lunes, 10 de octubre de 2011

La crisis griega y el cuento del nunca acabar

Llevo perdida la cuenta de las miles de horas gastadas en las reuniones que multitud de organismos supranacionales han dedicado a intentar arreglar, sin éxito, el problema de la deuda griega.
¿Qué pasará, si actúan de la misma forma, cuando tengan que encargarse de la deuda del resto de países del sur de Europa?
¿Qué efecto tendrá en nuestra economía, en los mercados, en nuestro trabajo, en nuestros ahorros, en las pensiones y en el “estado del bienestar”?. Con solo pensarlo, me pongo a temblar.
En julio, los acreedores oficiales —el FMI y los gobiernos de la eurozona— decidieron seguir prestando dinero a Grecia durante más tiempo y concederle un plazo de hasta 30 años para que lo devolviera, en lugar de los siete años acordados previamente. Además, representantes de los acreedores del sector privado, principalmente bancos, accedieron a intercambiar parte de los bonos que tenían, por bonos nuevos con términos más favorables para Grecia. La cantidad real a la que los bancos iban a renunciar mediante el intercambio de deuda era de 13.500 millones de euros, pero para que la noticia resultara más impactante dijeron que ascendía a 37.000 millones de euros en términos de valor neto actual, una cantidad equivalente al 21% de sus activos totales. Esto significaba perdonar a Grecia parte de la deuda, algo que ningún país desarrollado ha hecho desde la Segunda Guerra Mundial.
La economía en USA, Alemania y China se ha desacelerado. También la de los países emergentes que eran los que pensábamos que iban a tirar del carro. El miedo a una crisis de la deuda generalizada en Europa ha aumentado. Esto ha empeorado considerablemente la situación de los países y las entidades con altos niveles de deuda.
En Grecia, la situación ha ido de mal en peor. El Gobierno prevé ahora que la economía se contraiga un 5,5% este año en lugar del 3,9% que decía antes. Y el déficit presupuestario equivaldrá al 8,5% del PIB, frente al 7,6% previsto anteriormente. Este agravamiento ha obligado al Gobierno a hacer más recortes del gasto público y a subir más los impuestos a los que no pueden escaparse de pagarlos, lo que deprimirá aún más la economía a corto plazo.
Sentar el precedente de dejar que un país de la eurozona caiga en la suspensión de pagos plantearía inevitablemente todo tipo de cuestiones sobre el resto de países endeudados como Italia, España, Portugal o incluso Bélgica. Ese no es el camino que quieren seguir los “europeos paganos”. El BCE no prestará dinero a los bancos griegos si lo único que pueden ofrecerle a cambio es un colateral sin valor. Además,  nadie quiere arriesgarse a que los ciudadanos se enfaden demasiado y lleguen a producirse revueltas civiles.
Grecia sigue teniendo más deuda que la que podrá devolver en generaciones. Necesita reducir mucho más la cantidad pendiente de pago; hablando claro, necesita que se le perdone deuda. Pedir esto a los acreedores oficiales es todavía un tema tabú, tiene que pedir mayores sacrificios a los acreedores privados.
Los líderes de la eurozona y el Fondo Monetario Internacional creían haber encontrado una fórmula para reducir la deuda de Grecia hasta un nivel controlable. Pero eso ya no es factible y es necesario establecer un nuevo plan.
Los acreedores tienen dos opciones: suavizar de nuevo los términos del rescate o negarse a conceder a Grecia el siguiente tramo del paquete –que asciende a 8.000 millones de euros y que estaba previsto que recibiera este mes– y esperar a que Grecia se quede sin dinero. Según la versión oficial, esto sucederá el 29/12/11 cuando tendrá que pagar 5000 millones en bonos, pero según otros miembros del gobierno, antes de finales de octubre.

¿Veis probable que este asunto acabe sin una gran crisis en los mercados?

Cuando todo lo materialmente posible falla, tendemos a buscar consuelo en la fe. La situación actual por la que deambula nuestra economía es uno de esos casos. La mayoría de nuestros gobernantes se conforman de forma miope, salvando su silla y las de sus amigos mientras se pueda, en lugar de tener visiones a largo plazo.
También es verdad que los votantes, no se implican en absoluto y pretenden que Santa Merkel les arregle la crisis en 10 días. Ni hablar de la “caverna española” que sigue repitiendo hasta la saciedad que la culpa de todo la tiene Zapatero. Bueno, también los catalanes, porqué gastan todo el dinero de los españoles en la lengua y barretinas.
Hay que dejar de hacer ruido con tonterías y trabajar en los temas importantes. La mayor parte de los europeos elegimos adoptar el Euro como moneda de curso legal hace ya una década. Ya es hora de afrontar la evolución europea y pactar un gobierno económico y fiscal común.
Cuando algunos oyen alguna afirmación en este sentido, gritan airados: "Esto implica perder la capacidad de decisión libre de nuestro pais". Pero, ¿para que queremos la libertad si el uso que hemos hecho de ella ha sido gastarse los fondos estructurales en panderetas y llevar al traste el estado del bienestar que aunque ilusoriamente, justo acababamos de empezar a disfrutar?.
No dejo de invocar cada día a la responsabilidad y decencia de nuestros gobernantes, si es que les queda alguna escondida en lo más profundo, para que den muestras de sentido común y no permitan que la desconfianza se apodere del personal. Porque, si finalmente así sucediera, se desmontaría el castillo de naipes de nuestra economía y lo de la crisis actual nos parecería un juego de niños comparado con lo que podría suceder.
No lo olvidemos. El quid de la cuestión está en actuar responsablemente para que se mantenga la “confianza”.
¡Así sea!


©2011 JAS