piso-sector dejé el coche aparcado? 
¿Hemos pensado alguna vez que nos han robado el coche?, sin darnos cuenta de que salimos por la puerta equivocada del centro comercial. 
Aunque estos pequeños olvidos no afectan nuestra vida, nos producen ansiedad. Con terror, pensamos que el cerebro empieza a convertirse en gelatina y nos preocupa quedar como la tía Anastasia, que recuerda con lujo de detalle todo acerca de su niñez en Morella, pero no puede acordarse de lo qué hizo o comió ayer mismo.
Si esto te suena familiar, no te preocupes, hay esperanza. 
Existen muchos mitos en los que las personas equivocadamente relacionamos la edad con la falta de memoria, sin embargo los neurocientíficos han comprobado que la pérdida de memoria de corto plazo no se debe a la edad o a que las neuronas se mueran y no se regeneren, sino a la reducción del número de conexiones entre sí de las neuronas o dendritas (ramas de las neuronas). Esto sucede por una sencilla razón: falta de uso. 
Así como se atrofia un músculo sin uso, las dendritas también se atrofian si no se conectan con frecuencia y la habilidad del cerebro para meter nueva información se reduce. Es cierto, el ejercicio ayuda mucho a alertar la mente; también hay vitaminas y medicinas que aumentan y fortalecen la memoria. Sin embargo, nada como hacer que nuestro cerebro fabrique su propio alimento: Las neurotrofinas. 
Son moléculas que producen y secretan las células nerviosas, y actúan como alimento para mantenerse saludables. Cuanto más activas estén las células del cerebro, más cantidad de neurotrofinas producen y esto genera más conexiones entre las distintas áreas del mismo.

¿Qué podemos hacer? 
Lo que necesitamos es hacer Pilates con las neuronas: 
• estirarlas,
• sorprenderlas, 
• sacarlas de su rutina,
• presentarles novedades inesperadas y divertidas a través de las emociones, del olfato, la vista, el tacto, el gusto y el oído. 
¿El resultado? El cerebro se vuelve más flexible, más ágil, y su capacidad de memoria aumenta. 


Probablemente pienses…

Yo leo, trabajo, hago ejercicio y mil cosas más durante el día, así que mi mente debe estar muy estimulada. La verdad es que la vida de la mayoría de nosotros se lleva a cabo dentro de una serie de rutinas. 
Piensa en un día o semana común y corriente: 
¿Qué tan diferente es tu rutina de la mañana, tu ruta hacia el trabajo, la hora en la que comes o regresas a la casa? ¿El tiempo que pasas en el coche? ¿El tiempo y los programas que ves en la televisión? 
Las actividades rutinarias son inconscientes. Hacen que el cerebro funcione en automático y requieren un mínimo de energía. Las experiencias pasan por las mismas carreteras neuronales ya formadas y no hay producción de neurotrofinas.

Algunos ejercicios que expanden sustancialmente las dendritas y la producción de neurotrofinas son: 
  1. Intenta, por lo menos, una vez por semana ducharte con los ojos cerrados. Sólo con el tacto, localiza los mandos de la grifería, ajusta la temperatura del agua, busca el jabón, el champú, la esponja, etc. Verás cómo tus manos notarán texturas que nunca  habías percibido.
  2. Utiliza la mano NO dominante. Come, escribe, abre la pasta, lávate los dientes, abre el cajón con la mano que más trabajo te cueste usar.
  3. Lee en voz alta. Se activan distintos circuitos que los que usas para leer en silencio.
  4. Cambia tus rutas toma diferentes caminos para ir al trabajo o a tu casa.
  5. Modifica tu rutina. Haz cosas diferentes. Sal, conoce y conversa con personas de diferentes edades, trabajos e ideologías.   Experimenta lo inesperado. Usa las escaleras en lugar del ascensor. Sal al campo, camínalo, huélelo.
  6. Mejora la ubicación de algunas cosas. Al saber dónde está todo, el cerebro  ya construyó un mapa. Cambia, por ejemplo el lugar del bote de la basura; verás la cantidad de veces que arrojas el papel al viejo lugar.
  7. Aprende una habilidad. Cualquier cosa: fotografía, cocina, yoga, estudia un nuevo idioma, etc. Si te gusta armar  rompecabezas o coches tápate un ojo para que pierdas la percepción de la profundidad, por lo que el cerebro tendrá que confiar en otras vías.
  8. Identifica objetos como monedas. Pon en tu coche una taza con varias  monedas diferentes y tenlas a la mano para que, mientras estás en el alto del semáforo, con los dedos trates de identificar la denominación de cada una.   
¿Por qué no abrimos la mente y probamos estos ejercicios tan sencillos para intentar eficiente nuestra memoria?. Mal, seguro que no nos harán y tal vez, con suerte, nunca más volveremos a preguntar: ¿Dónde dejé mis llaves? 
Espero que practiquéis a menudo cualquier ejercicio de “Pilates para el cerebro” y procuréis pasar siempre un día “distinto” para no olvidar.

©JuanJAS

Lectura para la memoria operativa:
http://www.rehasoft.com/tdah/memoria-operativa/

viernes, 1 de noviembre de 2013

El Banco Mágico

Esta tarde del día de Todos los Santos he salido a pasear con mi mujer y en algunas calles del centro de la ciudad hemos visto que ya habían instalado las luces de Navidad que alegraran las calles y esperemos alienten el consumo de los que tienen la suerte de tener trabajo, en las fechas venideras. 
Hoy toca comer “panellets”, huesos de santos y castañas. Bueno castañas pocas porque con el calor que hace, apetecen más los helados que las castañas. Parece que la crisis y los recortes nos han cambiado hasta el clima.
La Navidad es la fiesta cristiana más popularizada. Tradicionalmente en esas fechas se reúnen los familiares y abundan las compras, los ágapes, las fiestas en familia, las loterías, crecen las esperanzas de recibir algún premio, se reviven los cuentos de la lechera… 
Pensando en eso, me ha venido a la memoria un texto que leí hace años sobre un premio que sorteaba un “Banco Mágico”…
El premio consistía en que el Banco Mágico deposita cada día 86.400 € en una cuenta particular a tu nombre. Pero, como es costumbre, este premio también exige condiciones específicas …
Primera condición: 
Puedes disponer de todo el dinero de la manera que tu dispongas, pero el dinero que no utilices en el día, el banco lo retomará. Tampoco podrás utilizarlo para abrir otra cuenta. Simplemente, tienes que gastarlo. Cuando despiertes al día siguiente, el banco depositará nuevamente 86.400.-€ en tu cuenta para que lo gastes ese día y así sucesivamente ...
Segunda condición: 
El banco puede cancelar el premio en cualquier momento y sin previo aviso. El banco cancela la cuenta y no tienes opción alguna para abrir otra cuenta con ese dinero ...
Entonces, el juego se da por terminado.
Si te tocara este premio… ¿Tu qué harías?
¿Empezarías a comprarte todo lo que te venga en gana. No solo para ti, sino para las personas que quieres y estimas mucho?
Quizás, incluso para gente que tu ni siquiera conoces, puesto que no siempre podrías gastar todo el dinero solo para ti … ¿Verdad?
Intentarías utilizar cada céntimo que tuvieras a disposición y no despreciarías ninguno de forma que el Banco Mágico pudiera recuperarlo. ¿Verdad? 

Lo que no puedes imaginarte es que el Banco Mágico existe y que todos y cada uno de nosotros recibe al nacer una cuenta en ese banco, sólo que no solemos ser conscientes de ella. 
El Banco Mágico es el “Banco del TIEMPO”.
Efectivamente, desde el momento en que nacemos, recibimos cada mañana de nuestra vida 86.400 segundos de vida para “vivirla” cada día ...
Cada noche, cuando nos acostamos a dormir, el tiempo que no hemos utilizado ese día … ¡no se acumula para el día siguiente!…
El tiempo que no “vivimos“ ese día se pierde por completo y cada mañana, nuestra cuenta vuelve a llenarse …
El “Banco del Tiempo” puede en cualquier momento y sin previo aviso cancelar nuestra cuenta o avisarnos que en breve nos la cancelará.

¿Eres consciente de esta realidad?. 

Si es así, ¿Que haces tu con los 86.400 segundos que recibes a diario?

¡No son más valiosos que esta misma cantidad en Euros? 
¡Piénsalo bien! 

Procura disfrutar cada segundo de tu vida porque tu tiempo no es infinito y puede acabarse más rápido de lo que tu crees …
©JuanJAS