viernes, 28 de octubre de 2011

Que rico es el castellano

Aclaración antes de empezar la lectura:
Este título se refiere a la cantidad de significados que puede tener una palabra o frase, expresada en castellano y que depende del emisor del mensaje, del medio en que se transmite y del estado de ánimo del receptor, que este llegue exactamente como se desea, a quien va dirigido.
Leyendo este mail que me ha enviado una amiga, queda claro lo difícil que es impartir justicia en “castellano”. Y si no se lo creen, lean, lean…..

Como algunos de vosotros sabréis a estas alturas, el juez de la  Audiencia Nacional Juan del Olmo ha dictado una sentencia en la que afirma que llamar "zorra" a una mujer no es delito, ni falta, ni nada; porque quien usa ese adjetivo en realidad quiere decir que dicha mujer es astuta y sagaz.
He aquí el escrito que le ha remitido una ciudadana.
"Estimado juez Del Olmo: Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta como es habitual en Su Señoría.
El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela Felicitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos:
Esta mañana mi tía abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre, que goza de una merecida impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su cosecha, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua castellana, mi querida tía abuela, mujer locuaz donde las haya, le ha saludado con un jovial "que te den, cabrito".
Como una hidra, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de mi tía abuela lo decía, en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos y que en estas épocas de recortes a espuertas,  desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad. El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos, que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado  a cuál de sus múltiples acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los suyos de usted, y a los de la tía abuela, que le  despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia dónde soplaba el viento.
Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno -expresado con la intención  de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador- de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina  que llamar zorra a una mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta.
Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo  que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca - entren por el aro y comprendan que basta un poco de  buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable.
Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies y a los de su señora)."

Los españoles no ahorran a largo plazo

La disminución de la renta disponible, la elevada tasa de desempleo y la incertidumbre económica han propiciado un cambio de prioridades en las familias, que piensan más en el día a día. En 2009 el principal motivo de ahorro era la jubilación, mientras que en 2011 es cubrir imprevistos.
Las aportaciones a los planes de pensiones individuales (PPI) no han dejado de descender desde 2007. La mala evolución experimentada por los mercados y, en menor medida, la flexibilización de los requisitos para rescatar estos productos también han contribuido a esta tendencia. Los productos de bolsa perdían a 10 años más de un 1,52% de media a cierre de septiembre y los planes de renta fija a largo plazo muestran buenos resultados, ya que a 10 años se revalorizan un 1,96%. Con lo pequeña que ha sido la inflación en los últimos años, están muy lejos de superarla. Perdemos poder adquisitivo.
Una de las pegas a la hora de invertir en planes de pensiones es su iliquidez ya que, salvo en determinados casos, no se pueden reembolsar hasta la jubilación. Tan sólo se puede traspasar los activos de un producto a otro.
Por otra parte debemos ser conscientes de que el actual sistema de pensiones estatal es insostenible o insuficiente a largo plazo y eso incluso teniendo en cuenta la última reforma del sistema de pensiones (en la que se eleva, de forma gradual, la edad de jubilación de 65 a 67 años y el número de años cotizados – de los 35 a los 37 - necesarios para obtener el 100% de la pensión).
La insostenibilidad se debe básicamente a factores demográficos. En nuestro país la esperanza de vida al nacimiento ha pasado de los 72 años (para los hombres) en 1960 a casi los 85 años en 2009. Pero no sólo vivimos más años, sino que vivimos más años después de los 65 años (hemos pasado de unos 15 años en 1960 a 22 años en 2009). Con este cuadro demográfico, si el sistema público de pensiones paga cerca del doble de lo cotizado, si los pasivos van a crecer más que los activos y si no se puede mantener el nivel de crecimiento de la población activa, entonces es que la reforma no es suficiente a largo plazo.
La única solución es replantearse el modelo y para ello se proponen tres medidas:
1) Financiar una pensión básica (que sea digna, es decir que sea suficiente para mantener un nivel de vida digno durante la jubilación) de carácter público a través de impuestos.
2) Crear un sistema de contribución definida nacional financiado con las cotizaciones sociales en el que se vincule el esfuerzo de cotización con la pensión recibida. Es decir, sería un sistema público en el que cada trabajador contribuiría con un x% de su salario a una cuenta individual nocional (un apunte contable, digamos) que se revalorizaría con un determinado tipo de interés y que se convertiría en una renta vitalicia en el momento de la jubilación.
3) Fomentar un sistema complementario de autoafiliación con aportaciones de las empresas y de los trabajadores. Como por ejemplo del futuro sistema NEST en el Reino Unido en el que, resumiendo lo mucho, el trabajado contribuye con un 3% de su salario, la empresa aporta un 4% y el estado un 1%.

Además, dado el actual contexto de crisis económica y la importancia que debería tener el ahorro para España, que no es capaz de autofinanciarse, es necesario que el Gobierno tome medidas para impulsar los PPI o cualquier otro sistema de ahorro.  Son posibles muchas medidas:
Se podrían ampliar los importes de aportación con derecho a deducción fiscal,
Que la plusvalía obtenida en los planes tributara como rendimiento del capital y no como rendimiento del trabajo, o
Establecer deducciones fiscales en el impuesto de sociedades a las empresas que implementen planes de empleo.

La Seguridad Social debería comunicar a los cotizantes cuál será su pensión pública estimada. Asimismo, tendríamos que conocer el capital complementario que deberíamos tener constituido para complementar hasta el 90% del salario previo a la jubilación y calcular la aportación necesaria para alcanzar dicho importe.
Mientras este tipo de medidas o incentivos se ponen en marcha, las gestoras utilizan los medios a su alcance para atraer a los partícipes. Sobre todo, ahora que arranca la tradicional campaña de planes de pensiones de fin de año, en la que las firmas bonifican o hacen regalos a los nuevos clientes. Sin embargo, en la temporada actual se ha producido un cambio. Mientras en años anteriores los regalos estrella eran los productos tecnológicos, este ejercicio se imponen las bonificaciones en metálico. Pero no al tradicional 1% que acostumbraban hasta ahora, sino importes que pueden competir prácticamente con los depósitos, ya que en algunos casos ofrecen hasta un 4% y sin límite de aportación.
¡Cuidado con los cantos de sirena!.
Hay que leer la letra pequeña, por ejemplo cuanto tiempo hay que permanecer “esclavo” en el PPI sin poder cambiarlo a otro más rentable. De nada nos sirve recibir un 2% por el traspaso con un máximo de X € si perdemos un 3X% en el valor del fondo.
Y que nadie nos convenza con que falta  mucho tiempo para rescatarlo y para entonces ya se habrá arreglado, porqué después de tocar fondo, pueden quedar muchos años de arrastrarse por el fango.