jueves, 19 de enero de 2012

LOS JOVENES Y SU FUTURO

Vivimos en un país en el que hay mucho talento pero que nunca saldrá a la luz, porque el “sistema” no se lo permite.
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¿No sabes para donde tirar?
¿No encuentras lo que quieres?
¿No tienes claro lo que quieres estudiar?
¿Has dejado los estudios?
¡Destápate y decide por ti mismo!
¡Empieza ya!
Las estructuras que han montado nuestros dirigentes y fuerzas vivas de nuestra sociedad, no les facilitan la elección responsable del mejor camino a seguir en su vida. Por ejemplo, se les hace decidir que “carrera” quieren estudiar a los jóvenes a una edad en la que no están preparados para decidir. Esto provoca cambios y vuelta a empezar desde cero, abandonos y frustraciones al trabajar en cosas que no les satisfacen.
El porqué no están preparados es otro tema, no es sólo por la edad, sino por el nefasto plan educativo que los sucesivos responsables han establecido. En los primeros años de educación, les han permitido pasar de curso sin aprender lo necesario. Los padres han delegado la responsabilidad de la educación en los maestros, pero sin concederles poderes para ello. Los maestros, al reconocerse impotentes para llevar a cabo, ellos solos, esta compleja tarea, han renunciado. La sociedad ha pasado del tema. Entre unos y otros les han permitido holgazanear y “consumir” a su libre albedrío y NO se les ha educado con rigor. No se les ha enseñado a pensar por sí mismos. No se les ha educado para vivir en nuestra sociedad como adultos responsables y autónomos. No se les ha mostrado el abanico de trabajos que pueden desempeñar ni se les ha orientado adecuadamente para que puedan elegir por si mismos. Elegir lo que les ilusione hacer en su vida, no lo que sus padres quieren.
La vida de las personas se forja en la niñez-juventud, porqué es cuando se moldea el carácter por medio del aprendizaje. Los que son despiertos aprenden, en todas partes y de cualquiera, por sí mismos. Los que no lo son tanto, necesitan una buena “educación” y “enseñanza” impartida por buenos profesores que les “encandilen”, que les motiven, que les ilusionen. Esto puede cambiarles la vida por completo. Y como pasarán muchas horas trabajando en la parte media de su vida, deben procurar hacerlo en algo que les satisfaga, sino, serán muy miserables.
Para intentar que no suceda esto, en primer lugar hay que implicarse personalmente en la educación de los hijos y desde pequeñitos, en familia, inculcarles unos “valores fundamentales” que les ayuden a triunfar.
Debe enseñárseles...

-Que el esfuerzo y el sacrificio es necesario. Nada es gratis, ni siquiera en casa. 
-Que deben actuar responsablemente y aprender a valorar y asumir las consecuencias de sus actos.
-Prudencia para evaluar las situaciones y valentía a la hora de llevar a cabo las decisiones tomadas.
-El valor del dinero. A gastarlo adecuadamente y que para ello, antes hay que ganarlo legalmente. El dinero no hace la felicidad, pero ayuda a comprar la mayor parte de las cosas que la generan o la hacen posible. Por ejemplo: el amor verdadero NO se puede comprar con dinero, pero muchas otras cosas con las que usualmente se confunde SI (el sexo, el matrimonio, la compañía, los cuidados-caricias, etc. )
-etc.
No basta que los jóvenes hagan más veces las cosas que les gustan, que las que no les gusten. Es necesario que se “ilusionen” y hasta se obsesionen, en el buen sentido de la palabra, con lo que hacen o quieren conseguir; porque este proceder les puede llevar a alcanzar las mejores cotas de éxito en aquello que desarrollen.
Si en el camino, algún grupito de compañeros les reprocha su dedicación al aprendizaje, que recuerden lo que dijo Einstein: “Two things are infinite: the universe and human stupidity; and I'm not sure about the universe." (Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana; y yo no estoy seguro del Universo)
En la última década ha crecido como la espuma la creencia popular de que no era necesario “aprender” de joven para tener éxito en la vida. Se popularizó la cultura del pelotazo y del “vivir la vida” sin esfuerzos.
Asegurémonos de que nuestros jóvenes, también muchos mayores, entiendan que se pueden divertir haciendo “cosas muy guay” pero que esto no está reñido con desarrollar actividades de contenido intelectual y/o provechosas para la sociedad. Si perseveran, seguro que estas últimas les producirán incluso más placer y gozo que las anteriores. Lo intelectual y productivo no es sinónimo de aburrido y no está reñido con la diversión, ni la obtención de placer. El único pero es que para aprender a disfrutar con las actividades intelectuales, precisan que sus educadores les muestren el camino y ellos se esfuercen por recorrerlo, sabiendo esperar la recompensa, que en este caso no es inmediata. No basta con apretar un botón y ¡Zas!... El muñequito se mueve y canta.
El aprender de los mejores y si puede ser, competir con los mejores, puede ser una experiencia muy difícil, sacrificada, extenuante, pero a la vez puede resultar la mejor experiencia de su vida. El ver primero como aprenden cada día más y, más tarde, como van consiguiendo sus metas en la vida, es como un nirvana para ellos. Para llegar a la cima, hay que mirar hacia arriba. Tienen que saber a dónde quieren llegar, soñar con ello y esforzarse, sin ahorrar energía, por conseguirlo. En la vida, prácticamente nada bueno se consigue por casualidad. Antes hay que ganárselo. Pero lo mejor de todo es que, si se lo proponen, podrán.
Y ya que he puesto una foto de la biblioteca de Hardvard, el sancta santorum del conocimiento, emulemos a Obama...  Yes, they will can!
©JAS2012